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martes, 21 de abril de 2015

Los sindicatos, contra el trabajo



Muchos estadounidenses, quizá una mayoría sustancial, siguen creyendo que, independientemente de los problemas que puedan haber causado, los sindicatos son fundamentalmente una institución que existe y es de vital interés para los asalariados. De hecho, muchos creen que son los sindicatos los que se interponen entre el asalariado medio y unos salarios de subsistencia, jornadas laborales agotadoras y terribles condiciones de trabajo.
Los sindicatos y el público en general ignoran casi completamente el papel esencial desempeñado por los precios a la baja en lograr aumentos reales en los salarios. Solo ven el aumento en los salarios monetarios como digno de consideración. De hecho, en nuestro entorno de inflación crónica, los precios que bajan realmente son relativamente raros.
Sin embargo, lo único que puede explicar un aumento en los salarios reales a través del sistema económico es una caída en los precios en relación con los salarios. Y lo único que logra esto es un aumento en la productividad por trabajador. Más productividad por trabajador (una mayor productividad laboral) sirve para aumentar la oferta de bienes y servicios producidos en relación con la oferta de mano de obra que los produce. De esta manera, reduce los precios en relación con los salarios y por tanto aumenta los salarios reales y el nivel general de vida.
Lo que aumenta los salarios en todo el sistema económico no es lo que es responsable del aumento en los salarios reales. Los aumentos en los salarios monetarios son esencialmente solo el resultado del aumento en la cantidad de dinero y el aumento resultante en el volumen general de gasto en el sistema económico. En ausencia de un aumento en la productividad laboral, al aumento en el dinero y el gasto harían aumentar los precios más o menos en lo que aumentan los salarios. Este resultado solo lo impide el hecho de que al mismo tiempo que la cantidad de dinero y el volumen de gasto están aumentando, la productividad por trabajador también está aumentando, con el resultado de que los precios aumentan menos que los salarios. Una caída en los precios sigue presente en forma deprecios inferiores a los que habría habido si solo hubiera aumentado la cantidad de dinero y el volumen del gasto.
Con excepciones relativamente menores, los salarios reales en todo el sistema económico simplemente no aumentan en el lado de salarios monetarios mayores. Esencialmente, aumentan solo del lado de una mayor oferta de bienes y servicios en relación con la oferta de mano de obra y por tanto de que los precios sean inferiores en relación con los salarios. La verdad es que los medios por los que aumentan el nivel de vida del asalariado individual y el empresario y capitalista individual son muy distintos. Para el individuo, es ganar más dinero. Para el asalariado en el sistema económico, es el pago de precios más bajos.
Lo que demuestra esta explicación es que el aumento en los salarios que buscan los sindicatos no es en absoluto el origen de aumento de los salarios reales y que el origen del aumento de los salarios reales es en realidad el aumento en la productividad laboral, que siempre opera del lado de los precios a la baja, no del aumento de los salarios monetarios.
De hecho, los esfuerzos de los sindicatos por aumentar los salarios se oponen profundamente al objetivo de aumentar los salarios reales y el nivel de vida. Cuando los sindicatos tratan de aumentar el nivel de vida de sus miembros por medio de aumentar sus salarios, su política se reduce inevitablemente a intentar hacer artificialmente escaso el trabajo de sus miembros. Es su único medio para aumentar los salarios de sus miembros. Los sindicatos no tienen mucho poder real sobre la demanda de mano de obra. Pero a menudo consiguen un poder considerable sobre la oferta de mano de obra. Y su técnica actual para aumentar los salarios es hacer que esta oferta de mano de obra, al menos en el sector u ocupación concretos a los que afecta dicho sindicato, tan escasa como sea posible.
Así, siempre que pueden, los sindicatos intentan obtener el control sobre la entrada en el mercado laboral. Buscan imponer programas de aprendizaje o tener requisitos de licencia impuestos por el gobierno. Esas medidas pretenden rebajar la oferta de mano de obra en el campo y por tanto permitir a los afortunados admitidos ganar rentas mayores. Incluso cuando los sindicatos no tienen éxitos en reducir directamente la oferta de mano de obra, la imposición de sus demandas de salarios por encima del mercado sigue teniendo el efecto de reducir el número de empleos ofrecidos en el campo y por tanto la oferta de mano de obra en el campo en que pueden encontrar empleo.
Los aumentos salariales artificiales impuestos por los sindicatos generan desempleo cuando se imponen salarios por encima del mercado en todo el sistema económico. Esta situación existe cuando es posible para los sindicatos formarse fácilmente. Si, como en los Estados Unidos actuales, todo lo que hace falta para una mayoría de trabajadores en un lugar decidir que quieren estar representados por un sindicato, entonces los salarios impuestos por los sindicatos serán efectivos incluso en los sectores no sindicados.
Los empresarios en los sector no sindicados se sentirán obligados a ofrecer a sus trabajadores salarios comparables con los que están recibiendo los trabajadores sindicados (de hecho, posiblemente incluso salarios incluso superiores) àra asegurarse de que no se sindicalizan.
La extensión de los aumentos salariales que elimina a grandes cantidades de trabajadores de numerosas ocupaciones, pone una expresión extrema en los salarios de cualesquiera  áreas del sistema económico que puedan seguir abiertas. Estas áreas limitadas podrían absorber el exceso de trabajadores de otras líneas con salarios lo bastante bajos. Pero las leyes de salario mínimo impiden que los salarios en estas líneas restantes sean lo bastante bajos como para absorber a estos trabajadores.
Desde la perspectiva de la mayoría de los suficientemente afortunados como para mantener sus empleos, la consecuencia más grave de los sindicatos es mantener baja o reducir directamente la productividad laboral. Con pocas excepciones, los sindicatos combaten abiertamente el aumento en la productividad laboral.Lo hacen prácticamente por principio. Se oponen a la introducción de maquinaria que ahorre trabajo, diciendo que causa desempleo. Se oponen a la competencia entre trabajadores. Como apuntaba Henry Hazlitt, obligan a los empresarios a tolerar prácticas de sobrecontratación, como el clásico requisito de que los fogoneros, cuya función era apalear el carbón en las locomotoras de vapor, se mantuvieran en las locomotoras diesel. Imponen planes para hacer como que se trabaja, como requerir que a las tuberías enviadas a los lugares de construcción con rosca ya incluida se recorten de inmediato. Imponen clasificaciones nimias para trabajos y obligan a que se contraten especialistas con una paga diaria para realizar trabajo que otros podrían hacer fácilmente, por ejemplo obligando al empleo de un enfoscador para reparar el daño incidental en una pared por un electricista, que el propio electricista podría reparar fácilmente.
Para cualquiera que entiende el papel de la productividad laboral en aumentar los salarios reales. Debería ser evidente que la política de los sindicatos de combatir el aumento en la productividad laboral, les hace de hecho un enemigo importante del aumento en los salarios reales. Por muy radical que pueda parecer esta conclusión, por mucho que se oponga a la visión que prevalece de los sindicatos como origen principal del aumento en los salarios reales a lo largo de los últimos cinto cincuenta o más años, el hecho es que al combatir el aumento en la productividad laboral, ¡los sindicatos combaten activamente el aumento en los salarios reales!
Lejos de ser responsables de las mejoras en el nivel de vida del trabajador medio, los sindicatos funcionan con una ignorancia más o menos total de lo que realmente aumenta el nivel de vida del trabajador medio. Debido a su ignorancia, son responsables de desigualdades artificiales en salario, del desempleo y de mantener bajos los salarios reales y el nivel de vida del trabajador medio. Todas estas consecuencias destructivas y antisociales derivan del hecho de que mientras que los individuos aumentan el dinero que ganan aumentando la producción y la oferta general de bienes y servicios, reduciendo así los precios y aumentando los salarios reales en todo el sistema económico, los sindicatos aumentan el dinero pagado a sus miembros con los medios exactamente opuestos. Reducen la oferta y la productividad laborales y reducen así la oferta y aumentan los precios de los bienes y servicios que sus miembros ayudan a producir, reduciendo así los salarios reales en todo el sistema económico.

Publicado el 28 de julio de 2014. Traducido del inglés por Mariano Bas Uribe. El artículo original se encuentra aquí.

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