Las finanzas mundiales ya pueden sumar otro nombre a la leyenda. Se trata de Navinder Singh Sarao, señalado ahora de forma insólita como el gran culpable del 'flash crash' de 2010
Sergey Aleynikov es un informático ruso que trabajó en el banco estadounidense Goldman Sachs y que en 2009 fue detenido por el FBI. ¿Su delito? Haberse llevado consigo, cuando dejó la entidad, un código informático de incalculable valor: Al menos, eso se dijo. Tenía tanto valor, que la fiscalía se resistió a que fuera liberado, previo pago de una fianza, porque ese código podría usarse para "manipular los mercados de forma injusta".
Navinder Singh Sarao no ha trabajado en Goldman. Ni es ruso. Ni siquiera vive en Estados Unidos. Es un joven de 37 años y raíces indias que reside en un barrio londinense de las afueras, en Hounslow, cerca del mítico Estado de Twickhenman, donde la selección de rugby de Inglaterra disputa sus partidos, en una casa tan discreta como lo son las casas discretas que acogen las grandes historias. Y esta lo es.
Los informáticos son los nuevos magos de las finanzas. Los que, con sus códigos y sus algoritmos, convierten los milisegundos en miles de millones de dólares
Porque, como pasó con Aleynikov, la Justicia de Estados Unidos le reclama. Le acusa de idear un sistema de inversión mediante el que, entre 2009 y 2014, ganó 40 millones de dólares manipulando los precios del mercado en su beneficio. Pero no solo eso, sino que lo identifican entre los culpables de provocar el flash crash o caída relámpago que sufrió el Dow Jones el 6 de mayo de 2010, cuando el índice más famoso del mundo se desplomó 600 puntos en apenas cinco minutos y metió el miedo en el cuerpo a unos inversores que ya venían escaldados de la crisis financiera. Y todo ello, con un denominador común con Aleynikov: la mágica combinación entre la informática y el tiempo.
El imperio de los 'flash boys'
El escritor estadounidense Michael Lewis cuenta la historia de Aleynikov su libro Flash Boys. También la de otros informáticos -y la de empresas y bancos que los contratan-, puesto que en los últimos años se han convertido en las grandes estrellas de Wall Street. Y no porque sepan mucho -o poco- de tipos de interés, de divisas o del rumbo que va a tomar la economía mundial o porque tengan una excepcional agenda de contactos. Lo suyo es la tecnología. Y el tiempo.
Porque son ellos, los informáticos, los nuevos magos de las finanzas. Los que, con sus códigos y sus algoritmos, propician que las órdenes de compra o de venta de un inversor lleguen al mercado antes que las del competidor. Y si el tiempo siempre ha sido oro, en esta época tecnológica aún lo es más. La clave ya no reside en las horas. Ni en los minutos. Ni siquiera en los segundos. El secreto del éxito está en los milisegundos. O más aún, en los nanosegundos. Es lo que tiene la denominada negociación de alta frecuencia -high frequency trading (HFT)-, que premia con suculentos beneficios a los gatillos más rápidos del Oeste financiero.
Sarao no operaba desde un rascacielos ni contaba con un regimiento de informáticos. Lo hacía desde su casa y con un sistema a su medida
Y en este escenario es en el que Sarao ha montado su estrategia. Porque es un nuevo flash boy. Al menos, de eso le acusan la Justicia de Estados Unidos, el FBI y la Comisión de Negociación de Futuros y Materias Primas (CFTC). De utilizar la tecnología y la rapidez con la que permite operar ahora para "explotar su manipulación para su beneficio personal", detallar el agente del FBI Gregory LaBerta.
El informe de LaBerta no escatima en detalles. Especifica que Sarao "operaba desde su residencia en Reino Unido", que lo hacía a través de la sociedad que había creado, Nav Sarao Futures Limited, y que se servía para ello de un "software para operar, incluyendo un sistema automatizado que permite a los operadores comunicarse tan rápido como sea posible". Lo dicho: un flash boy, pero hecho en casa y ajustado a sus necesidades, porque negoció con sus distintos intermediarios el tipo de operativa que quería desarrollar.
Y a partir de ahí es donde, según las autoridades, desplegaba su estrategia, concretada en una táctica que en el mercado se conoce spoofing y en una de sus variantes, llamada layering. ¿En qué consisten? El spoofing viene a ser un farol. Esto es, introducir de mala fe una orden de compra o de venta a sabiendas de que no la va a ejecutar y con la pretensión de provocar que otros inversores entren al trapo para cancelar luego esas posiciones y beneficiarse luego del engaño operando realmente en el sentido contrario al mostrado en el farol. El layering añade el matiz de cebar una de las dos posiciones -la de compra o la de venta- para luego operar en el sentido contrario.
¿Son delito? Sí. EEUU prohibió el spoofing con la Ley de Reforma de Wall Street y Protección del Consumidor, más conocida como Ley Dodd-Frank por el apellido de los dos congresistas que la promovieron. Es decir, ese tipo de farol está prohibido en EEUU desde 2010, de ahí que la Justicia pida ahora que lo extraditen para juzgarlo en suelo norteamericano.
"El propósito de estos trucos es engañar a otros participantes del mercado y manipular el precio del producto en el mercado", continúa el informe, "para intentar crear precios de movimientos artificiales". Y esos movimientos son la fuente de los beneficios del agente que las causa. Con el añadido de la velocidad y la frecuencia que facilita la tecnología: "[Esa operativa] ocurre en el transcurso de segundos, en múltiples ciclos que el inversor repite a lo largo de la sesión".
Hasta 380 años de cárcel
En concreto, Sarao centraba su operativa en un activo en particular: un contrato de futuros sobre el índice bursátil estadounidense S&P 500 que se conoce como E-Mini. Se trata de uno de los derivados más liquidos y conocidos del mundo financiero, y lo que hacía desde su casa era meter y cancelar sucesivamente ofertas de compra y venta de lotes de contratos para alimentar esos movimientos de los que luego sacaba beneficio.
¿Un ejemplo? Los informes estadounidenses detallan varios. Como las 1.967 veces que modificó sus órdenes el 27 de abril de 2010 o las 19.000 veces que lo hizo el día del Flash Crash. En cada una de esas idas y venidas movía miles de contratos, cuyo valor nocional ascendía a miles de millones de dólares. 11.200 millones, por ejemplo, el 28 de enero de 2011.
El 29 de julio de 2011, en un día flojo, ganó 254.128 dólares. Se desquitó pronto: el 4 de agosto su beneficio ascendió a 4,09 millones de dólares
Y claro, toda esa dedicación necesitaba su recompensa en forma de beneficios Y llegaban. El 29 de julio de 2011, en un día flojo, ganó 254.128 dólares. Pero se desquitó unos días después: el 4 de agosto de 2011 ganó 4,09 millones de dólares. En total, y siempre según las autoridades estadounidenses, su premio ascendió a 40 millones de dólares a lo largo de cinco años.
Todo ello rematado, además, con un esquema de evasión fiscal. Vamos, que a ojos de la Justicia norteamericana, lo tiene todo. Por eso se cursó la orden de detención, que se llevó a cabo este martes. Y ayer declaró ante un Tribunal británico en el que manifestó su clara intención de oponerse a que lo extraditen. No es para menos, pues es consciente de cómo se las gasta la Justificia estadounidense. Bernard Madoff fue condenado a 150 años de cárcel... y para Sarao la petición de cárcel por los delitos -supuestamente- cometidos podría alcanzar los 380 años.
No pudo hacerlo
Sin embargo, no todo es tan cristalino. Particularmente en lo que concierne a su protagonismo en el Flash Crash. "Es imposible que una sola persona provocara aquello. Mi sensación es que lo están utilizando como chivo expiatorio, aunque no sé muy bien con qué fin, porque esta versión contradice lo que se dijo en un primer momento y siembra más dudas", asegura un experto en plataformas de negociación. "Sería muy difícil para una persona causar un Flash Crash como aquel, especialmente en un mercado tan líquido como el de los futuros E-Mini", coincide Roman Kozhan, de la Warwick Business School.
"Si un chico en pijama puede provocar un Flash Crash en el mercado estadounidense, ¿qué no podría provocar un grupo terrorista? ¿O un país", se preguntaba en su cuenta de Twitter Eric Scott Hunsader, experto en el trading de alta frecuencia y creador de la plataforma tecnológica Nanex. En su opinión. Sarao no pudo provocar aquella sacudida de cinco minutos.
Entonces, ¿por qué lo vinculan con aquel proceso? Por ser un lobo solitario, ajeno a un banco de inversión o un hedge fund, tuiteaba y retuiteaba Eric Scott Hunsader. "¿Las manos de Goldman Sachs eran las buenas? Y si Goldman podía manipular los mercados, ¿acaso podían hacerlo también otros bancos?", se cuestionaba Lewis en su libro Flash boys.
Aleynikov fue condenado a ocho años de cárcel en diciembre de 2010. Pero en febrero de 2012 anularon la condena, aunque todavia lo detuvieron una segunda vez, meses después, por los mismos hechos. Varios años después, el trading de alta frecuencia y la Justicia vuelven a encontrarse. Esta vez con Navinder Singh Sarao como nexo.
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