Buscar este blog

jueves, 23 de abril de 2015

Por qué los inversores aceptan comprar deuda en negativo

 
 
¿Qué sentido tiene que 2,5 billones de bonos soberanos coticen con rentabilidades negativas en la eurozona? Este montante es más de dos veces todo el PIB español o cinco veces la capitalización del Ibex, una situación histórica que pone en jaque todas las teorías de formación de precios y equilibrio entre ahorro e inversión. En Alemania, la situación es más grave: todos los tramos hasta el 8 años pagan rentabilidades nominales negativas y, en todos los bonos en rentabilidades reales (esto es, una vez descontada la previsión de inflación) en el mercado secundario. Esto significa que, si un inversor se queda el bono hasta su vencimiento, habrá perdido dinero.

Con razón surge la pregunta de ¿quién compra esta deuda? La respuesta racional es: nadie en su sano juicio, pero la realidad es que las rentabilidades siguen cayendo, por lo que las compras siguen ahí. La culpa no es sólo del Banco Central Europeo (BCE), ya que sólo compra hasta que las rentabilidades caen al -0,2%, pero hay títulos que están por debajo, y hay tramos en los que la entidad no está interviniendo: a menos de dos años.
No hay duda, son compras de inversores privados e institucionales los que provocan esta situación. Pero, ¿por qué compran rentabilidades negativas? Una de las respuestas clave es que en estos meses hay que analizar la renta fija en términos de precio y no de rentabilidad, o lo que es lo mismo, pensar en un bono como si fuera una acción. En bolsa, la rentabilidad (entendida como el dividendo) y el precio van en sentidos opuestos: si sube el primero, cae el segundo y viceversa. En los bonos ocurre igual, si cae la rentabilidad, es porque sube el precio.

Un quebradero de cabeza

Esto significa que, si la rentabilidad está en mínimos históricos y bajando, los precios están en máximos y subiendo. Con esta premisa, ya no resulta complicado entender por qué muchos inversores siguen comprando bonos. La rentabilidad importa poco si los precios suben, la especulación sigue su curso.
Muchos gestores de renta fija confiesan en privado que están atravesando los momentos más difíciles de toda su trayectoria comprando y vendiendo bonos ya que, si bien son conscientes de que estas rentabilidades en negativo son insostenibles durante mucho tiempo, tampoco quieren ser los primeros en bajarse de este carrusel de ganancias.
Tampoco quiere bajarse el inversor particular. Muestra de ello son las entradas que están registrando los fondos de renta fija europea en los últimos meses. No miran las rentabilidades de los bonos, sino el retorno que están consiguiendo estos productos. En España, los activos bajo gestión en los fondos de renta fija mixta cerraron marzo en máximos históricos, y los de renta fija en euros se duplicaron en apenas tres meses.

Máxima calidad

A pesar del componente especulativo que hay en estos meses en la renta fija, no sólo hay especuladores en el mercado. Una buena parte de los actores que intervienen en renta fija de calidad son inversores institucionales, como fondos de pensiones o aseguradoras, que buscan guardar su dinero en títulos de mucha calidad y liquidez. El ejemplo perfecto de esta inversión conservadora son los bonos con un rating de triple A.
En los últimos años, la mayor parte de los estados se han caído de este listado, y ahora sólo quedan 9 países con la máxima calificación de las tres grandes agencias. Este escenario ha obligado a este perfil de inversores a agolparse en deuda como la alemana, lo que eleva todavía más los precios.


No hay comentarios:

Publicar un comentario