El 23 de abril de 2010 llegó a La Moncloa una llamada urgente para el presidente de turno de la Unión Europea, José Luis Rodríguez Zapatero. Al otro lado del teléfono, el primer ministro de Grecia, Yorgos Papandreu, asumía su rendición y confirmaba que pediría el rescate a sus socios europeos. Horas después, en un enclave paradisíaco, la isla de Kastelorizo, situada a tres kilómetros al sur de la costa de Turquía, Papandreu convocó una rueda de prensa urgente para anunciar oficialmente la petición de las ayudas a Bruselas.
Desde esa tarde de primavera han pasado cinco años y Europa ha cambiado mucho. También Grecia, aunque el país todavía sigue con el agua al cuello y está cada día más cerca de salir del euro.
Los expertos se niegan a reconocer que se ha perdido el tiempo y apuntan que ha ocurrido todo lo contrario, los países del euro han hecho un buen trabajo en este lustro: han saneado al sector financiero y establecido la unión bancaria, reducido los niveles de déficit con los que se llegó a 2010 y han aplicado unas políticas monetarias contundentes que han permitido rebajar los costes de financiación hasta mínimos históricos.
¿Qué significa esto? Que la eurozona ya está preparada para decir adiós a Grecia en el caso de que las negociaciones políticas no fructifiquen. "El momento para la salida de Grecia del euro es el ideal gracias a las políticas monetarias expansivas del Banco Central Europeo (BCE), el riesgo de contaminación a otros países es mínimo", explica Lorenzo Bernaldo de Quirós, presidente de Freemarket Corporative Intelligence.
Los avances de un lustro
En este periodo, los países del euro han conseguido "consolidar la unión monetaria y la unión bancaria, lo que es suficiente para hacer de cortafuegos", indica Miguel Ángel Bernal, profesor del IEB. "Desde 2010 se ha conseguido evitar las interconexiones entre la banca y la deuda pública, limpiar la exposición de las entidades a Grecia por la vía de los CDS (seguros de crédito) y volver a la senda del crecimiento en Europa y EEUU", advierte Juan Ramón Caridad, director del máster FIA. "La eurozona está preparada para que Grecia salga del euro", indica Javier Flores, responsable de estudios de Asinver.
En definitiva, Europa ha empleado este lustro para ganar músculo financiero y económico, hasta el punto de que podría soportar el Grexit sin mayores problemas. Los expertos creen que la volatilidad que surgiría en el mercado sería muy limitada, y reconocen que el punto más importante es que se sienta un precedente de la salida de un país del club del euro. "Dejaría una duda, ¿vale lo mismo un euro de Berlín que de Madrid?", pregunta Flores. Bernal explica que esta duda no existiría si la zona euro avanzase hacia la unión fiscal, ya que contribuiría de forma decisiva a la integración económica.
Los expertos coinciden en señalar que la continuidad de Grecia en el euro, o su salida, no depende de cuestiones económicas, sino políticas. De hecho, desde el punto de vista técnico, Grecia nunca debió entrar en una unión monetaria tan exigente, en la que los países miembros tienen que ser capaces de seguir la política monetaria de países tan fuertes como Alemania o Francia. De hecho, Grecia no cumple a día de hoy los requisitos que se les pide a los nuevos miembros que ingresan en la unión monetaria. "Desde el punto de vista técnico, Grecia no puede sobrevivir en el euro", alerta Bernaldo de Quirós. "Es posible que Grecia no tenga la capacidad para seguir en esta unión monetaria", apunta Caridad.
A la hora de la verdad, como ha sucedido en todos estos años, las decisiones serán políticas y no económicas. El final de la cuenta atrás podría estar en el Eurogrupo del 11 de mayo, ya que al día siguiente Grecia tiene que devolver al FMI 700 millones de euros que será muy difícil que consiga por sus propios medios. Será necesario un acuerdo político donde las dos partes cedan. "Si Syriza mantiene su programa electoral, será la salida directa del euro", explica Diego Triviño, analista de Intermoney. "Al final, tiene que haber un acuerdo que se asiente sobre las bases de la pérdida de soberanía que significa estar en el euro", apunta Campuzano.
"En Europa nadie quiere que Grecia salga del euro, pero tampoco nadie quería la caída de Lehman Brother's", indica Santiago Carbó, director e investigador de la Dirección de Estudios Financieros de Funcas. Sin un listado de reformas completo, la discusión está cerrada, y Europa tiene el músculo para mostrarse así de tajante.
El verdadero debate
Desde un punto de vista técnico, el debate no es si Grecia pagará en mayo o no, esa es una cuestión que lleva ya cinco años sobre la mesa y que siempre se soluciona a última hora (hasta que deje de hacerlo), la duda importante es si el país es capaz de crear un proyecto económico de largo plazo que haga viable su permanencia en el euro. Esto es, un modelo que permita generar competitividad en el país, ya que es el único camino posible para que el país salga de la UVI y no sea un enfermo crónico de la unión monetaria. "Grecia tiene que alcanzar acuerdos que encaminen al país a ser más competitivo", advierte Carbó. "No importa si puede pagar, lo importante es cómo salga de competitiva", indica Caridad. "Es necesario establecer los ajustes y reformas necesarias para elevar su crecimiento potencial", apunta Campuzano.
Este debate que plantean los expertos va mucho más lejos que el anterior de si la deuda helena era asumible. En este último punto hay discrepancias, pero lo que tienen claro es que, si el país no sienta las bases para ganar competitividad, por mucho que se reestructure su deuda, o por una quita muy profunda que se aplique, tarde o temprano volverán sus problemas. "No tiene sentido que Grecia haga un default, da igual fuera o dentro del euro, ya que no solucionará nada si no se crea un modelo que garantice el crecimiento", alerta Triviño.
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