Siguiendo con la serie de relatos sobre la bolsa holandesa, toca ver el grado de elevada especulación que había en el siglo XVII
Continuamos con el relato de uno de los manuales más antiguos sobre bolsa y mercados financieros, Confusión de confusiones, escrito en 1688 por José de la Vega, un judío sefardita español originario de la provincia de Córdoba (ver post I, post II, post III y post IV).
En 1683, momento en que se respiraba un ambiente de gran actividad bursátil en Ámsterdam, nació un nuevo tipo de especulación sobre las acciones llamadas ducaton. Explicaba en mi anterior artículo que equivalían a los actuales CFDs que se liquidan por diferencias. José de la Vega lo relata de la siguiente forma:
Algunos mancebos han descubierto que la especulación en acciones ordinarias (que se denominan acciones grandes o liberadas) era demasiado arriesgada para sus limitados recursos. Por tanto, procuraron establecer otra menos peligrosa, en la que se negociaban con acciones pequeñas. Así como en las acciones grandes se pueden ganar o perder 30 florines de dinero bancario por cada punto de subida o bajada de la cotización, con las acciones pequeñas sólo se arriesga un ducaton (tres florines) por cada punto. Para liquidar las transacciones de un modo sencillo, eligieron a una persona para que, con el título de cajero general, anotase todos los contratos en un libro, aunque previamente sólo habían existido acuerdos de palabra. Por cada contrato anotado, el cajero general obtenía una placa de cada parte ('placa' es la palabra en español para la moneda de pequeño valor llamada “stuiver” por los holandeses).
Bolsa de Ámsterdam, siglo XVII.
Antes de registrar definitivamente las transacciones, el cajero preguntaba a ambas partes si estaban conformes. Raras veces se acepta una transacción a un plazo más largo de un mes, porque de los recursos que participan en este negocio no son suficientes para ello. El primer día de cada mes, cuando el reloj de la Bolsa señala la una y media del mediodía, el cajero es informado por dos accionistas imparciales de la cotización real de las acciones grandes y, de acuerdo con dicha información, determina el valor de las acciones pequeñas. A esta comedia se le lama “levantar el palo”, porque al principio el cajero solía levantar una vara que llevaba en la mano, hasta que abandonó esta costumbre por el ruido que causaba cada vez. La fijación del precio es seguida por la liquidación de las transacciones (siempre y cuando no se hayan liquidado a mitad de mes). El pago se hace en metálico, y es más puntual que en el caso de las acciones grandes, lo que hace que incluso los hombres de negocio más experimentados participen en este comercio de acciones pequeñas.
La razón de que casi todos [los especuladores] participen con tanto entusiasmo en el comercio con acciones pequeñas o ducaton es la ambición que tienen los compradores de acciones grandes de venderlas como acciones pequeñas (porque a principio de mes el precio de las acciones pequeñas es más elevado que el de las grandes). Como obtienen beneficio de esta operación, ni les desagradan las molestias ni reparan en la indignidad del negocio ni en sus peligros.
La imprudente transferencia de acciones de un grupo de especuladores a otro (que es el único transporte a que se someten estas acciones) intensifica el estrépito, el griterío y el ajetreo que domina el día de la liquidación (en los días laborables, la liquidación se hace en el edificio de la Bolsa; los domingos y festivos, en la calle principal). Tan intenso es el ruido que algunos creen que van a ser atacados y otros temen ser asesinados. El que ha comprado acciones grandes y ha vendido acciones ducaton, se esfuerza por que el palo se mantenga bajo [es decir, que la actividad comercial continué unos cuantos minutos] con el objetivo de recoger la ganancia de la venta de acciones ducaton y proseguir sus actividades con las acciones grandes. Sin embargo, el que ha adquirido acciones ducaton porque ha vendido acciones grandes [en corto], solicita que se levante el palo, para amarrar su ganancia, y aguardará a la conclusión de su negocio con las acciones grandes, en espera de un beneficio aún mayor.
Monedas de ducaton de plata.
El placer por este juego ha aumentado hasta tal punto que personas que no pueden jugar un ducaton arriesgan un 'stuiver', y otras, para las que un 'stuiver' es demasiado arriesgan una moneda de un valor todavía más bajo. Si se tuviera que conducir a un extranjero por las calles de Ámsterdam y se le preguntara dónde se encontraba, respondería: “Entre especuladores”, porque no hay rincón [en la ciudad] donde no se hable de acciones.
Los dos principales motivos de la introducción de este tipo de especulación [en acciones ducaton] fueron la ambición de los corredores y la necesidad de los demás, que inventaron el juego. Para dejarlo más claro, sabed que hay tres razones para la codicia de los corredores y que por ellas muchos se han arruinado:
1. El deseo de ganar corretajes.
2. El deseo de ganancias rápidas [en los negocios por cuenta propia] a partir de las fluctuaciones de las cotizaciones.
3. El deseo de vivir cómodamente.
Era tal la especulación de la época que, como los corredores debían tener crédito entre los inversores-accionistas, precisaban en ocasiones de buenos amigos que les firmaran los contratos por ellos y encubrieran la verdadera naturaleza del asunto. Esto generó que se ocultaran los nombres de los inversores hasta haber ejecutado la orden por si se dudase de su reputación económica.
Descubrimos, pues, que el ambiente de especulación era enorme en la época y me sorprenden dos aspectos. El primero, la “ingeniería financiera” de la época al crearse las acciones ducaton para especular con un importe de dinero mucho menor. Las acciones ducaton equivalen a los CFDs actuales en el sentido que se liquidaban por diferencias una vez al mes. También pueden equipararse a los futuros llamados “mini” como el mini-Ibex 35 o el mini-S&P 500, que con un valor nominal puedes operar en el mercado de futuros al alza y a la baja.
Visto lo visto, también existía el riesgo de crédito entre comprador y vendedor al liquidarse la operación. Por último, también podemos comprobar cómo existía el equivalente a los vencimientos de futuros y acciones y con todo el nerviosismo existente de los “rollos” o rollover que te permite cerrar tu posición alcista o bajista en bolsa y abrir otra equivalente para el próximo mes.
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