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domingo, 26 de abril de 2015

La deflación y la inflación de precios son siempre “óptimas”

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Recientemente, la economía polaca experimentó su primera deflación de precios desde la década de 1980, que desencadenó en el país la deflacionfobia (o, como la llama Mark Thornton,apoplitorismofobia).
Los medios de comunicación y muchos economistas se centran en la inflación y la deflación de precios como origen de diversos males económicos, pero, frente a mucha de esta retórica, la inflación y la deflación de precios son siempre “óptimas” en sentido económico. En principio una afirmación así puede parecer polémica, ya que prácticamente todos los economistas tienen algo negativo que decir acerca de la inflación o la deflación. Esto afecta a casi todas las escuelas de pensamiento económico, ortodoxas y heterodoxas, incluyendo los austriacos.
Pero en un sentido muy importante, se puede dar un argumento razonable respecto de que la inflación y la deflación de precios son óptimas en un sentido concreto. Si advertimos que los precios se forman por las decisiones de los participantes del mercado, vemos que las modificaciones en los niveles de precios se ejecutan para “corregir” los mercados. Siempre.

Inflación y deflación de precios son una solución a un problema

Tomemos el caso de una inflación muy alta de precios. En algunas circunstancias, podemos ver precios aumentando rápidamente. Lo que esto significa es que los propietarios privados, al vender su propiedad, han advertido una ventaja en reevaluar ellos mismos los precios. Aunque ocurra de una forma muy caótica, tratan de economizar sus recursos en la mayor medida posible. Fijar precios, por otro lado, no sería una solución para el problema, ya que llevaría a escaseces.
Descubrimos una situación similar con la deflación de precios. Imaginemos que muchísimos vendedores han reducido radicalmente los precios de los bienes y servicios que ofrecen en el mercado. Aparentemente, es su manera de atraer a los consumidores y asegurarse de que alguien realiza una compra. Fijar precios no resolvería el problema, ya que causaría sobreabundancia.
Tanto con la deflación como con la inflación de precios, vemos ajustes a circunstancias cambiantes. Los propios ajustes son necesarios porque algunas condiciones económicas subyacentes han cambiado. Cuando escuchamos a diversos economistas criticando la inflación o la deflación de precios, normalmente tienen en mente alguna variable subyacente que hace que cambien los precios. Lo que quieren atacar no es realmente el ajuste de los precios, sino en realidad alguna causa subyacentes del ajuste de precios del que están hablando.
Cuando los austriacos de banca al 100% critican la inflación de precios, critican expansiones de la oferta monetaria, que lleva a la inflación de precios (o a veces a la falta de deflación de precios, para ser precisos). No están realmente criticando a los propietarios privados, que ajustan sus precios a cambios en las condiciones. Por eso, los austriacos son bastante concretos en su aproximación y definen la inflación como una expansión de la oferta monetaria, porque los ajustes de precios, por sí mismos, no son un problema. De hecho, los cambios en precios son una solución al problema.
Igualmente, cuando algunos economistas de tradición monetarista se centran en las deflaciones de precios, pueden tener en mente una crítica al sector bancario, que colapsa y lleva a encoger la oferta monetaria, haciendo que muchas empresas vayan a la quiebra. Cuando se produce deflación de precios porque los bancos están cayendo, los precios ajustados no son problema. Repito, son una solución al problema, que es el colapso del sector bancario (o en realidad algún sector previamente inflado de la economía). ¡Si los bancos caen, junto con la oferta monetaria, sería mejor que se ajustaran los precios! El ajuste puede ser doloroso, pero es óptimo bajo esas circunstancias, igual que es óptimo para los precios del trigo que estos aumenten cuando hay sequía.
Esto también pasa con economistas en la tradición de la banca libre de reserva fraccionaria. Cuando se centran en aspectos negativos de la deflación de precios, normalmente quieren decir que hay un problema con una falta de expansión en los depósitos por parte de los bancos, cuando la gente decide disminuir la llamada “velocidad” del dinero. Cuando la gente gasta menos, ejerce una influencia sobre los vendedores para disminuir los precios. Si no ocurre nada adicional, se supone que los precios bajan y no hay nada ineficiente en ello. La bajada de precios es lo que debería producirse. Lo que están diciendo los economistas de la banca libre de reserva fraccionaria es que bajo condiciones de gente disminuyendo su gasto, es beneficioso para los bancos expandir la oferta monetaria.

Los precios tienen que hacer un trabajo

Los precios tienen un trabajo que hacer: ajustarse a las condiciones, sin que importe cuáles sean. Por eso la inflación y la deflación de precios son siempre óptimas, porque son la señal de que los actores del mercado están listos para ajustar sus acciones a cambios en variables económicas para economizar en su propiedad. No hay nada ineficiente en ello, ya que es así como funciona el sistema del mercado.
Uno se puede hacer una pregunta sensata: ¿por qué ocuparse de algo tan aparentemente trivial? Es bueno recordarnos esto porque los economistas de diversas tradiciones a veces desvían sus argumentos de las causas subyacentes de los ajustes de precios y por el contrario se centran en los resultados de los problemas que han identificado. Una aproximación así puede llevar a oscurecer la naturaleza de los problemas económicos y a la distorsión del adecuado análisis macroeconómico. En lugar de discutir los resultados finales (es decir, la estructura final de precios), es mucho mejor discutir las variables que llevan a la creación de esa estructura de precios en primer lugar. La próxima vez que nos veamos tentados a discutir si los niveles de precios son óptimos o no, discutamos en su lugar si son óptimas las fuerzas que generan esos niveles de precios.

Publicado el 13 de octubre de 2014. Traducido del inglés por Mariano Bas Uribe. El artículo original se encuentra aquí.

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