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lunes, 20 de abril de 2015

China, hacia el abismo: de Guatemala a Guatepeor

Ante la ralentización de su crecimiento, China ha optado por una política económica que está en la génesis de los desequilibrios que asolan al inmenso país para que la bola siga girando...

Foto: China, hacia el abismo: de Guatemala a Guatepeor

China ha decidido rebajar este fin de semana el coeficiente de reserva de su banca del 19,5% al 18,5% para las grandes instituciones financieras y del 17,5% al 16,5% para las de menor tamaño. Cien puntos básicos (pbs) en cada uno de los casos, por encima de los 50 previstos por el consenso de los analistas. Se trata del mayor recorte desde los 150 pbs de diciembre de 2008 y sigue a unos preocupantes datos de crecimiento económico en el primer trimestre de 2015: un 5,3% interanual extrapolando al año el dato trimestral frente al 7% que se ha fijado como objetivo el Partido Comunista. Se esperan nuevos ajustes tanto de esta ratio como del precio del dinero.
 
 
Con esta medida, los chinos siguen la senda que tan inciertos resultados está produciendo en Occidente. Ante la imposibilidad de esperar a que las reformas estructurales –más consumo, menos inversión– den a tiempo sus frutos; frente a la amenaza de que se produzca un frenazo inmobiliario que ponga en peligro la estabilidad del sistema bancario; contra el riesgo de que las autoridades locales no puedan financiarse como han venido haciendo hasta ahora, la solución es tirar de una política económica –monetaria y fiscal que está en la génesis de los desequilibrios que asolan al inmenso país. El triunfo de la esperanza (vana) frente a la experiencia (peligrosa).
 
Y mañana, Mao dirá.
 
En efecto, los planes de estímulo siguen siendo pieza esencial en la gestión interna de gobierno. Hace bien poco se han rebajado los requisitos de pago en efectivo para hacer frente a la adquisición de segunda y sucesivas viviendas, con poco impacto en sus precios en las principales ciudades, sea dicho de paso. Con el recorte aprobado ahora se liberan 185.000 millones de euros y se beneficia la financiación interbancaria (por debajo del 3% por primera vez desde octubre), la concesión de crédito al sector privado y la compra por parte de la banca de los valores emitidos por ayuntamientos y regiones como parte del programa de préstamos por bonos aprobado por un régimen especialmente preocupado por la cohesión social. La bola sigue girando, que es de lo que se trata (Valor Añadido, "Si Grecia les da miedo, prepárense con China", 06-02-2015).
 
Es precisamente la confianza de que invertir en China se hace con red de protección gracias a la acción del Ejecutivo y banco central la que ha disparado las bolsas chinas hasta niveles de todo punto injustificables, especialmente si se tienen en cuenta las dudas que sobre transparencia y gobierno corporativo suscitan, no sin razón, buena parte de sus integrantes. Como ya señalamos en su día, todo lo que rodea ese mercado es excesivo, hasta el punto de alarmar a unos reguladores, conscientes de que un colapso de las acciones tendría repercusiones en cadena sobre la percepción de su realidad, alimentando la creencia de un inevitable hard landing (Valor Añadido, "12 gráficos sorprendentes de la bolsa más sorprendente del mundo", 02-04-2015).
 
 
De ahí que el pasado viernes –tras una revalorización hasta ese momento del 32% en 2015 y del 110% en doce meses– trataran de reconducir la situación endureciendo las condiciones para la operativa a crédito y favoreciendo simultáneamente la venta en corto a través del impulso al préstamo de valores. La virulenta reacción de los inversores, con caídas en los principales índices superiores al 5%, llevó a los supervisores a matizar el mensaje apenas 24 horas más tarde y afirmar –excusatio non petita– que ambas iniciativas distaban mucho de querer enfriar un mercado que “no debe sobreinterpretar estas medidas”. Donde dije digo...
 
En fin.
 
China parece ir, en lo que a la gestión de su crecimiento respecta, de Guatemala a Guatepeor. Todo lo que rodea su actividad productiva empieza a oler peligrosamente a sobrecapacidad, ineficiencia y –quién lo iba a decir– falta de competitividad debido a una divisa que tampoco ayuda. Siendo como ha sido su economía el principal motor del mundo en los últimos años, su colapso, de producirse finalmente, tendrá consecuencias globales. El problema de los palos de ciego que sus dirigentes están dando para salvar la situación es que la conjunción que aplicar está pasando rápidamente del if al when. Cuidado.

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