El pasado del dueño de Abanca está envuelto en la nebulosa, pero está claro que se hizo millonario gracias al Gobierno de Hugo Chávez y que considera que quien no está con él está contra él
EDUARDO SEGOVIA
Cuando los antiguos propietarios del Banco Etcheverría convencieron a Juan Carlos Escotet de que pujara por Novagalicia (NCG Banco) a finales de 2013, el banquero venezolano se dirigió en busca de ayuda a su bufete de confianza, Cuatrecasas, el que le había diseñado todo el holding en España desde el que agrupa todas sus participaciones internacionales para no pagar impuestos. La respuesta de este despacho catalán fue que no podían ayudarle en este proceso porque ya se habían comprometido con La Caixa, la entidad española más interesada en la fusión nacionalizada de las cajas gallegas. Lejos de comprender el evidente conflicto de interés que impedía al segundo despacho español asesorarle en este proceso, montó en cólera y decidió dejar de trabajar con Cuatrecasas para los restos.
Este rifirrafe, que refieren fuentes de toda solvencia, ilustra a las claras la forma de ser del banquero venezolano, que aplica la máxima bíblica de que "el que no está conmigo está en mi contra" sin aceptar la independencia y la neutralidad del resto del mundo, ya sean asesores, reguladores o medios de comunicación. Algo que recuerda a ciertos miembros de nuestro empresariado cañí. Sólo acepta adhesiones inquebrantables, los demás son enemigos; y, rizando el rizo, se empeña en ver detrás de esas actitudes "en su contra" conspiraciones y manos negras. A la inversa, trata de ganar voluntades a su causa con todo tipo de prebendas, como el famoso viaje al Caribe para los periodistas financieros españoles.
Con esta política, se ha rodeado de una guardia pretoriana de incondicionales cuya máxima virtud es la lealtad absoluta a su líder. Entre ellos, sobresale sufacótum Salvador Eduardo Cores o Luis Xavier Luján, ambos apoderados de las cuentas de Escotet en el HSBC de Ginebra según la célebre lista Falciani que publicó en exclusiva El Confidencial en España. Tras su desembarco en nuestro país, ha sumado a su círculo de incondicionales a Francisco Botas, que era el consejero delegado del pequeño Etcheverría y que ahora lo es de Abanca -blindaje incluido- pese a su absoluta inexperiencia en entidades grandes, en sustitución de José María Castellano, a quien podría haber mantenito para facilitarle la transición. Lo mismo hizo con el director de comunicación de Novagalicia, fajado en mil batallas tras la nacionalización y la etapa de Castellano, que fue relevado por alguien sin conocimientos pero rendido a la causa.
De hecho, fueron los gestores del Etcheverría, el primer banco que compra Escotet en España por unos 60 millones (hay discrepancias sobre la cifra), los que le incitaron a entrar en la subasta de Novagalicia, que en principio veía demasiado grande -tenía el doble de tamaño que su banco internacional, Banesco-, con el argumento de que era una oportunidad de oro para jugar en Europa y que no iba a tener otra igual. El apoyo del presidente de la Xunta, Alberto Núñez Feijóo -que cambió de caballo ante las reticencias que puso el Banco de España al fondo Guggenheim y cuyo objetivo era evitar que ganara La Caixa-, lo terminó de convencer. Eso sí, cuando Escotet decide que quiere algo, se asegura de conseguirlo. Por eso, pagó muchísimo más que sus rivales por la amenaza de una oferta fantasma de 700 millones de JC Flowers.
Hecho a sí mismo pero enriquecido por Chávez
La otra característica destacada de Escotet, aparte de esta exigencia de lealtad, es que tiene su pasado en una nebulosa. Así, la biografía oficial dice que empezó como chico de los recados con 17 años, a la vez que estudiaba en la universidad por la noche, en Banco Unión, entidad que muchos años después sería absorbida por Banesco. Pero otras fuentes hablan del banco Progreso propiedad de Orlando Castro, un financiero que acabó pasando cinco años en prisión en EEUU por blanqueo de capitales.
Sea como fuere, parece claro que Escotet es un hombre hecho a sí mismo procedente de una familia de inmigrantes (padre leonés y madre asturiana) que consiguió el apoyo de algunos hombres importantes de la oligarquía venezonala de los 80 para fundar una casa de bolsa (Escotet Valores), donde tuvo tanto éxito que ganó lo suficiente para acometer la adquisicón de varios bancos a precio de derribo en la gravísima crisis financiera que sufrió Venezuela a mediados de los 90. Esas compras, que recuerdan el origen de empresas españolas como OHL, son el embrión de su imperio financiero que renombró como Banesco (BANco ESCOtet), pero éste no daría el gran salto hasta la llamada Revolución Bolivariana de Hugo Chávez.
Durante su mandato, toda la banca venezolana se 'puso las botas' gracias a las ingentes necesidades de financiación del Estado para acometer sus enormes gastos sociales y en infraestructuras, que han llevado al país donde está hoy porque se basaban en que el petróleo seguiría caro para siempre, pero que aseguraron las victorias electorales del Comandante. Los bancos prestaban al Gobierno y colocaban su deuda pública en los merrcados internacionales con jugosas comisiones (y hacían arbitraje entre la denominada en bolívares y la denominada en dólares para aprovechar el tipo de cambio). Al mismo tiempo éste les permitía no pagar prácticamente intereses a los depositantes, es decir, el mundo soñado para la banca. De hecho, el profesor de la Universidad Católica de Caracas, Andrés Bello, declaró a Bloomberg que, "mientras Chávez era presidente, los bancos ganaban dinero sin hacer prácticamente nada".
Eso hizo que muchos advenedizos se metieran a banqueros en busca de la ganancia fácil y rápida. Pero, como explica el periodista Emili Blasco en su libro Bumerán Chávez, era imprescindible tener buenas relaciones con el Ejecutivo: "El negocio bancario era especialmente atractivo como medio para generar rápidas ganancias, pues en un clima de fáciles contratas públicas si se tenían las conexiones adecuadas, lo que hacía falta simplemente era aportar capitales para construir sociedades que iban a tener inmediata cartera de clientes o pedidos, y los banqueros sin muchos escrúpulos podían tomar prestado el dinero de los ahorradores o autoprestarse créditos".
Estas buenas relaciones, y la diversificiación internacional emprendida por Banesco en Panamá, Puerto Rico, Florida, República Dominicana, Bahamas y Colombia- permitieron también a Escotet escapar de las nacionalizaciones masivas de bancos cuando estalló la crisis financiera. No obstante, siempre ha conseguido mantener una imagen de equidistancia con el régimen, que le ha valido las críticas de la oposición, con la que se alinea la mayoría de los empresarios de su país. Para lograr esa apariencia, le vinieron muy bien los ataques que le lanzó Chávez en televisión en varias ocasiones, como el famoso "Escotet, se te va a pudrir esa plata por ahí. Suelta esa plata. ¡Desembucha!", que sonaba en el móvil de Escotet cada vez que recibía una llamada. O gestos como una foto en la que aparecía votando a la oposición.
Fortuna en entredicho y escándalos varios
Las críticas de los opositores se acentuaron cuando fue el único empresario conocido que acudió al velatorio de Chávez, de punta en blanco como es habitual en él. Poco después, entraba en la lista Forbes con una fortuna personal de 1.400 millones de dólares, que se eleva a 3.200 en la última edición. Una fortuna que, al igual que la valoración de Banesco, está en entredicho porque se calcula con el tipo de cambio más favorable entre el bolívar y el dólar, al que en teoría sólo tienen derecho las empresas estratégicas. Por comparación, BBVA ha adoptado el tipo de cambio más desfavorable para depreciar en más de un 90% el valor de su filial venezolana. Sin llegar a esta paridad desastrosa, sino con la vigente hace un año, Banesco no valdría 35.000 millones de dólares sino 4.800, según el periodista venezolano afincado en Londres Alek Boyd.
Además de todas estas sombras, su relación con el chavismo y su 'conmigo o contra mí', Escotet se caracteriza por no tener pelos en la lengua
No es la única sombra que se cierne sobre Escotet. También se ha visto envuelto en varios escándalos fuera de su país. Así, Boyd cuenta que ha tenido problemas tanto en Puerto Rico como en Florida por no cumplir los duros requisitos de control del blanqueo de capitales que existen en EEUU. Como ha publicado El Confidencial, aquí Abanca también está siendo investigado por el Sepblac. Asimismo, está relacionado con el 'escádalo Derwick', un caso de nepotismo y corrupción: esta empresa constituida en EEUU obtuvo contratos en Venezuela valorados en 3.000 millones sin licitación, para lo que habría pagado sobornos a través de Banesco en Panamá a varios altos cargos del régimen, incluyendo el presidente de la Asamblea Nacional, Diosdado Cabello. Existe una denuncia sobre este caso en Nueva York presentada por el exembajador de EEUU, Otto Reich.
Sin pelos en la lengua... ni delante de Rajoy
Además de todas estas sombras, su relación con el chavismo y su "conmigo o contra mí", Escotet se caracteriza por no tener pelos en la lengua en sus intervenciones públicas, sin importarle las consecuencias. Ya hemos tenido varias muestras desde que ha llegado a España. Así, en un encuentro de inversores latinoamericanos celebrado en octubre al que acudió el propio Rajoy, no tuvo empacho en tirar por tierra la tesis gubernamental de que el dinero viene a España por las grandes perspectivas de nuestra economía, y dijo que el principal atractivo son los bajos precios mientras que las rentabilidades sólo llegarán a largo plazo.
Más recientemente, en los Encuentros del sector financiero que organiza Deloitte -donde apareción con más guardaespaldas que cualquier banquero español-, sedespachó a gusto con Castellano, al que acusó de que el banco perdiera 10 puntos de cuota de mercado en Galicia y de que nadie conocía la marca, por lo que la cambió por Abanca. En petit comité es aún más lenguaraz: al desembarcar en España, presumió de haber despedido a 3.000 personas del tirón en Venezuela, pero entre risas avisó a sus interlocutores: "No os preocupéis, eso no se lo voy a decir a los sindicatos de aquí".
Pese a todo, cada vez que aparece en un acto, inmediatamente le rodean decenas de personas que buscan desesperadamente venderle cualquier cosa apelando a conocidos comunes o a orígenes latinoamericanos. Nuevos candidatos a engrosar su tropa de incondicionales.
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