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martes, 26 de mayo de 2015

¿Cómo sería el impago de Grecia y su salida del Euro?

 
 
Hoy es unos de esos días en los que los titulares achacan las caídas en la bolsa española [Ibex 35, -2%] a una mezcla del resurgimiento de los izquierdistas en España y a las amenazas de impago de Syriza en Grecia. Es decir, a los jaleos que provocan los partidos de clase.
 
 
 
 
Y es bien cierto que hoy la bolsa española ha caído ese 2% y que las mismas magnitudes bajistas se han visto en Italia, Portugal y aún algo más en Grecia. Es decir, todo el sur de Europa ha temblado.
Este tipo de eventos, en las que las relaciones causales aparentemente se observan con la máxima claridad, son los que acaban modelando la opinión y el entendimiento de muchos.
 
Así, la enorme mayoría un día ve que Podemos y Syriza con sus acciones y palabras "tumban" la bolsa y entonces ya se imaginan que el factor principal de las cotizaciones son Pablo Iglesias y Alexis Tsipras; que todo lo que se necesita saber para invertir es que harán o decidirán estos tipos. Si Tsipras decide pedir un rescate eso es alcista y si Tsipras decide impagar y salirse el euro eso es bajista.
 
Por el mismo mecanismo psicosomático, los inversores cuando ven que habla un banquero central y los mercados se disparan en cuestión de minutos, empiezan a entender que un banquero central lo es todo; que todo lo que se necesita saber para invertir es saber que harán o decidirán estos dirigentes. Si Draghi mira arriba entonces lo mejor es comprar y si mira abajo lo mejor es vender.
 
Cuanto menos, los inversores deberían ser lo suficientemente prudentes para entender que puede haber causas que provocan volatilidad a corto plazo pero que no tienen por qué tener un gran significado a medio y largo plazo.
 
Mi postura es que los Banco Centrales tienen una influencia mucho menor de lo que la gente le asigna porque en realidad son muy reactivos a lo que va sucediendo y no al revés. Más bien su influencia se manifiesta en toda su "grandeza" por los errores que comenten que por los aciertos que tienen. Que se lo digan a Alan Burbujas Greenspan o a Trichet que tuvo la feliz ocurrencia de pensar que Europa necesitaba una subida de tipos en 2011.
 
 
 
Influyen, pero la realidad les supera.
 
Y mi postura sobre el tema de Podemos y de Grecia en particular, es que hace mucho que Grecia y su posible impago y salida del euro apenas pueden influir ya en la realidad europea (ver Por qué Syriza es un factor alcista para las bolsas europeas)
 
Este tema puede provocar volatilidad a corto plazo -sin duda- pero su efecto a medio plazo es muy limitado (no cambian la tendencia primaria de la bolsa) porque los mercados han tenido ¡media década¡ para digerir esta realidad. Y donde no hay sorpresa no hay efecto sostenido.
 
Los acreedores de Grecia son bien conocidos -principalmente la propia Europa- y un nuevo impago de Grecia no provocaría un efecto dominó en el sistema financiero porque todo el mundo sabe desde hace mucho tiempo quien se vería afectado. Y, por tanto, un tema tan antiguo y tan transparente ya está descontado.
 
Finamente, su salida del euro desde luego puede provocar algunos días y semanas de volatilidad, pero la economía griega es minúscula, una mota de polvo en toda la estructura europea.
 
Muchos argumentan que su salida puede tener un gran significado porque significaría que se desquebraja todo el sistema europeo, el proyecto común. Si de lo que se trata es de usar argumentos retóricos también se podría argumentar que Grecia es como un cáncer y que, una vez extirpado, Europa puede volver a la vida.
 
Razonamientos retóricos aparte, lo cierto es que la economía griega es menor que la de la ciudad de Detroit y cuando ésta entró en quiebra en julio de 2013 los mercados ni tosieron.
 
 
 

Sin nuevas sorpresas y sin tamaño para realmente marcar la diferencia, el tema griego es principalmente ruido a estas alturas. Una buena excusa para provocar caídas un día o unos cuantos. Nada más.
 
Grecia seguirá siendo de los griegos y los mercados de la oferta y la demanda.

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