¿Podría la ‘regla de Taylor’ haber impedido la burbuja inmobiliaria?
Mateusz Machaj, Thomas Woods Jr.
[Transcripción del episodio de 22 de septiembre de 2014 del Tom Woods Show]
[Transcripción del episodio de 22 de septiembre de 2014 del Tom Woods Show]
Tom Woods: La regla de Taylor ha sido citada durante mucho tiempo por tantas personas que se describen como economistas de libre mercado que se ha convertido en más o menos una idea convencional que la regla de Taylor es una buena guía para que el banco central formule la política monetaria. Empecemos explicando quién es Taylor y qué dice la regla de Taylor, de una forma que sea comprensible para el profano.
Mateusz Machaj: Bueno, John Taylor empezó a trabajar en política monetaria a principios de la década de 1990. Publicó un trabajo describiendo lo que estaba haciendo el Sistema de la Reserva Federal en la década de 1980 en términos de política monetaria y aparentemente descubrió que la Reserva Federal estaba siguiendo alguna versión de una regla de política monetaria, una especie de regla fija. Probablemente no era tan fija como la famosa regla de Friedman. Duró poco, pero seguía siendo una regla general para la política monetaria. Y era un trabajo puramente descriptivo. Y luego, después de unos años, de repente, a partir de este trabajo puramente descriptivo tenemos en la literatura un florecimiento del concepto de la regla de Taylor, basado en este trabajo, como si fuera alguna proposición normativa de cómo realizar una política monetaria correcta, cuando solo era una descripción de lo que se había hecho en la década de 1980. Y así llegamos a todo esto de la regla de Taylor.
Asimismo, a principios del siglo XXI, se propusieron varias versiones de la regla de Taylor como política monetaria. Por desgracia, fracasaron, pero el propio Taylor, en 2009, después de que empezara la Gran Recesión, publicó un trabajo argumentando que el Sistema de la Reserva Federal no estaba siguiendo su regla y que esa fue la razón del auge inmobiliario y fue el principal factor en la recesión. Y, por tanto, de su descripción, con varias personas digamos tibiamente pro-mercado con una especie de idea friedmanita de tener reglas públicas que se supone que limitan el gobierno, tenemos la idea de seguir la regla de Taylor que estaría limitando de alguna forma al gobierno, proponiendo una especie de constitución monetaria o algo similar para estabilizar la economía. Pero, por supuesto, el principal problema es que esta misma regla es vaga, no está clara y en realidad abre la puerta a una política monetaria destructiva, porque sigue siendo una política monetaria llevada a cabo por el gobierno, por una agencia del gobierno.
TW: Correcto, así que, por supuesto, ese va a ser su problema definitivo. Pero una de las cosas que apuntas en tu trabajo es que incluso si aceptáramos la idea de que la regla de Taylor es una buena política, incluso si aceptáramos la idea de que deberíamos tener alguna regla que superara lo que ocurriría espontáneamente en el mercado, hay sin embargo problemas prácticos incluso con la implantación de la regla de Taylor, siendo uno de ellos indicar los datos que tendrían que usarse. Dependiendo de qué cifras uses, acabarás teniendo una regla de Taylor distinta. Antes de ocuparnos de eso, ¿qué dice exactamente la regla de Taylor que debería hacer el banco central? Está diciendo: si hubieras escuchado a mi regla de Taylor, los tipos de interés habrían sido mayores y no habrías tenido esta burbuja inmobiliaria. ¿Qué dice entonces la regla que debería hacer el banco central con los tipos de interés?
MM: La propia regla de Taylor es solo una ecuación y la ecuación puede tener muchas formas diferentes. Para hacerla tan sencilla como sea posible para nuestros oyentes, la ecuación dice que se supone que tienes que llegar a un cierto nivel de tipos de interés establecido por el banco central basándote en dos variables principales más: inflación de precios y el llamado diferencial de producción. Aparte de eso, tenemos algunos coeficientes adicionales que ponemos en la ecuación y escribimos el número final. Por supuesto, cuanto mayor sea la tasa de inflación, mayor será el tipo de interés recomendado por el banco central y cuanto mayor sea el diferencial de producción (es decir cuanto más lejos estemos de, digamos, la producción potencial) se supone que más bajos estarán los tipos de interés para potenciar la economía y llegar al nivel potencial. Ahora, hay dos problemas principales con esta aproximación, un grupo con objeciones ortodoxas a la propia regla y el otro empleando objeciones austriacas. Bueno, la objeción ortodoxa sería que tienes varios problemas con las mediciones, como mencionaste. Es decir, cómo mides la inflación de precios y cómo mides el llamado diferencial de producción. Y hay montones de artículos escritos dentro de la literatura ortodoxa que en realidad argumentan que hay problemas serios con la medición de la llamada producción potencial. Algunos economistas ortodoxos argumentan que deberíamos librarnos de ella y olvidarla, porque varias formas de medir esta producción potencial son en realidad tan vagas que deberíamos minimizarla completamente y olvidarla.
TW: Bueno, en realidad, déjame entrar en este tema del diferencial de producción, porque este es un término con el que creo que no está familiarizada la mayoría de la gente normal. El diferencial de producción es algo que escucharemos especialmente entre economistas keynesianos cuando hay una recesión. Dicen que hay una necesidad urgente de programas de estímulo porque cada día que no haya estímulo, estamos perdiendo producción potencial. Nuestras fábricas están ociosas, nuestros trabajadores están ociosos. Tenemos este potencial para producir todos estos bienes porque, mirad, tenemos las materias primas, tenemos las fábricas, tenemos la gente, pero nada de esto se reúne y el estímulo puede hacerlo. En otras palabras, cada día que no se reúnen, perdemos producción potencial, porque potencialmente podríamos estar produciendo a este nivel tan alto, pero debido a las condiciones de recesión y el desempleo de recursos, solo estamos produciendo a este nivel tan bajo. Así que hay un diferencial de producción entre lo que produciríamos si todo se empleara con provecho, frente a lo que estamos produciendo ahora cuando algunas cosas no se están empleando. Eso quiere decir el diferencial de producción. ¿Tengo razón?
MM: Sí, sí. Bueno, a un nivel muy muy general, el propio término, producción potencial, tiene cierto sentido, por supuesto, porque todo economista te dirá que, cuando estamos en recesión, nuestras posibilidades de producción no se utilizan por completo. No se utilizan por completo porque tenemos un alto desempleo. Tenemos varios factores de producción escasos y ociosos que podríamos emplear para aumentar nuestra producción. Así que, a un nivel muy muy general, esto es muy correcto, pero la cuestión es ¿cómo resolvemos este problema? ¿Cómo nos aseguramos de que todos estos diversos factores se emplean de hecho? Lo diversos programas de estímulo, programas públicos que se han usado generan a menudo alguna forma de empleo de estos factores, pero este empleo es a costa de malas inversiones creadas por el gasto público o ese estímulo público, es decir, por consumo de capital. Así, hay un famoso trabajo del economista austriaco Fritz Machlup acerca de consumo de capital en Austria, donde describe diversas políticas públicas que generaron algún estímulo para la actividad económica, pero el resultado final después de muchos años fue que hubo un enorme consumo de capital y una disminución en el nivel general de riqueza del país. Así que, por supuesto, la cuestión es que cuando estamos en recesión, la producción real está por debajo de algún nivel de producción potencial, es verdad. Por supuesto, cuando tenemos un alto desempleo, podríamos llegar a niveles más altos de empleo, pero la cuestión es cómo llegamos allí y cómo nos aseguramos de que un aumento en el empleo y un empleo en el uso de factores de producción genera un crecimiento permanente, mayor y sostenible. Esa es la cuestión clave.
TW: Sí, exactamente. Me parece que la idea del diferencial de producción da por sentado que la actual configuración de la estructura de producción es óptima y todo lo que tenemos que hacer es acelerarla otra vez, volver a empezar. ¿Pero qué pasa si en realidad el empleo de recursos es incorrecto en algún sentido? Entonces hay un problema. En otras palabras, como dices más adelante en tu trabajo, están pensando en términos de volúmenes en lugar de en términos de patrones de capital.
MM: Exactamente, ese es el mensaje keynesiano básico. Esa es la esencia de la economía keynesiana. En algún lugar de su Teoría General, Keynes escribía, creo, decía: “No me preocupa la dirección del empleo, me preocupa el volumen del empleo”. Por eso todas esas argumentaciones acerca de gente cavando hoyos y luego llenándolos de nuevo con lo que sea, basura, o poniendo dólares impresos en botellas y luego enterrándolos de nuevo. Todos esos argumentos se basan en diversos argumentos keynesianos, que en realidad se basan en esta idea de que nos centramos en el volumen, no en la dirección. La economía clásica y especialmente la economía austriaca se centran más en la dirección del empleo, es decir, en cómo empleamos los recursos en diversas etapas de la producción y en diversos lugares de la economía. Así que esto es lo que importa para la eficiencia a largo plazo. Siempre es fácil gastar dinero en lo que sea y contratar a gente, pero la gran pregunta es: ¿podemos continuar con esto durante un plazo más largo, no solo un par de meses o dos años?
TW: ¿Cuál es entonces el papel que desempeña esta idea del diferencial de producción en Taylor? ¿Está diciendo que tenemos que ver el diferencial de producción (que es un concepto difícil para empezar e indudablemente difícil de medir) y que ese sería uno de los factores que decidirían cuál debería ser el objetivo del banco central en el tipo de interés?
MM: Correcto. Hay varias formas de medir la producción y no hay razón para suponer que una sea mejor que la otra. Cada una de esas formas puede darnos resultados completamente distintos. Y por tanto tendríamos distintas recomendaciones para el tipo de interés. Así que, usando un concepto de diferencial de producción, el resultado puede ser del 5% y usando el otro concepto de producción potencial y de diferencial de producción, tendríamos recomendaciones de un tipo de interés, por ejemplo, del 2,5%. Hay una gran distancia entre 5 y 2,5. Es una diferencia enorme. Pero en cualquier caso, cualquier tipo de forma que estemos usando… originalmente, Taylor estaba usando un concepto, digamos, muy muy cómodo: se centraba en la tendencia. Así que decía básicamente que miráramos solo la tendencia a largo plazo, y la tendencia nos mostraba la producción potencial y simplemente nos centrábamos en eso. Así que es una de las posibles formas de hacer esto. Pero sea cual sea el tipo que usemos, ya sea la tendencia general o se base en alguna forma de modelos econométricos o en alguna otra forma, llegamos a un cierto nivel agregado de algo, de producción potencial. Es como decir, por ejemplo, que llegamos a una observación de que la producción potencial es un 3% superior a la producción total. El problema metodológico básico con esto es que es una cifra completamente agregada y promediada. Así que no dice nada en absoluto acerca de la dirección del empleo. No dice nada en absoluto acerca delas malas inversiones. Solo que ese número que hemos sacado de los datos actuales, es decir, el Producto Interior Bruto y una variable completamente inventada a la que llamamos producción potencial, difieren en un 3%. Así que no dice nada en absoluto acerca del grado de malas inversiones y problemas en la dirección del empleo de los factores de producción. Es decir, no te relaciona en modo alguno el tipo de interés con lo que está pasando en la economía. Y ese es el problema macroeconómico fundamental que veo en esta regla.
TW: Volviendo a los asuntos prácticos de las distintas formas en que pueden medirse este tipo de cosas, diferencial de producción o inflación, de forma que puedes acabar con distintas reglas de Taylor (dependiendo de qué datos uses tendrás un resultado distinto y una receta política distinta), encuentro interesante en tu trabajo que un economista de la Fed de Atlanta, un tal David Altig, llegara aparentemente a una versión de la regla de Taylor, utilizando su versión de los datos, que demostraban que la Fed sí siguió la regla de Taylor durante los años de la burbuja inmobiliaria.
MM: Sí, exactamente.
TW: ¿Qué útil puede ser entones esto si puede usarse tanto para condenar como para alabar a la Fed?
MM: Exactamente, exactamente. Se trata de eso. En mi trabajo, tengo la presentación de Taylor en la que demuestra que la Fed debería haber seguido su versión de la regla. Por tanto, los tipos de interés habrían sido mayores, así que no habría habido auge inmobiliario. También doy el ejemplo de Altig, de la Reserva Federal. Por supuesto, lo presentí durante los años de auge y demostraba que estábamos siguiendo la regla de Taylor y estaba funcionando. Por supuesto, usaba tipos distintos de datos. Y luego doy mi versión de la regla y demuestro que podemos tener una recomendación de la regla de Taylor con tipos de interés aún más bajos que los que estableció Alan Greenspan. Así que habríamos tenido un auge inmobiliario aún mayor del que hubo. Así que todo esto acerca de la ambigüedad de los datos está presente en la literatura ortodoxa. Asimismo, está la idea que podemos mencionar de que cuando recogemos los datos resulta siempre un reto, porque el banco central, cuando usa los datos, usa datos pasados. Pero los datos se revisan constantemente. Por ejemplo, los datos acerca del Producto Interior Bruto pueden revisarse y las revisiones son importantes.
[El economista Athanasios] Orphanides, que es famoso en la literatura por criticar la regla de Taylor, señala que solo podemos conocer los datos pasados, pero estos datos pueden revisarse en meses y tenemos que tomar una decisión ahora mismo. Así que sobre si deberíamos hacer algo con los datos revisados después de eso o centrarnos más en datos previstos, porque, por supuesto, no nos interesan los datos pasados de inflación, nos interesan los datos futuros de inflación, es decir, nos interesa lo que ocurrirá en el futuro.
Así que esto complica aún más el tema y todo esto está presente en la literatura ortodoxa, así que estamos hablando sobre el primer grupo de argumentos, el de que tenemos todos estos tipos de problemas acerca de aquellas variables que hacen toda la idea de la regla de Taylor dificilísima de aplicar para una política monetaria exitosa. Esto es bastante similar a problemas con la llamada regla de Friedman. Recuerdas las famosa regla de Friedman, que ahora mismo está murta, acerca del crecimiento de la oferta monetaria cada año. Luego resultó que teníamos algunos problemas porque no estábamos seguros sobre cómo medir la oferta monetaria. Tenemos diversas formas de medir que pueden cambiarse y todo eso. La regla de Taylor es aún más difícil, porque no es cuestión de una sola variable llamada “oferta monetaria”. Es cuestión de variables inventadas, como la producción potencial, es cuestión de variables medidas, como la producción real, que se revisa constantemente, y está por supuesto el problema de la inflación de precios. Tenemos varios índices de inflación de precios, ¿verdad? Pueden diferir. Tenemos la inflación subyacente. Tenemos el índice de gastos de consumo personal. Tenemos diversas maneras de medir la inflación de precios. ¿Cuál escogemos entonces para la ecuación para llegar a tipos de interés exitosos? Ese es el problema y ese es el problema incluso desde la perspectiva ortodoxa. Esa es una de las cosas en las que he tratado de centrarme en mi trabajo, es decir, en las objeciones ortodoxas a la propia regla, porque aparte de eso, tenemos fuertes objeciones austriacas a la misma.
TW: Correcto, número uno, el propio concepto de diferencial de producción, y en segundo lugar la misma idea de política monetaria. Por supuesto, si queremos llegar a una crítica realmente devastadora, deberíamos empezar por aquí.
Cuando tú yo compartimos un despacho durante una semana este verano en el Instituto Mises, te enseñé un artículo que había escrito David Stockman sobre la regla de Taylor (David Stockman, el antiguo director de la Oficina de Gestión y Presupuesto bajo Reagan) y yo solo quería compartir con la gente el párrafo que te señalaba en concreto. Cita este largo pasaje de Taylor y dice: “Solo un buscador de poder académico podría venir con un invento del TBO tan ridículo. Simplemente relee la regla política del segundo párrafo. La tasa de inflación del cuarto trimestre, cuando hay 27 versiones distintas publicada por las fábricas de estadísticas del gobierno, todas las cuales se han manipulado y deformado a lo largo de los años, un medio de la desviación del PIB nacional respecto al PIB ‘potencial’, que no puede medirse en una economía global dinámica y una constante mágica llamada dos. Al menos tiene el humor de dar su nombre a este galimatías”. Por desgracia, no puedes escribir eso en un trabajo académico.
MM: Es verdad. Hay también algo que tenemos que recordar. Incluso dejando aparte los argumentos acerca de la ambigüedad de los datos y la incertidumbre sobre las mediciones, hay un elemento hayekiano que tenemos que recordar cuando criticamos la regla de Taylor. Porque incluso si se asume que haya algún tipo de versión de la regla en el que tengamos mediciones del diferencial de producción y tengamos inflación de precios y vayamos adelante, tenemos recomendaciones políticas para el tipo de interés. Lo que pasa es que, al usar ese nivel de tipo de interés, solo actuamos sobre dos variables. Es decir actuamos contra ciertos niveles de inflación y cierto nivel de esos supuestos diferenciales de producción. Pero solo satisfacemos esos objetivos macroeconómicos que tenemos en nuestras mentes o nuestros papeles públicos. Lo que olvidamos es que siguiendo ese tipo de política podemos seguir teniendo auges de malas inversiones y burbujas financieras y se trata de eso.
Porque incluso cuando miras los trabajos de Taylor de 2009, en los que demuestra que los tipos de interés deberían haber sido más altos, no da ninguna explicación de cómo se supone que esta ecuación, la ecuación de Taylor, se relaciona con la estabilidad macroeconómica. Solo la supone. Solo dice, mirad ahora, los tipos de interés podrían haber sido superiores y, por supuesto, si hubieran sido superiores, no hubiera habido más auge inversor. Bueno, está bien, pero no es realmente un argumento teórico. Mientras, la contribución más importante de Hayek, en términos macroeconómicos, es la demostración de que incluso si perseguimos alguna variable macroeconómica concreta, seguimos pudiendo tener auges de malas inversiones y burbujas financieras. Es decir, que, por ejemplo, si ponemos un objetivo de inflación del 0%, podemos seguir produciendo expansiones de crédito que producirán malas inversiones y pasa exactamente lo mismo con la regla de Taylor. Incluso si asumiéramos la regla de Taylor y tratáramos de llegar a un diferencial de producción de cero, es decir, de llegar a la producción potencial, e incluso si tratáramos de llegar a ciertos niveles de inflación de precios al mismo tiempo, seguiríamos produciendo expansión del crédito que puede generar burbujas financieras y más auges inversores y esa es la segunda parte del argumento contra la regla de Taylor.
TW: Bueno, Matt, agradezco que nos dediques tu tiempo hoy a hablar de esto. Como digo, es un tema en el que muchos economistas de libre mercado se equivocan hasta el punto de que mucha gente puede simplemente pensar, sin saber mucho de ello, que la regla de Taylor debe ser algo así como un principio de libre mercado, pero, por supuesto, por su propia naturaleza, no puede serlo. Y cuando vemos incluso los problemas prácticos, dejando aparte los teóricos, vemos que tiene que descartarse, junto la regla de Friedman de crecimiento constante de la tasa de dinero. En lugar de tratar de inventarse todas estas reglas, ¿qué hay de dejar simplemente que el mercado, en el que se supone que esta gente cree, maneje esta cuestión?
MM: Se trata de eso. Bueno, el tipo de interés es solo un precio. Es un precio y se supone que un precio refleja las condiciones en el mercado. Es eso. No se supone que refleje el equilibrio entre la inflación general de precios y el llamado diferencial de producción. El papel y la función del tipo de interés es equilibrar ahorros e inversión en los mercados financieros. Esa es la clave. Así que no se supone que tenga que manipularlo la entidad llamada banco central para llegar a algún objetivo macroeconómico de tener una tasa de inflación cero. Bueno, por supuesto, es siempre el 2%, ¿vale? Los precios estables se definen en la literatura ortodoxa como una inflación del 2%, por supuesto, para dejar algún margen a una impresión extra para el gobierno. Pero, en todo caso, el tipo de interés se supone que equilibra el lado de la demanda y el lado de la oferta en el mercado financiero, en el mercado del ahorro, en los mercados del préstamo, etc. No se supone que satisfaga nuestras preferencias por una variable macroeconómica concreta que se asuma como objetivo. Es una función muy muy diferente y esa es la regla.
No sé por qué la gente es tan sentimental con la regla de Taylor. Quizá los pro-mercado, economistas tibiamente pro-mercado, bueno, piensen en términos de reglas para el gobierno y algunos piensen que si tenemos reglas cortas y sencillas para las actividades del gobierno, entonces resulte algo muy parecido a un mercado libre, pero no es realmente el caso. Puedes escribir una regla sencilla que diga que el gobierno posee todo. No significa que estemos más cerca del mercado libre cuando defendemos esta regla ¿verdad? Así que tenemos que tener siempre cuidado acerca las cosas que inventan para el gobierno. No se trata de tener reglas sencillas y claras. Se trata también de tener reglas que generen un menor poder del gobierno. Se trata de eso.
Publicado el 28 de octubre de 2014. Traducido del inglés por Mariano Bas Uribe. El artículo original se encuentra aquí.
La regla de Taylor no nos salvará
Mateusz Machaj
Se han planteado diversas críticas contra la Fed, no solo desde el bando de los que están a favor de la abolición de la banca centralizada sino también del bando de quienes argumentan que la Reserva Federal es indispensable para la estabilidad. Uno de esos argumentos vino del respetado economista John Taylor, que es el autor de la a menudo mencionada “regla de Taylor” sobre cómo llevar acabo la política monetaria, con dos republicanos de la Cámara proponiendo recientemente imponer esta “regla” a la Fed.
Como Taylor, los políticos que defienden esa regla culpan de la Gran Recesión a al enorme expansión del crédito. Por desgracia, esos políticos normalmente no están convencidos por el argumentoaustriaco a favor de la abolición de la Reserva Federal. Por el contrario les convencen las demostraciones estadísticas de John Taylor. Según Taylor, la Fed puso los tipos de interés demasiado bajos al principio de este siglo, lo que llevó a un auge inmobiliario insostenible. Sin embargo añadió: hubiera bastado con que el banco central siguiera su regla de los niveles apropiados de tipos de interés para que la política monetaria hubiera funcionado muy bien.
Para Taylor, el tipo de los Fondos Federales en años recientes debería haber sido algo así:
Lo primero a advertir acerca de la regla de Taylor es que, hablando estrictamente, no existe una regla universal de taylor. Hay muchas posibles reglas de Taylor, dependiendo de una variedad de factores, sobre los cuales no hay acuerdo. Cualquier versión de la regla depende de forma crucial del uso de variables matemáticas y sus coeficientes en la ecuación utilizada, que se usa para calcular el nivel “correcto” de tipos de interés fijados por el banco central. Esas variables principales son la inflación de precios y el llamado “diferencial de producción”, la diferencia entre la “producción real” y la “producción potencial”.
Dependiendo de qué variables escojamos exactamente y cómo las usemos, podemos tener reglas diferentes y por tanto distintas recomendaciones de política de tipos de interés. Todo está bien documentado en la literatura ortodoxa. Los economistas discrepan en cómo medir la “producción potencial” (¿deberíamos usar tendencia, modelos econométricos o “modelos de función de producción”?) y no hay acuerdo sobre cuánta importancia debería asignársele. Hay discusiones sobre la naturaleza de los datos que se van a usar: ¿deberían ser los registrados actualmente o en tiempo real o deberían ajustarse de alguna manera, ya que toda serie de datos antes o después se convertirá en datos revisados? ¿O Quizá como la política monetaria requiere tiempo deberíamos centrarnos más en los datos previstos, en lugar de mirar solo al pasado inmediato? Podemos añadir a esto el toque austriaco: haya problemas con las mediciones apropiadas de la inflación de precios (varios índices puede diferir significativamente) e incluso las mediciones de producción real pueden cuestionarse como indicadores apropiados de actividad económica.
En realidad resulta que puede haber varias versiones de la regla de Taylor. Por ejemplo, podemos tener una que recomendaría tipos de interés más bajos de los que teníamos al inicio de este siglo o podemos tener una versión de la regla de recomendaría tipos de interés más altos. O podemos tener una que no sugiera ningún cambio. La investigación no nos da ninguna respuesta clara sobre qué versión dela regla debería escogerse.
Una versión particular que está usando John Taylor para su crítica a Alan Greenspan, por ejemplo, sirve como demostración ex post de que los tipos de interés deberían haber sido más altos. Pero no hay nada realmente tan especial acerca de esta inferencia. Después del hecho, cualquiera puede aportar una versión alternativa de cualquier regla para demostrar que los tipos de interés deberían haber sido más altos.
La pregunta crucial a responder es la siguiente: ¿confiar en una versión concreta de la regla de Taylor puede abrir un camino a una economía a prueba de burbujas? Como se ha descrito antes, la regla de Taylor en cualquiera de sus versiones puede en el mejor de los casos conseguir el equilibrio entre un índice elegido para la “inflación de precios” y una forma elegida de medir el concepto inventado de “producción potencial” agregada.
El problema es que apuntar a cualquiera de esas variables macroeconómicas no es una receta para lacoordinación intertemporal entendida en el sentido hayekiano: como coordinación entre etapas sucesivas de producción. En sus obras principales, Hayek demostraba que centrarse en una variable seleccionada, como la inflación de precios, no es una fórmula apropiada para la estabilidad macroeconómica. En realidad, estabilizar el índice puede acabar causando desestabilizaciónmacroeconómica. Lo mismo pasa con las reglas de Taylor, aunque se esconda en la regla el concepto de “producción potencial”. Aun así, esta producción potencial describe la producción en su agregación, así que no puede abarcar la noción de coordinación intertemporal entre muchos individuos que actúan en innumerables sectores.
Las burbujas de malas inversiones siguen siendo posibles cuando el banco central sigue las reglas de Taylor, porque al centrarse en la producción potencial y la inflación e precios, el banco central dispara expansiones artificiales del crédito. Por ejemplo, solo tenemos que fijarnos en la burbuja punto com que se produjo a pesar de que los tipos de los fondos federales eran significativamente más altos en los noventa de lo que la versión más usada de la regla de Taylor recomendaría en ese momento.
La respuesta a la regla de Taylor es la regla de Hayek, que es la regla de equilibrar ahorro con inversión en mercados financieros verdaderamente libres. Entretanto, debemos soportar la situación actual de un mercado estimulado por el banco central con la pretensión de conocimiento acerca del precio “correcto” del dinero y el crédito.
Publicado el 17 de septiembre de 2014. Traducido del inglés por Mariano Bas Uribe. El artículo original se encuentra aquí.
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