(OroyFinanzas.com) – La semana pasada comenzamos una nueva serie de artículos dedicados a la política monetaria y su relación con el mundo actual. En el anterior artículo, discutimos qué podía hacer y qué no la política monetaria. Tanto en un sentido como en el otro, un instrumento de política económica sobresalió en aquellos tiempos por su importancia y aplicación: la Curva de Phillips.
1. ¿Qué es la Curva de Phillips?
La Curva de Phillips se define como la relación existente entre la inflación y el desempleo de una economía. Esta curva nace de los trabajos del economista William Phillips, el cual en 1958 publicó un estudio en el que descubrió la existencia de una relación negativa entre la tasa de inflación y la tasa de desempleo en la economía norteamericana entre los años 1861 y 1957. En este estudio, el autor observa cómo períodos de alta inflación están correlacionados con períodos de bajo desempleo y al contrario de la misma manera.
Este resultado empírico significó una revolución en la política económica ya que ponía en manos de los policy makers la reducción del desempleo mediante incrementos en la oferta monetaria y, por tanto, aumentos de la tasa de inflación. En este sentido, la Curva de Phillips se convirtió en la palanca decisiva de la política económica, haciendo crecer de forma sistemática la base monetaria para reducir el paro en un contexto de tasas de desempleo históricamente bajas.
2. ¿El fin de la Curva de Phillips? La época de estanflación y las expectativas racionales
Sin embargo, la feliz relación entre precios y paro se dio la vuelta a comienzos de los años setenta. En este período y a partir del fin del pseudo-patrón oro en 1971, la inflación se disparó en la mayoría de los países del mundo, especialmente en Estados Unidos y Europa, mientras que el paro crecía a un ritmo muy intenso, fenómeno que ha pasado a la Historia con el nombre de estanflación.
Esta situación echó por tierra la formulación vigente de la Curva de Phillips y trajo una nueva formulación basada en expectativas adaptativas: los agentes elaboran sus expectativas con base en la inflación observada en el período anterior, por tanto, la relación entre las tasas de paro e inflación no es directa, depende de cuál fue la inflación del período anterior.
Esta interpretación quedó obsoleta tras la llamada revolución de las expectativas racionales: los agentes económicos forman sus expectativas tomando en consideración toda la información que poseen en el momento de la decisión, no sólo tomando en consideración el valor pasado de la variable de decisión. La conclusión es clara. Por un lado, los agentes aciertan en sus previsiones y, por otro lado, el Gobierno no puede modificar el valor de las variables reales a corto plazo.
Figuras 1 y 2: La Curva de Phillips antes y después de las expectativas racionales
Fuente: Javier Santacruz Cano
Por ejemplo, si el Gobierno tiene la intención de crear inflación para bajar el paro, los agentes anticiparán esta decisión y modificarán sus decisiones de consumo e inversión para protegerse de la inflación. En este sentido, al Gobierno sólo le queda utilizar la sorpresa como forma de que los agentes no anticipen sus decisiones y, por tanto, poder modificar las variables reales a corto plazo (consumo, ahorro, inversión…).
La puntilla científica vino cuando Friedman introdujo el concepto de tasa de paro natural ó nivel de desempleo que es imposible reducir, puesto que está condicionado por el entramado institucional del mercado de trabajo. Legislaciones de salario mínimo, nivel de los impuestos sobre los salarios, movilidad del factor trabajo, la negociación salarial… son las causas de este nivel natural de desempleo. Por tanto, cualquier intento de reducción del desempleo por debajo del nivel natural provoca un proceso inflacionario, tal y como ocurrió en los años sesenta.
3. La Curva de Phillips en la actualidad
Hoy en día, los análisis econométricos muestran que no existe una relación estable entre inflación y desempleo, sea esperado ó actual, puesto que los parámetros del modelo no son estables a lo largo del tiempo. Esta relación es simplemente aparente y depende del ciclo económico. Aún así, sigue habiendo instituciones y policy makers que utilizan Curvas de Phillips a tres, seis y doce meses. Una muestra muy clara de un disparate económico permanente.
Mi próximo artículo será sobre la política monetaria de los años 80.
Javier Santacruz Cano
Doctorando en Economía
Twitter: @santacruz_s_a
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