Gazprom es el mayor extractor de gas del mundo. Y su timonel, Alexei Miller, es un virrey dentro de Rusia con mucho más poder que la mayoría de los ministros. Heredero del Ministerio del Gas soviético, sigue en manos estatales pese a haberse privatizado parcialmente.
Cuando Putin llegó al poder se propuso que fuera el Kremlin el que mandase sobre los oligarcas, no al revés como con Boris Yeltsin. Así es como el presidente ruso se ha convertido en un actor energético clave en Europa y Asia. Con esta poderosa espada ha condicionado a gobiernos vecinos como el ucraniano, que se ha beneficiado de rebajas en el precio del gas o ha sufrido alzas en función de su sintonía con Moscú.
Los yacimientos de gas que posee el gigante ruso están decayendo, por eso no es extraño que haya buscado nuevos horizontes en el Mar de Barents o en la península de Yamal. Pero encontrando nuevos lugares donde extraer gas acaban los problemas del gigante. La aparición en el mercado energético del gas de esquisto, donde EEUU ostenta un protagonismo notable, puede convertir el gas en un bien no tan caro. Y los halcones de la energía rusos ven en el llamado «tercer paquete energético» de la UE un intento de arruinar la salud del gigante.
En un escenario más competitivo, que es el que prefiere la UE, Gazprom tendría que cambiar su manera de ser. Actualmente no tiene estrategias comerciales a largo plazo, porque sirve a intereses políticos. No sólo Ucrania: Bielorrusia, Moldavia y Georgia también han visto cómo pasaban de ser clientes a afectados por las guerras del gas. El Viejo Continente ha ido aprendiendo la lección y ha invertido algo de dinero en mejorar las reservas y, sobre todo, las interconexiones. Moscú poco a poco se da cuenta de que los gobiernos son más escurridizos a la hora de ser presionados. A Lituania, por ejemplo, Rusia le aportaba hasta hace poco el 100% del gas que consumía. Pero ahora Noruega se ha convertido en suministrador alternativo.
En el ámbito interno el poder y la influencia de Gazprom van más allá del plano energético. En la era de Putin los rusos han visto a su joya de la corona gasística hacerse con canales de televisión independientes como NTV. Mientras el dinero siga entrando, los rusos podrán tener al menos gas barato. Con unas temperaturas invernales que se instalan durante semanas en los -20 grados, el precio de calentarse es básico en la ecuación de la calidad de vida. Pero si Gazprom deja de ganar batallas fuera la decadencia se sentirá dentro.
No hay comentarios:
Publicar un comentario