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viernes, 30 de diciembre de 2016

Webinar "Retos y Metas de H2020" - José Antonio Rubio - LIDlearning

Las alternativas liberales al Estado de Bienestar

The Austrian 2 no. 6 (November-December)

The Austrian 2 no. 6 (November-December 2016) .pdf by Javier De Ory Arriaga on Scribd

Debate sobre los movimientos populistas

Reforma laboral e impuestos - 27/12/2016



La política económica fundamental


Por Manuel Hinds*

La política económica fundamental

La economía que está surgiendo es la economía del conocimiento, en la que el factor principal de producción es la educación incorporada en las personas



Como lo explicó hace muchos años Joseph Schumpeter, el desarrollo conlleva dos elementos, uno destructivo y otro constructivo. Para hacer camino para las innovaciones que son el fundamento del desarrollo, la economía naturalmente destruye las actividades que estas innovaciones han vuelto obsolescentes. Los que trabajan en estas últimas experimentan bajas en los salarios y reducciones en las oportunidades de trabajo, mientras que los que trabajan en actividades que toman ventaja de las nuevas tecnologías experimentan lo contrario—más oportunidades y mayores salarios. Este proceso se acelera en las épocas en las que, como la que estamos viviendo, se está desarrollando una revolución tecnológica. 

Es clave, pues, identificar la dirección que la economía y las oportunidades de empleo están tomando si que queremos que nuestro país tome ventaja de ellas y no quede aplastado dentro de el tipo de economía que está desapareciendo. Es decir, debemos entender hacia dónde va el mundo.
  
En estas columnas he insistido ya por muchos años que la verdadera política económica de largo plazo, la que puede llevarnos al desarrollo, debe estar contenida en la inversión en capital humano—es decir, en la inversión en educación y salud, que por supuesto necesitan también de seguridad ciudadana. La Universidad de Georgetown publicó el 30 de junio recién pasado un estudio que proporciona aun más pruebas de la verdad de esta aseveración (VER) 

El estudio es sobre el tipo de trabajos que se han generado en Estados Unidos durante la Gran Recesión de 2008-2009 y en los años posteriores. Durante la recesión se perdieron 7.2 millones de trabajos. Esta cifra, sin embargo, era el resultado neto de 7.4 millones perdidos en trabajos que requerían un grado de educación equivalente a haber cursado algo de universidad o menos, y de una ganancia de 187,000 trabajos para gente con grado universitario o más alto. Es decir, la gente con grados universitarios no experimentaron caída en el empleo mientras que los que tenían menos educación sufrieron una pérdida enorme, 7,4 millones de puestos de trabajo. 

Luego, en la recuperación, de 2009 a 2016, la economía recobró 11.6 millones de trabajos. Pero de éstos, 11.5 millones fueron para trabajadores con al menos alguna educación universitaria. Sólo 80,000 fueron para los que tienen secundaria o menos. Al observar el período entero (la Gran Recesión y su recuperación, de 2008 a 2016), la economía estadounidense creó 11,6 millones de trabajos para los que tienen algo de universidad o más, y perdió 5.5 millones en los que tienen sólo secundaria o menos. 

El papel de la educación en el empleo se reconfirma con los datos de otra investigación realizada por el Hamilton Project (hamiltonproject.org) que muestra que de 1990 a 2013 los salarios han subido o bajado de acuerdo al nivel de educación: los más educados han tenido aumentos sustanciales mientras que los menos educados han sufrido re-ducciones en sus salarios. Los dos extremos en la distribución de estos grupos son los que tenían menos que un diploma de secundaria, que perdieron un 20 por ciento de sus salarios, y los que tenían alta educación, que tuvieron un aumento del 21 por ciento.  

Estas cifras muestran claramente la naturaleza del proceso de desarrollo económico y la dirección en la que se está moviendo. La economía que está surgiendo es la economía del conocimiento, en la que el factor principal de producción es la educación incorporada en las personas. Por supuesto que la inversión en infraestructura, maquinaria y equipo seguirá teniendo enorme importancia en el desarrollo, pero esa misma inversión lleva dentro de sí enormes cantidades de capital humano, y su realización y su uso para producir requiere cada vez mayores niveles de educación. 

En El Salvador (y en América Latina en general) la educación es despreciada por los políticos porque sus resultados se ven sólo en el mediano y largo plazo. Esta es la razón por la que la región sigue subdesarrollada después de 200 años de independencia. Ojalá que el 2017 sea el año en el que al fin los políticos y la gente entiendan que la clave de todo el desarrollo está en la educación. 


*Máster en Economía,
Northwestern University.
Columnista de El Diario de Hoy.

Cómo nos hace más pobres la regulación pública

 



[Extraído de The Austrian (Noviembre – Diciembre 2016)]
Este año, el investigador asociado del Instituto Mises, Per Bylund, publicó The Seen, the Unseen, and The Unrealized: How Regulations Affect Our Everyday Lives. Hablamos recientemente con el profesor Bylund acerca de su libro  y de cómo los efectos de la regulación pública son de mayor alcance y más dañinos de lo que piensa mucha gente.
INSTITUTO MISES: ¿Por qué es tan importante el concepto de “lo que no se ve” para entender los efectos de la regulación?
PER BYLUND: Es esencial para entender la regulación, pero en realidad “lo que no se ve” es fundamental para la comprensión y el análisis económico en general. “Lo que no se ve” es la piedra de toque apropiada. Tenemos que considerar tanto lo que no pasó como lo que habría pasado.
A menudo la gente, incluyendo los llamados expertos, comparan manzanas y naranjas mirando los datos “antes” y “después” de un acontecimiento, por ejemplo cuando discuten los efectos de aumentar el salario mínimo. Así que pueden decir que el empleo antes de la subida era similar a después de esta y luego concluyen que el cambio no ha tenido ningún efecto. Pero esto es erróneo, porque hay muchos cambios en la economía que tuvieron lugar entre el antes y el después, no solo el salario mínimo. Así que para apreciar concretamente el efecto del salario mínimo debemos comparar la situación “después” con la que habría sido sin ningún aumento de dicho salario mínimo: lo que no se ve.
Por supuesto, esto es aplicable a cualquier cambio en la economía y no solo a la regulación. Bastiat, en su ensayo clásico sobre la mentira del cristal roto, explica los efectos cuando un niño rompe una ventana. Pero en las economías modernas planificadas por el estado, las regulaciones son con mucho el cambio más común y más destructivo, así que ahí es donde también encontramos más análisis. Como el análisis económico se usa para evaluar los efectos de las regulaciones antes de que sean implantadas, es importante usar las comparaciones apropiadas: lo que se ve y lo que no se ve, no lo que se ve en momentos distintos (antes y después).
IM: También emplea usted el concepto de “lo inadvertido”.
PB: Lo inadvertido es en realidad mi propia extensión del famoso análisis de Bastiat y pretende redirigir nuestra atención del nivel macro de la economía a cómo afectan los cambios a los individuos, especialmente qué opciones se les presentan. Lo que intenta el libro es demostrar que regular una parte de la economía tendrá efectos en todo el sistema económico y que este tipo de restricción artificial llevará a algunas personas a perder las alternativas que habría tenido en otro caso.
Pongo como ejemplos de esto los talleres clandestinos, contra los que se argumenta habitualmente utilizando solo “lo que se ve”. Las condiciones de trabajo son terribles en un taller clandestino, especialmente comparados con nuestros confortables trabajos en Occidente. Ben Powell y otros han hecho un gran trabajo señalando que también está lo que no se ve, en el sentido de que sin esos talleres esos trabajadores estarían en una condición todavía peor. De hecho, tienen grandes deseos de conseguir trabajos en los talleres, porque son mucho mejores que todas las demás opciones que tienen.
Sin embargo, con “lo inadvertido” creo que tenemos una imagen más detallada. Argumentó que la razón por la que los trabajadores de los talleres clandestinos optan entre el trabajo duro en un taller y algo que es mucho peor es la regulación. Si hubiera habido en un mercado libre, probablemente habría habido muchas empresas ofreciendo trabajos en talleres y probablemente competirían entre sí ofreciendo pagas más altas, mejores condiciones de trabajo, etcétera. Evidentemente hay dinero a ganar dirigiendo talleres, así que ¿por qué no hacen esto más empresas?
La existencia de un taller clandestino demuestra que el mercado está suficientemente desarrollado para soportarlo: la estructura tecnológica y de capital, incluyendo las cadenas de transporte y suministro, evidentemente están ahí. Las condiciones económicas también hablan a favor de los talleres por encima del trabajo duro en el campo y las otras opciones mucho peores que se les presentan a sus trabajadores. Los trabajadores son más productivos en los talleres clandestinos. Así que realmente no hay ninguna razón por la que no deba haber competencia por su trabajo por parte de diversos talleres. Pero las muchas opciones que deberían estar ahí no están.
Así que es probable que algo esté restringiendo la creación de estas otras opciones. Esos otros empresarios que nunca aparecieron son las alternativas inadvertidas y el argumento del libro es que estas opciones tendrían que haber estado disponibles si no hubiera sido por la regulación.
Además, esas regulaciones pueden en realidad estar muy lejanas de estos trabajadores, de que una restricción lleva a los actores económicos a otras acciones comparativamente menos valiosas. A su vez, las regulaciones tienen efectos ondulatorios (una especie de efecto Cantillon, podríamos decir) a través de la economía, ya que las acciones que se ven reemplazan a las que no se ven o a lo que debería haber existido.
Estas otras cosas ocurren en lugar de lo que debería haber ocurrido si los actores no hubieran sido restringidos arbitrariamente por las regulaciones. Pero estas “otras cosas” son subóptimas y dañan a la gente ya que no son lo que esta habría elegido hacer en ausencia de las regulaciones. De ese sentido, la regulación en cualquier lugar de la economía causa daño y este daño afecta principalmente a quienes tienen poca o ninguna influencia sobre la política o los medios para eludirla. Así que el mayor daño se produce sobre la gente pobre en los países pobres, incluso donde las regulaciones parecen limitarse a las personas relativamente ricas en los países ricos.
IM: En el caso de que el negocio esté regulado, ¿Cuánta de esa carga recae directamente sobre la empresa? ¿Hay otros grupos (como los clientes) afectados también por las regulaciones?
PB: Realmente depende del negocio. Las regulaciones hacen más costoso actuar y por tanto algunas acciones ya no son rentables cuando lo habrían sido en otro caso. Así que, para aquellas empresas que no tengan influencia política o no sean las más eficaces, una regulación puede decidir si hay negocio o no. Al mismo tiempo, las empresas que sobrevivan a la regulación podrían beneficiarse de una situación protegida, porque la regulación crear barreras de entrada. Por eso, por ejemplo, es racional para Walmart apoyar un salario mínimo más alto: daña a su competencia más de lo que le daña a ella.
Los perdedores reales son las personas comunes que, como consumidores, no consiguen los bienes y servicios valiosos que habían obtenido en caso contrario y, como productores, no pueden contar con los trabajos que habrían encontrado en caso contrario. Los ganadores son los supervivientes, al menos a corto plazo, y (como siempre) la clase política.
IM: se refiere a los mercados usando términos como “desordenados”, “aproximados” e “imperfectos”. ¿No es éste un argumento contra los mercados? ¿No puede la regulación pública darnos resultados más racionales?
PB: Por el contrario, el desorden es un argumento a favor de los mercados. La planificación pública racional podría ser realizable en una economía con límites fijados. Es decir donde no haya crecimiento, no haya creación de nuevo valor y por tanto el “grado” de mercado permanezca igual. Pero no existen esas economías en el mundo real y no estoy seguro de que sean siquiera posibles a largo plazo. Una economía es realmente el uso combinado de recursos dedicados a la satisfacción de deseos. Así que es inconcebible tener una economía que no mejore a lo largo del tiempo o que funcione mal y caiga en decadencia. En un proceso del mercado creativo y dirigido empresarialmente, no hay razón para planificar una economía a través de un plan público centralizado. Desarrollo cómo se produce este proceso de expansión del mercado en mi libro anterior de 2016: The Problem of Production: A New Theory of the Firm (Routledge).
Crecimiento y emprendimiento en un mercado no se refieren tanto a la asignación de recursos existentes dentro de este como a especular acerca de cómo pueden crearse y usarse recursos de maneras más valiosas. El mercado es una empresa creativa siempre dirigida al futuro y a la satisfacción de más deseos y deseos recién descubiertos. Así, un regulador planificador central público no tiene datos para usar a la hora de realizar un plan “racional”, porque los datos todavía no existen. Ese es el problema de la planificación centralizada: no puedes planificar teniendo solo cosas desconocidas y desconocibles. También por eso los mercados están desordenados, pero la toma de decisiones descentralizadas dentro de un sistema de pérdidas y ganancias genera la misma estructura necesaria para dicha toma de decisiones.
IM: ¿Pero en una economía puramente no regulada, las empresas no explotarían a los trabajadores?
PB: Concluyo exactamente lo contrario en el libro. Puede hacerse un alegato de explotación de tipo marxista de trabajadores en fábricas, tal vez más en países en los que hay fábricas similares a talleres clandestinos que en otros lugares. Pero la razón para esta explotación es la regulación. Si a los trabajadores no se les hubieran negado sus alternativas (lo inadvertido) no estarían satisfechos con los trabajos en esos talleres en los que están relativamente contentos tal y como están las cosas. La explotación no es tanto el resultado de capitalistas pagando a trabajadores menos de lo que podrían haber pagado en caso contrario. Es el resultado de que se han eliminado las opciones de los trabajadores. Las empresas con un taller clandestino en un país pobre no son las que quitan opciones a los trabajadores. La empresa es la que está dando los trabajadores una opción. No es tan buena como habría sido en caso contrario, pero eso no es necesariamente culpa de la empresa. Lo que daña a los trabajadores (y les mantiene en la pobreza al no poner suficiente presión competitiva sobre las empresas) es la regulación, que restringe la competencia y por tanto da poder a las empresas a costa de los trabajadores.
Así que el asunto de la explotación, y especialmente de cómo librarse de ella, es un asunto de encontrar la causa real y definitiva de la situación. Normalmente no se trata de que los empresarios tengan “poder” sobre el trabajador. Ese poder no existe naturalmente, sino que es causado por algo y mi argumento sugiere que el poder económico del empresario es un síntoma, pero no la causa. La causa real es la regulación pública.

El artículo original se encuentra aquí.

jueves, 29 de diciembre de 2016

Hay dos tipos de crédito: Uno de ellos lleva a auges y declives



 

En el desplome de un ciclo, las empresas que estaban prosperando empiezan a experimentar dificultades o déficits. No les pasa debido a errores empresariales propios de la empresa, sino más bien en conjunción con sectores completos de la economía. Personas que eran ricas ayer se han hecho pobres hoy. Empresas que estaban ocupadas ayer se cierran hoy y los trabajadores se quedan sin empleo.
Los propios empresarios están confusos con respecto al porqué. No pueden ver sentido al por qué ciertas prácticas empresariales que eran rentables ayer están perdiendo dinero hoy. Las malas condiciones empresariales aparecen cuando menos se lo esperan, justo cuando todas las empresas son de la opinión de que se ha llegado a una nueva época de progreso constante y rápido.
En sus escritos, Ludwig von Mises argumentaba en contra de la explicación habitual del ciclo económico de las teorías de la sobreproducción y el infraconsumo y trataba críticamente diversas teorías que dependían de las nociones de psicología de masas y sacudidas irregulares.
En la explicación psicológica, un aumento en la confianza de la gente con respecto a las futuras condiciones empresariales da lugar a un auge económico. Por el contrario, una caída repentina en la confianza pone en marcha el estancamiento empresarial.

Observar un ciclo económico frente a explicar un ciclo económico

Ahora bien, no puede haber ninguna duda de que durante una recesión la gente tiene menos confianza en el futuro que durante los buenos tiempos. Pero observar esto no es explicarlo.
Igualmente, las teorías que consideran a las diversas sacudidas y perturbaciones como la causa central detrás de los ciclos de auge y declive no mejoran nuestro conocimiento con respecto al fenómeno del ciclo de auge y declive.
Tampoco explica cómo se produce el auge y declive ni por qué estos son de naturaleza recurrente.
Para llegar a una explicación correcta, sostenía Mises, tenemos que remontar el cambio en las condiciones empresariales hasta fenómenos previamente establecidos e identificados y eso es precisamente lo que no hacen estas teorías.
De ahí que Mises concluyera que todas estas teorías no proporcionan una explicación sino más bien describen el fenómeno de una manera diferente.
Mises también sostenía que los diversos métodos estadísticos y matemáticos son otra manera de describir acontecimientos, pero no de explicarlos. Los métodos estadísticos hacen posible generar gráficos de fluctuaciones de datos, pero no mejoran nuestro conocimiento de qué causa las fluctuaciones.

¿”Crédito de producto” o “crédito de circulación”?

Mises hacía una distinción entre el crédito que está respaldado por ahorro y el crédito que no tiene ningún respaldo. Al primer crédito lo llamaba crédito de producto, al segundo lo llamaba crédito de circulación. Es el crédito de circulación el que desempeña el papel principal a la hora de poner en marcha el proceso del ciclo de auge y declive.
Consideremos un productor de bienes de consumo que consuma parte de su producción mientras ahorra al resto. En la economía de mercado, nuestro productor podría intercambiar los bienes ahorrados por dinero. El dinero que recibiera podría considerarse como una especie de recibo por los bienes producidos y ahorrados.
El recibo es su derecho sobre los bienes. Puede luego tomar una decisión y prestar dinero a otro productor a través de la mediación de un banco. Al prestar el dinero del ahorrador original, el prestamista transfiere sus derechos sobre ahorro real al prestatario.
El prestatario puede ahora usar el dinero (es decir, los derechos) y conseguir bienes de consumo que le sostendrán mientras se dedica la producción de otros bienes (supongamos que son herramientas y maquinaria).
El crédito en este caso está completamente respaldado por ahorro y permite la expansión de herramientas y maquinaria. Con una mejor infraestructura, ahora es posible no sólo producir más bienes sino bienes de mejor calidad. Ahora es posible la expansión de la riqueza real. Una vez el prestamista presta su dinero, renuncia a sus derechos sobre bienes reales mientras dure el préstamo.
En una economía de mercado no intervenida, los prestatarios son usuarios de ahorros que aseguran que dichos ahorros se emplean de la manera más eficiente: generando beneficios. Esto significa que se usa ahorro real de acuerdo con las prioridades más importantes de los consumidores. Podemos ver así que aquí, mientras los bancos faciliten crédito o de producto, deberían verse como agentes de generación de riqueza.
Por el contrario, cada vez que los bancos se dedican al préstamo de crédito de circulación se convierten en realidad en agentes de destrucción de riqueza real.
Frente al crédito de producto, el crédito de circulación no está respaldado por ningún ahorro real. Este tipo de crédito es solo un derecho vacío creado por los bancos. En el caso del crédito de producto, el prestatario consigue bienes que fueron producidos y ahorrados para él.
Sin embargo, no es el caso con respecto al crédito de circulación. Aquí no se produjo ni ahorró ningún bien. Una vez el prestatario usa los derechos no respaldados, lo hace a costa de los tenedores de derechos completamente respaldados. De esta manera el crédito de circulación perjudica a los generadores de riqueza real.
Ahora bien, como resultado de un aumento o en la oferta de crédito de circulación, los tipos de interés del mercado del dinero caen por debajo del tipo natural, es decir, el tipo que se establecería por la oferta y la demanda si los bienes reales se prestaran directamente en trueque sin el uso de dinero. (En sus artículos posteriores, Mises se refería al tipo natural como el tipo que se establecería en un mercado libre).

Cómo el crédito de circulación dispara los ciclos económicos

Como consecuencia de la rebaja artificial de los tipos de interés las empresas asumen diversos nuevos proyectos de capital para expandir y alargar la estructura de producción. Antes de la rebaja de los tipos de interés estos proyectos de capital no parecían ser rentables. Sin embargo, ahora, como los tipos del mercado monetario se mantienen por debajo del tipo natural, la actividad económica se dispara y aparece un auge económico.
La rebaja forzada de tipos de interés crea procesos de producción que en otro caso no se habrían llevado a cabo. Ahora se crea una estructura de producción que produce bienes y servicios que en realidad los consumidores no pueden pagar.
En lugar de usar las existencias limitadas de medios de subsistencia para hacer herramientas y maquinaria que generen bienes de consumo en lo más alto de la lista de prioridades individuales, los medios de subsistencia se desperdician en bienes de capital que se dirigen a la producción de bienes de consumo de baja prioridad.
En algún momento los productores de dichos bienes descubrirán que ya no pueden obtener un beneficio o incluso completar sus planes. Lo que tenemos aquí no es un exceso de inversión, sino inversión mal dirigida o mala inversión.
La expansión de la estructura de producción requiere tiempo y el fondo limitado de subsistencia puede no ser bastante para respaldar la expansión de la estructura de capital. Si el nuevo flujo de producción de bienes de consumo no aparece lo suficientemente rápido como para remplazar los bienes de consumo actualmente consumidos, el fondo de subsistencia se ve bajo presión.
En algún momento en el tiempo, los bancos descubren que las empresas marginales están empezando a rendir poco. Esto les hace ralentizar la expansión del crédito de circulación, lo que a su vez pone una presión al alza sobre los tipos de interés. Como consecuencia, esto empieza a perjudicar a diversas otras actividades empresariales (no marginales) y a menudo puede ser el acontecimiento precipitador que lleve a un declive económico.
Mises escribía que la fase de declive del proceso del ciclo económico podría precipitarse por otros acontecimientos. La expansión de la oferta monetaria enriquece a los primeros receptores del dinero. Aquellas personas que ahora se han convertido en más ricas como consecuencia de recibir el dinero pueden alterar su patrón de consumo.
Esto puede obligar a las empresas a ajustarse a esta nueva situación. Una vez se ralentiza o detiene la tasa de expansión del dinero, el nuevo patrón de consumo no puede respaldarse y la nueva estructura de capital creada se convierte en no rentable y debe ser abandonada.
No es sorprendente que Mises se opusiera vehementemente a la idea de que los bancos centrales deberían imponer tipos “bajos” de interés durante una recesión para mantener en marcha la economía.
Por el contrario, creía que los políticos no deberían dedicarse a la rebaja artificial de los tipos de interés, sino más bien evitar cualquier intento de gestionar la economía a través de la política monetaria.
Eliminando su interferencia con las empresas, el banco central proporciona espacio para respirar a los generadores de riqueza y por tanto pone los cimientos para una recuperación económica duradera.

El artículo original se encuentra aquí.

A Keynes le hubiera encantado el plan económico de Trump




 


¡El plan de Trump es lo que habría prescrito Keynes!
La mayoría de los comentaristas económicos, como el premio Nobel Paul Krugman deberían estar encantados con el plan económico del presidente electo de EEUU, Donald Trump, pues va a seguir las líneas de la economía keynesiana.
Una de las promesas de Trump es un programa masivo de gasto en infraestructuras. Según Trump:
Vamos a arreglar los centros de nuestras ciudades y reconstruir nuestras carreteras, puentes, túneles, aeropuertos, escuelas, hospitales. Vamos a reconstruir nuestra infraestructura, que, por cierto, va a ser la mejor. Y pondremos a trabajar a millones de nuestra gente al reconstruirla.
Mr. Trump dijo en un momento de la campaña que doblaría el plan de infraestructuras de 275.000 millones de dólares que propuso Hillary Clinton. De acuerdo con plan de Trump, también promete crear 25 millones de empleos a lo largo de 10 años.

Trump apuesta por el gasto en déficit

Trump también ha prometido recortes fiscales para todos los estadounidenses. Su plan incluye rebajar el tipo para los mayores contribuyentes del actual 39,6% al 33% y también rebajar el tipo del impuesto de sociedades del 35% al 15%.
Diversas estimaciones han colocado en el coste de sus recortes fiscales en torno a 6 billones de dólares a lo largo de 10 años. Además de esto, Trump también ha prometido aumentar el gasto militar de EEUU.
No es posible rebajar los impuestos y aumentar el gasto público al mismo tiempo.
No hay nada en los planes de Trump que sugiera que pretenda generar más riqueza real. Se centra completamente en generar un  aumento en el empleo independientemente de si dicho aumento es en respuesta actividades generadores de riqueza o no.
Esto es bastante desalentador, ya que dadas las credenciales empresariales de Mr. Trump habría que suponer que entendería el significado de actividades rentables frente a actividades no rentables.
Advirtamos que el plan de Trump también sugiere una rebaja de impuestos y un correspondiente aumento en los desembolsos del gobierno. Evidentemente esto es una contradicción, ya que no es posible rebajar efectivamente los impuestos sin una reducción correspondiente de los desembolsos del gobierno.
Es probable que el plan aumente la tasa de crecimiento de la oferta monetaria.
Siguiendo el modo de pensar popular, el presidente electo parece estar preocupado por una demanda débil que el gobierno y el banco central deberían centrarse en fortalecer.
Es bastante posible que la política fiscal laxa de Trump fortalezca el ritmo de inyección monetaria aumentando los préstamos al gobierno, algo que en último término va a ser monetizado por el banco central de EEUU.
Observemos que la tasa anualizada de crecimiento de nuestra medición monetaria AMS ya está a un nivel elevado, encontrándose por encima del 16% al final de octubre, el máximo desde 1990. Advirtamos que en octubre del año pasado la tasa de crecimiento estaba en el 3,5%.

El plan de Trump frente a la riqueza real

Ahora bien, el que las políticas fiscales laxas de Trump “funcionen” depende de si queda algo en el “fondo” para desperdiciar: el tamaño del “fondo” o de las existencias de riqueza real es desconocida. No está claro si las existencias de riqueza real se están expandiendo, estancando o disminuyendo.
Recordemos que para activar cualquier plan público o cualquier plan de inversión debe asignar se riqueza a este. Así que si durante la ejecución de un plan la infraestructura actual no generara un flujo adecuado de bienes y servicios finales, este plan tendría que cancelarse.
Cualquier intento de continuar con el plan llevará a un empobrecimiento económico. (Porque la parte de las existencias de riqueza real que va a ser absorbida por diversas actividades no generadores de riqueza, mientras la infraestructura actual no compense adecuadamente esto, va a generar presión de sobre las existencias totales de riqueza real debilitando así el crecimiento económico).

Por qué podrían tener problemas las existencias de riqueza real

Sospechamos que políticas monetarias imprudentes prolongadas del banco central de EEUU, como inyecciones monetarias agresivas y tipos de interés cercanos a cero, han afectado gravemente la capacidad del sector privado para genera riqueza. (Recordad que las políticas monetarias laxas llevan a un intercambio de nada por algo).
La eliminación de la relación entre el dólar de EEUU y el oro en 1971 ha dado al banco central de EEUU la libertad para dedicarse a una impresión monetaria sin restricciones y ha fortalecido el proceso de erosión de las existencias de riqueza real. Este erosión se intensificó aún más con las desregulaciones financieras de principios de la década de 1980, que fortalecieron los préstamos “de la nada” de los bancos comerciales.
Un daño adicional a las existencias de riqueza real apareció en 2008 con la introducción de la flexibilización cuantitativa por el entonces presidente de la Fed, Ben Bernanke, para “prevenir” la llamada depresión económica.
En este escenario, probablemente los bancos disminuyan sus préstamos. Esto puede llevar a un colapso económico y en la práctica a una deflación de precios.
Un colapso en la liquidez monetaria podría obligar a las empresas a tratar de prevenir la insolvencia y vender sus activos más líquidos, como títulos del Tesoro, impulsando los rendimientos fuertemente al alza. Asimismo, el precio del oro podría verse bajo presión, ya que es probable que la mayoría de la gente busque tener efectivo vendiendo oro para prevenir insolvencias.
Por contrario, si las existencias de riqueza real siguen expandiéndose, entonces la política fiscal laxa y los fuertes aumentos en oferta monetaria de Trump podrían estimular temporalmente actividades de “burbuja”, inflación de precios y expectativas de inflación. Esto también impulsaría temporalmente al alza los tipos de interés.
Creemos que el estímulo artificial en la llamada actividad económica reflejada por el PIB y otros diversos indicadores económicos es improbable que dure demasiado. Después de un breve periodo es probable que se produzca un estallido en las actividades de burbuja y deflación de precios.

Mr. Trump tiene la oportunidad de reforzar las existencias de riqueza real

Dado que los republicanos están ahora al mando de ambas cámaras, el Presidente electo de EEUU, Trump, tiene ahora mismo la posibilidad de activar políticas que probablemente refuercen el proceso de generación de riqueza real.
Esto requeriría imponer controles estrictos sobre la capacidad de la Fed de expandir su balance, limitando así la capacidad los bancos de expandir el préstamo de la nada a través de la banca de reserva fraccionaria.
Todo esto, unido a un gobierno pequeño, probablemente deje más riqueza real en manos de los generadores de riqueza, permitiendo así una rápida acumulación de existencias de riqueza real (el motor del crecimiento económico).

Por qué el beneficio es la clave y no un obstáculo para el crecimiento económico

No cabe duda que es necesario reparar carreteras y construir puentes. ¿Pero es asequible? Si las existencias de riqueza real se están estancando o quizás estén a punto de empezar a disminuir, entonces esas políticas podrían ser desastrosas, como hemos demostrado antes.
Algunos comentaristas sugieren que ahora necesitaríamos más estímulo fiscal público porque el sector privado no asumiría la construcción de carreteras y puentes. Culpan al sector privado de centrarse solo en el beneficio e ignorar el bienestar de la nación.
Estos comentaristas olvidan que el marco de pérdidas y ganancias es un marco que ayuda a las empresas a asignar eficientemente recursos escasos. (Informa a las empresas si los recursos escasos se usan eficientemente o no).
Un beneficio señala que los recursos se emplean en línea con los deseos de la gente y una pérdida señala que los recursos se usan incorrectamente.
Advirtamos que el marco de pérdidas y ganancias es solo un indicador, por decirlo así: guía a las empresas hacia la conducta que se corresponde con lo que dicta la gente.
En este sentido, ignorar este marco implica seguir los deseos de los burócratas desatendiendo los deseos de las personas, lo que es contrario al espíritu de lo que es el proceso democrático.
Por tanto no tiene sentido calificar como despiadadas y avariciosas a las empresas que tratan de conseguir beneficios.
Permitir que al mercado realice la asignación de recursos lleva siempre a mejores resultados. Incluso el fundador de la Unión Soviética, Vladimir Lenin, entendió esto cuando introdujo el mecanismo del mercado (es decir, la “Nueva Política Económica”) durante un breve período en marzo de 1921 para restaurar el suministro de bienes e impedir una catástrofe económica
Pero, por alguna extraña razón, la mayoría de los expertos hoy en día se aferra a la opinión de que no puede confiarse en el mercado en tiempos difíciles.
Un verdadero mercado libre aseguraría que Estados Unidos tuviera nuevas carreteras y nuevos puentes.
Es concebible que la acumulación de existencias de riqueza real se vea acompañada por la expansión de infraestructuras como carreteras y puentes. ¿Por qué? El proceso de expansión de riqueza requiere por implicación la expansión de diversas formas de infraestructura, que también incluye carreteras y puentes.
Lo que ahora necesita EEUU son menos políticas fiscales laxas keynesianas y más orientación hacia el mercado libre para establecer unas bases sanas para el crecimiento económico.
Donald Trump tiene la oportunidad de implantar las llamadas políticas menos “populares”, que podrían ser dolorosas a corto plazo. Esto crearía las bases para un crecimiento económico real, al permitir que el proceso de generación de riqueza se repare a sí mismo y beneficie a todos los ciudadanos a largo plazo.

El artículo original se encuentra aquí.

Inflación no es aumento de precios



 


Hay una unanimidad casi completa entre economistas y diversos comentaristas en que la inflación es un aumento general de los precios de bienes y servicios. A partir de esto, se establece que todo lo que contribuya a aumentar los precios pone en marcha la inflación.
Una caída en la tasa de desempleo o un aumento en la actividad económica se ve como un potencial detonante inflacionista. Algunos otros de donantes, como los aumentos en los precios de materias primas o en los salarios de los trabajadores también se consideran como amenazas potenciales.
Si la inflación es solo un aumento general en los precios, como cree el pensamiento popular, ¿por qué se considera una mala noticia? ¿Qué tipo de daño produce?
Los economistas de la corriente principal sostienen que la inflación causa compras especulativas, lo que genera despilfarro. La inflación, se dice, también erosiona las rentas reales de pensionistas y gente con rentas bajas y causa una mala asignación de recursos. La inflación, se argumenta, también perjudica al crecimiento económico real.
¿Por qué debería un aumento general en los precios dañar algunos grupos de personas y no a otros? ¿O cómo lleva la inflación a una mala asignación de recursos? ¿Por qué debería debilitar el crecimiento económico real un aumento general de los precios?
También, si la inflación se activa por diversos factores como el desempleo o la actividad económica entonces sin duda es solo un síntoma y por tanto o no causa nada como tal.
Para saber qué es la inflación tenemos que hacer su definición. Pero para hacer la definición de inflación tenemos que establecer cómo aparece este fenómeno. Tenemos que remontarnos a su origen histórico.

La esencia de la inflación

Históricamente, la inflación se origina cuando un gobernante de un país, por ejemplo un rey, obliga a sus ciudadanos a darle todas sus monedas de oro bajo pretexto de que una nueva moneda de oro iba a remplazar a la vieja. En el proceso, el rey podía falsificar el contenido de las monedas de oro doluyéndolo con algún otro metal y devolviendo monedas con menor cantidad de oro los ciudadanos. Sobre esto, Rothbard escribió:
Lo más habitual era que la acuñación fundirea y reacuñara las monedas del reino, devolviendo a los súbditos la misma cantidad de “libras” o “marcos”, pero de un peso menor. Las onzas de oro o plata sobrantes se las embolsaba el rey que las usaba para pagar sus gastos.[1]
Al diluir las monedas de oro, el gobernante puede ahora acuñar una mayor cantidad de monedas y embolsarse para su propio uso las monedas adicionales acuñadas. (Puede ahora desviar recursos reales a sí mismo). Lo que ahora pasa por ser una moneda de oro puro es en realidad una moneda de oro diluido.
El aumento en el número de monedas producido por la dilución de las monedas de oro es inflación. Como consecuencia del aumento en la cantidad monedas que se disfrazan como monedas de oro puro, los precios en términos de monedas ahora suben (hay que cambiar más monedas para una cantidad concreta de bienes).
Advirtamos que lo que tenemos aquí es una inflación de monedas, es decir, una expansión de monedas. Como consecuencia de la inflación, el gobernante puede dedicarse a un intercambio de nada por algo (puede realizar una acción de desviar recursos de los ciudadanos a sí mismo).
Advirtamos también que el aumento en precios en términos de monedas se produce debido a la inflación de monedas. Observemos sin embargo que es el aumento de monedas producido por la dilución de las monedas de oro lo que permite aquí el desvío de recursos por parte del gobernante y no un aumento de precios como tal.
Bajo el patrón oro, la técnica de abuso del medio de intercambio se hizo más sofisticada a través de la emisión de papel moneda no respaldado por oro.
Por tanto, la inflación significa un aumento en la cantidad de recibos por oro debido a que los recibos que no estaban respaldados por oro sino falsificados como representantes reales del propio dinero, el oro.
El poseedor de recibos no respaldados puede ahora realizar un intercambio de nada por algo. Como consecuencia del aumento en la cantidad de recibos (inflación de recibos) ahora tenemos también un aumento general de los precios.
Observemos que el aumento de los precios se desarrolla aquí debido al aumento de los recibos de papel que no están respaldados por oro.
Asimismo, lo que tenemos aquí es una situación en la que los emisores de recibos no respaldados en papel desvían bienes reales a sí mismos sin hacer ninguna contribución a la producción de bienes.
En el mundo moderno, el dinero ya no es sino papel moneda; por tanto la inflación en este caso es un aumento de las existencias de papel moneda.
No decimos que el aumento de la oferta monetaria cause inflación. Lo que estamos diciendo es que la inflación es el aumento de la oferta monetaria.

La inflación es destrucción de riqueza

Advirtamos que los aumentos en la oferta monetaria ponen en marcha un intercambio de nada por algo. Desvían fondos reales de los generadores de riqueza hacia los poseedores del dinero recién creado. Esto es lo que pone en marcha la mala asignación de recursos, no el aumento de precios como tal.
Caen las rentas reales de los generadores de riqueza, no debido aumentos generales en los precios, sino debido a aumentos en la oferta monetaria. Cuando se expande el dinero (es decir se crea de la nada) los poseedores del dinero recién creado pueden desviar bienes hacia sí mismos sin hacer ninguna contribución a la producción de bienes.
Como consecuencia, los generadores de riqueza que han contribuido a la producción de bienes descubren que el poder adquisitivo de su dinero ha bajado, ya que ahora hay menos existencias de bienes y no pueden ejercitar completamente sus derechos sobre bienes finales, ya que dichos bienes no están ahí.
Una vez los generadores de riqueza tienen menos recursos reales a su disposición, esto evidentemente va a perjudicar a la formación de riqueza real. Como consecuencia, el crecimiento económico va a verse bajo presión.
Los aumentos generales de precios, que siguen a los aumentos en la oferta monetaria, solo señalan una erosión de la riqueza real. Los aumentos de precios por sí mismos no causan sin embargo esta erosión.

¿Pueden causar inflación los aumentos en los precios de las materias primas?

Según la mayoría de los economistas, un factor importante detrás de un aumento general en los precios es el aumento en los precios de las materias primas.
Hemos visto que la inflación se produce por un acto deliberado de devaluación de moneda: en un patrón oro emitiendo papel moneda no respaldado por oro, mientras que en un patrón papel con un aumento en la oferta de papel moneda.
Un aumento de los precios de las materias primas como tal no está relacionado con un acto de malversación. Por ejemplo, en una economía real de mercado, un aumento en el precio del petróleo frente a los precios de otros bienes es solo un reflejo de un cambio en la demanda de la gente. Evidentemente, no tiene nada que ver con una acción de devaluación de moneda producida por un aumento en la oferta monetaria a partir de la nada.
Asimismo, si el precio de petróleo sube y la gente continúa utilizando la misma cantidad de petróleo que antes, se verá obligada a asignar más dinero a este. Si las existencias de dinero de la gente no han cambiado, hay menos dinero disponible para otros bienes y servicios.
Esto significa por supuesto que el precio medio de otros bienes y servicios debe bajar. Repetimos que hay que recordar que un precio es la suma de dinero pagado por una unidad de un bien. (El término “medio” se usa aquí de manera conceptual. Somos muy conscientes de que esa media no puede calcularse).
Advirtamos que el dinero total gastado en bienes no cambia; sólo se ha alterado la composición del gasto, con más en petróleo y menos en otros bienes. El precio medio de los bienes o dinero por unidad de bien no ha cambiado.
Por tanto, la tasa de aumento de los precios de bienes y servicios en general va a verse limitada por la tasa de crecimiento de la oferta monetaria, en igualdad de condiciones, no por la tasa de crecimiento del precio del petróleo.
No es posible que los aumentos en el precio del petróleo pongan en marcha un aumento general en los precios de bienes y servicios sin el correspondiente apoyo de una mayor oferta monetaria creada de la nada.
Podemos por tanto concluir que el llamado aumento general en los precios que parece seguir a un aumento en el precio de una materia prima como el petróleo se debe en realidad a un aumento en la oferta monetaria creada de la nada. (Advirtamos que como una inyección de dinero no entra instantáneamente en todos los mercados, un aumento general de los precios se debe a aumentos previos en la oferta monetaria).
La mayoría de los economistas, cuando explican los aumentos generales en los precios, a lo que llaman inflación, no mencionan nunca la palabra dinero. La razón de esto es la falta de una buena correlación estadística entre cambios en dinero y cambios en diversos índices de precios como el IPC.
El que los cambios en la oferta monetaria causan cambios en los precios no puede asegurarse por medio de correlación estadística.
Una correlación estadística, o una falta de esta, entre dos variables no debería ser el factor determinante para establecer la causalidad. Debe determinarse por medio de razonamiento con respecto a la estructura de causalidad.

¿Pueden las expectativas de inflación disparar un aumento General en los precios?

Hemos visto que, como norma, un aumento general de los precios de los bienes se produce debido a un aumento en la cantidad de dinero pagado por los bienes, en igualdad de condiciones.
La clave por tanto para los aumentos generales de los precios, que se califican como inflación en el pensamiento popular, son los aumentos en la oferta monetaria.
¿Pero qué pasa con la situación en la que los aumentos en los precios de materias primas disparan expectativas de inflación, lo que a su vez fortalece un aumento general de los precios? ¿Deben sin duda ser también las expectativas de inflación un factor importante que actúa detrás del aumento general de los precios?
De acuerdo con la mayoría de los economistas, las expectativas de inflación son el factor clave para los aumentos en los precios generales.
Una vez la gente empieza a prever una inflación más alta en el futuro, aumenta su demanda de bienes en el presente, haciendo así que aumenten los precios de los bienes.
Asimismo, de acuerdo con el pensamiento popular, las expectativas de los trabajadores de una mayor inflación les impulsan a reclamar salarios más altos. Los aumentos en los salarios aumentan a su vez el coste de producir bienes y servicios y obligan a las empresas a trasladar estos aumentos a los consumidores aumentando los precios.
Es verdad que las empresas establecen precios y también es verdad que los empresarios cuando establecen precios tienen en cuenta los diversos costes de producción. Sin embargo, las empresas están en último término a merced del consumidor, que es el árbitro final.
El consumidor determina si el precio establecido es “correcto”, por decirlo así. Ahora bien, si no aumentan las existencias de dinero los consumidores no tendrán más dinero para apoyar el aumento general en los precios de bienes y servicios, si no cambia nada más.
Por tanto, ante expectativas de precios más altos en el futuro, en igualdad de condiciones, los consumidores no podrán aumentar su demanda de bienes en el presente y empujar al alza los precios sin tener más dinero. Consecuentemente, la cantidad de dinero gastado por unidad de bien permanecerá sin cambios.
Así que independientemente de las expectativas que tenga la gente, si no ha aumentado la oferta monetaria, tampoco puede aumentar el gasto monetario de la gente en bienes. Esto significa que ningún fortalecimiento general en los aumentos de los precios puede tener lugar sin un aumento en el ritmo de inyección monetaria.
Advirtamos que las expectativas inflacionistas como tales no causan una devaluación de la moneda, así que en este sentido un aumento en las llamadas expectativas de inflación no tiene nada que ver con la inflación, es decir, con un aumento en el dinero creado de la nada.
Imaginemos que por algún medio la Fed consigue convencer a la gente de que las políticas del banco central pretenden detener la inflación y mantener la estabilidad de precios, pero al mismo tiempo el banco central también aumenta la tasa de crecimiento de la oferta monetaria.
Aunque las expectativas de inflación fueran estables, se pondría marcha el proceso destructivo independientemente de dichas expectativas, debido al aumento en la tasa de crecimiento del dinero. Advirtamos que las expectativas y percepciones de la gente no pueden compensar este proceso destructivo.
No es posible alterar los hechos de la realidad por medio de expectativas. El daño que se hizo no puede deshacerse por medio de expectativas y percepciones.
Cuando la inflación se ve como un aumento general de los precios, cualquier cosa que contribuya a aumentar los precios se califica como inflacionista. Ya no son el banco central y la banca de reserva fraccionaria las fuentes de inflación, sino varias otras causas
En este marco, no solo el banco central no tiene nada que ver con la inflación, sino que, por el contrario, al banco se le considera como algo que lucha contra la inflación.
Sobre esto, Mises escribió:
Para evitar ser culpado de las nefastas consecuencias de la inflación, el gobierno y sus secuaces recurren a un truco semántico. Tratan de cambiar el significado de los términos. Llaman “inflación” a la consecuencia inevitable de la inflación, que es el aumento de los precios. Así han relegado al olvido el hecho de que este aumento se produce por un aumento de la cantidad de dinero y sustitutivos del dinero. Nunca mencionan este aumento. Atribuyen la responsabilidad del aumento del coste de la vida a las empresas. Es un caso clásico del ladrón gritando “al ladrón”. El gobierno, que produjo la inflación multiplicando la oferta de dinero, culpa a los fabricantes y mercaderes y presume de papel de ser un defensor de los precios bajos.[2]

El artículo original se encuentra aquí.

[1] Murray N. Rothbard, What Has Government Done to Our Money? (Auburn, Ala.: Mises Institute, Libertarian Publishers, 2010), p. 58. [¿Qué ha hecho el gobierno de nuestro dinero?]