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sábado, 3 de diciembre de 2016

¿Austriacos en la Fed?



 


La cobertura de los bancos centrales y la política monetaria en medios financieros populares comoBloombergFinancial TimesForbesWall Street JournalThe Economist es casi uniformemente mala. Los reportajes y análisis son superficiales y los escritores tienen a suponer hechos de los que no hay evidencias. Los mismos mitos se repiten hasta la náusea: la tan cacareada “independencia” de la Fed debe mantenerse sagrada, el propósito evidente y apropiado de lapolítica monetaria es el estímulo monetario, los doctores de los bancos centrales tienen un conocimiento técnico especial que no deberíamos cuestionar las personas corrientes y las decisiones del banco central son completamente apolíticas.
Estos mitos se usan para apoyar conclusiones triviales y superficiales, siempre bajo la implicación de que “todos saben” que X, Y y Z tienen razón acerca de la banca centralizada. Pero muchas veces esas conclusiones no son verdad o al menos no hay un acuerdo amplio sobre ellas. Y cuando se explican como la verdad de un evangelio, la prensa financiera en la práctica se convierte en portavoz de la Fed. Aunque puedan reclamar tocar los tipos de interés o reemplazar a un gobernador por otro, la suposición de que los bancos centrales son siempre y en todo lugar benevolentes no se discute.
Por ejemplo, consideremos este artículo reciente de Bloomberg preocupándose acerca de “austriacos” apoderándose de la Fed bajo una administración Trump:
La calificación de Trump de la economía actual como “falsa” sugiere una simpatía por la Escuela Austriaca de economía, para la cual los beneficios monetarios a corto plazo se cree que vienen con costes a un plazo más largo. La economía “falsa” alimenta burbujas de precios de los activos que estallan y acaban con una depresión aún más profunda de la que se habría producido en otro caso.
Una Fed llena de economistas austriacos probablemente reaccione lentamente a una recesión y se resista a aplicar políticas extraordinarias, como la flexibilización cuantitativa. También tratarían de endurecer la política poco después de que acabara la recesión. En otras palabras, tenderían a una aproximación liquidacionista que correría el riesgo de convertir la Gran Recesión en otra Gran Depresión.
Lamento decírselo a Bloomberg, pero gracias a los banqueros centrales la liquidación y contracción son en realidad las soluciones para nuestros temas económicos, no problemas a evitar. Y la economía es realmente un castillo de naipes, desde su base con el balance de la Fed y el tipo de los fondos de la Fed. ¿Pero está realmente la Fed a punto de llenarse de austriacos? ¿Quién sabía que la elección de Trump significaba que los economistas de la Ivy League y el edificio Eccles habían estado ocupados estudiando duramente a Mises y Rothbard o al menos mirando la pagina de Wikipedía de Paul Volcker?
Para empezar, no hay ninguna indicación en absoluto de que Donald Trump emplee o pretenda emplear a economistas que simpaticen con la Escuela Austriaca. Ni siquiera el nombramiento de la Dra. Judy Shelton para su equipo asesor de economía, que hizo levantar cejas simplemente porque defiende cierto nivel de respaldo en oro para el dólar de EEUU, augura en modo alguno una Fed partidaria de una moneda fuerte. La Dra.  Shelton puede ser una brisa de aire fresco con respecto a Greg Mankiw y Glenn Hubbard, pero es también del estilo de “King Dollar” Larry Kudlow, que piensa que un “sistema monetario internacional” debería estabilizar los tipos de cambio de divisa. Difícilmente es una austriaca. Pero en el mundo extrañamente ciego del periodismo sobre política monetaria, cualquier desviación sugerida del papel actual de la Fed como una máquina de estímulo keynesiano es alarmante. Cualquier medida hacia una política monetaria más dura se califica como “austriaca”, aunque los halcones nominales de la Fed que la promuevan no lo sean.
Segundo, es difícil imaginar qué podría hacer un austriaco “real” como presidente o gobernador de la Fed. Ante todo, la economía es descriptiva en lugar de prescriptiva. Pero incluso si mágicamente un Joe Salerno o un Jeffrey Herbener fueran nombrados miembros del consejo de la Fed, el mecanismo del Comité de Mercados Abiertos requiere manipulación de la base monetaria y los tipos de interés. Como mucho, un austriaco en la Fed podría servir como un superhalcón y pedir al comité que replique un patrón oro (como una vez afirmó hacer Allan Greenspan) en la medida de lo posible. Si existe una “política” austriaca sobre dinero, es esta: el dinero es un producto del mercado, deriva su valor inicial de algún uso independiente de cualquier valor de intercambio y el precio de tomarlo prestado (tipos de interés) debería estar determinado por las preferencias temporales relativas de prestamistas y prestatarios. Eso es todo. Pero todas estas opiniones están conceptualmente en contra de la banca central en su totalidad, mucho más tal y como se practica hoy.
Si la política monetaria se entiende mal en occidente, es en parte porque los periodistas financieros nos han defraudado. El mundo necesita un nuevo tipo de información financiera, una independiente de los programas políticos (Krugman, Sorkin) y que se resista a acoger publirreportajes glorificadores para los mercados financieros (Kudlow, Cramer). Una que obligue a los periodistas a ponerse los zapatos y hablar la realmente con las personas del mundo financiero. Una que contrate a periodistas con conocimiento real de las áreas de las que se ocupan (especialmente en lo que se refiere al dinero y la banca), no solo un grado en periodismo. En realidad, el mejor periodista económico del siglo XX (Henry Hazlitt) no tenía ningún título universitario.
No quiero decir que no haya buenos periodistas financieros por ahí. John Tamny (ForbesRealClearMarkets) es un ejemplo de alguien que entiende diversas escuelas de pensamiento y escribe con un estilo asequible para la persona media. La mayoría no son buenos y en realidad siguen una ideología a favor de la Fed y del estado que afecta subconscientemente a todo lo que escriben. Son desesperadamente poco objetivos, los productos ingenuos de su educación y formación. El mundo necesita una diversidad real de pensamiento y opinión, no del tipo falso que se explica en la Fed. Esa diversidad incluye necesariamente la opinión de que el dinero es algo que es mejor dejar completamente a los mercados, en lugar de a los gobiernos y sus banqueros.

El artículo original se encuentra aquí.

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