Carmen Elena Dorobăț
De vez en cuando, incluso The Economist tiene razón. En una reseña de una biografía intelectual de Marx (Karl Marx: Greatness and Illusion), publicada el pasado otoño, argumenta que “el mito es más impresionante que la realidad”. Repitiendo, de hecho, varios argumentos del libro (escritos sorprendentemente por un investigador con inclinaciones marxistas), señalan lo poco al día que estaba Marx con respecto a los desarrollos teóricos de la economía del siglo XIX y lo densos y a menudo insensatos que eran sus escritos.
Por muy refrescante que pueda ser, esta perspectiva sobre Marx no es nueva. Sabemos que a lo largo de su obra, Ludwig von Mises ha desenmascarado muchas de las mentiras de la escuela marxista de pensamiento, particularmente aquellas concernientes al funcionamiento del sistema socialista y la idea de la lucha de clases. Pero Mises, en varias de sus publicaciones, también había criticado el mito de Marx, señalando incoherencias y errores en su investigación, así como criticando su estilo de escritura.
En La acción humana (p. 78), Mises explicaba que el trabajo no finalizado de Marx en El capital no se debió a la enfermedad, sino a la incapacidad de su autor para resolver los problemas de su sistema teórico:
Sus propias [de Marx] ideas económicas apenas son más que una versión confusa del ricardismo. Cuando Jevons y Menger inauguraron una nueva era de pensamiento económico, su carrera como autor de escritos económicos ya había llegado a su fin; el primer tomo de El capital ya había sido publicado varios años antes. La única reacción de Marx a la teoría marginal del valor fue que retrasó la publicación de los posteriores tomos de su principal tratado.
En Socialismo, Mises lanzaba una crítica más extensa sobre el intelectual Karl Marx:
Los entusiastas extáticos ven en Marx una de las figuras heroicas de la historia mundial y le clasifican entre los grandes economistas y sociólogos, incluso entre los filósofos más eminentes. El observador imparcial ve la obra de Karl Marx con otros ojos. (…) los últimos tomos de El capital, desde el día en que fueron publicados, estaban muy poco al día con respecto a la ciencia moderna. (…) Como escritor científico, Marx era seco, pedante y pesado. El don de expresarse inteligiblemente le había sido negado. Solo en sus escritos políticos produce efectos poderosos y esto solo por medio de antítesis deslumbrantes y frases que son fáciles de recordar, oraciones que jugando con las palabras esconden su propia vacuidad.
El que Mises era el mejor escritor de los dos es difícilmente debatible. Pero tal vez la diferencia más importante entre los autores sea su visión (económica) del mundo: donde Marx veía clases de personas enfrascadas en una lucha, Mises describía ventajas comparativas. Donde Mark veía explotación, Mises veía una red floreciente de intercambios mutuamente beneficiosos y una acumulación de capital cada vez más productiva. Donde Marx veía conflicto, Mises veía cooperación. También en Socialismo, Mises escribía:
Marx predica una doctrina de salvación que racionaliza el resentimiento [del pueblo] y transforma su envidia y deseo de revancha en una misión ordenada por la historia mundial. Les inspira una conciencia de su misión alabándoles como aquellos que albergan en sí mismos el futuro de la raza humana. (…) siempre hay beneficios en despertar la maldad en el corazón humano. Pero Marx ha hecho más: ha engalanado el resentimiento del hombre común con el halo de la ciencia y así lo ha hecho atractivo para aquellos que viven en un plano superior intelectual y ético. Todo movimiento socialista ha tomado prestado en éste aspecto algo de Marx, adaptando la doctrina ligeramente a sus necesidades especiales.
Aunque lleve mucho tiempo desmantelar el mito marxista, me gustaría pensar que será la visión del mundo de Mises la que prevalecerá.
El artículo original se encuentra aquí.
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