Frank Shostak
En el desplome de un ciclo, las empresas que estaban prosperando empiezan a experimentar dificultades o déficits. No les pasa debido a errores empresariales propios de la empresa, sino más bien en conjunción con sectores completos de la economía. Personas que eran ricas ayer se han hecho pobres hoy. Empresas que estaban ocupadas ayer se cierran hoy y los trabajadores se quedan sin empleo.
Los propios empresarios están confusos con respecto al porqué. No pueden ver sentido al por qué ciertas prácticas empresariales que eran rentables ayer están perdiendo dinero hoy. Las malas condiciones empresariales aparecen cuando menos se lo esperan, justo cuando todas las empresas son de la opinión de que se ha llegado a una nueva época de progreso constante y rápido.
En sus escritos, Ludwig von Mises argumentaba en contra de la explicación habitual del ciclo económico de las teorías de la sobreproducción y el infraconsumo y trataba críticamente diversas teorías que dependían de las nociones de psicología de masas y sacudidas irregulares.
En la explicación psicológica, un aumento en la confianza de la gente con respecto a las futuras condiciones empresariales da lugar a un auge económico. Por el contrario, una caída repentina en la confianza pone en marcha el estancamiento empresarial.
Observar un ciclo económico frente a explicar un ciclo económico
Ahora bien, no puede haber ninguna duda de que durante una recesión la gente tiene menos confianza en el futuro que durante los buenos tiempos. Pero observar esto no es explicarlo.
Igualmente, las teorías que consideran a las diversas sacudidas y perturbaciones como la causa central detrás de los ciclos de auge y declive no mejoran nuestro conocimiento con respecto al fenómeno del ciclo de auge y declive.
Tampoco explica cómo se produce el auge y declive ni por qué estos son de naturaleza recurrente.
Para llegar a una explicación correcta, sostenía Mises, tenemos que remontar el cambio en las condiciones empresariales hasta fenómenos previamente establecidos e identificados y eso es precisamente lo que no hacen estas teorías.
De ahí que Mises concluyera que todas estas teorías no proporcionan una explicación sino más bien describen el fenómeno de una manera diferente.
Mises también sostenía que los diversos métodos estadísticos y matemáticos son otra manera de describir acontecimientos, pero no de explicarlos. Los métodos estadísticos hacen posible generar gráficos de fluctuaciones de datos, pero no mejoran nuestro conocimiento de qué causa las fluctuaciones.
¿”Crédito de producto” o “crédito de circulación”?
Mises hacía una distinción entre el crédito que está respaldado por ahorro y el crédito que no tiene ningún respaldo. Al primer crédito lo llamaba crédito de producto, al segundo lo llamaba crédito de circulación. Es el crédito de circulación el que desempeña el papel principal a la hora de poner en marcha el proceso del ciclo de auge y declive.
Consideremos un productor de bienes de consumo que consuma parte de su producción mientras ahorra al resto. En la economía de mercado, nuestro productor podría intercambiar los bienes ahorrados por dinero. El dinero que recibiera podría considerarse como una especie de recibo por los bienes producidos y ahorrados.
El recibo es su derecho sobre los bienes. Puede luego tomar una decisión y prestar dinero a otro productor a través de la mediación de un banco. Al prestar el dinero del ahorrador original, el prestamista transfiere sus derechos sobre ahorro real al prestatario.
El prestatario puede ahora usar el dinero (es decir, los derechos) y conseguir bienes de consumo que le sostendrán mientras se dedica la producción de otros bienes (supongamos que son herramientas y maquinaria).
El crédito en este caso está completamente respaldado por ahorro y permite la expansión de herramientas y maquinaria. Con una mejor infraestructura, ahora es posible no sólo producir más bienes sino bienes de mejor calidad. Ahora es posible la expansión de la riqueza real. Una vez el prestamista presta su dinero, renuncia a sus derechos sobre bienes reales mientras dure el préstamo.
En una economía de mercado no intervenida, los prestatarios son usuarios de ahorros que aseguran que dichos ahorros se emplean de la manera más eficiente: generando beneficios. Esto significa que se usa ahorro real de acuerdo con las prioridades más importantes de los consumidores. Podemos ver así que aquí, mientras los bancos faciliten crédito o de producto, deberían verse como agentes de generación de riqueza.
Por el contrario, cada vez que los bancos se dedican al préstamo de crédito de circulación se convierten en realidad en agentes de destrucción de riqueza real.
Frente al crédito de producto, el crédito de circulación no está respaldado por ningún ahorro real. Este tipo de crédito es solo un derecho vacío creado por los bancos. En el caso del crédito de producto, el prestatario consigue bienes que fueron producidos y ahorrados para él.
Sin embargo, no es el caso con respecto al crédito de circulación. Aquí no se produjo ni ahorró ningún bien. Una vez el prestatario usa los derechos no respaldados, lo hace a costa de los tenedores de derechos completamente respaldados. De esta manera el crédito de circulación perjudica a los generadores de riqueza real.
Ahora bien, como resultado de un aumento o en la oferta de crédito de circulación, los tipos de interés del mercado del dinero caen por debajo del tipo natural, es decir, el tipo que se establecería por la oferta y la demanda si los bienes reales se prestaran directamente en trueque sin el uso de dinero. (En sus artículos posteriores, Mises se refería al tipo natural como el tipo que se establecería en un mercado libre).
Cómo el crédito de circulación dispara los ciclos económicos
Como consecuencia de la rebaja artificial de los tipos de interés las empresas asumen diversos nuevos proyectos de capital para expandir y alargar la estructura de producción. Antes de la rebaja de los tipos de interés estos proyectos de capital no parecían ser rentables. Sin embargo, ahora, como los tipos del mercado monetario se mantienen por debajo del tipo natural, la actividad económica se dispara y aparece un auge económico.
La rebaja forzada de tipos de interés crea procesos de producción que en otro caso no se habrían llevado a cabo. Ahora se crea una estructura de producción que produce bienes y servicios que en realidad los consumidores no pueden pagar.
En lugar de usar las existencias limitadas de medios de subsistencia para hacer herramientas y maquinaria que generen bienes de consumo en lo más alto de la lista de prioridades individuales, los medios de subsistencia se desperdician en bienes de capital que se dirigen a la producción de bienes de consumo de baja prioridad.
En algún momento los productores de dichos bienes descubrirán que ya no pueden obtener un beneficio o incluso completar sus planes. Lo que tenemos aquí no es un exceso de inversión, sino inversión mal dirigida o mala inversión.
La expansión de la estructura de producción requiere tiempo y el fondo limitado de subsistencia puede no ser bastante para respaldar la expansión de la estructura de capital. Si el nuevo flujo de producción de bienes de consumo no aparece lo suficientemente rápido como para remplazar los bienes de consumo actualmente consumidos, el fondo de subsistencia se ve bajo presión.
En algún momento en el tiempo, los bancos descubren que las empresas marginales están empezando a rendir poco. Esto les hace ralentizar la expansión del crédito de circulación, lo que a su vez pone una presión al alza sobre los tipos de interés. Como consecuencia, esto empieza a perjudicar a diversas otras actividades empresariales (no marginales) y a menudo puede ser el acontecimiento precipitador que lleve a un declive económico.
Mises escribía que la fase de declive del proceso del ciclo económico podría precipitarse por otros acontecimientos. La expansión de la oferta monetaria enriquece a los primeros receptores del dinero. Aquellas personas que ahora se han convertido en más ricas como consecuencia de recibir el dinero pueden alterar su patrón de consumo.
Esto puede obligar a las empresas a ajustarse a esta nueva situación. Una vez se ralentiza o detiene la tasa de expansión del dinero, el nuevo patrón de consumo no puede respaldarse y la nueva estructura de capital creada se convierte en no rentable y debe ser abandonada.
No es sorprendente que Mises se opusiera vehementemente a la idea de que los bancos centrales deberían imponer tipos “bajos” de interés durante una recesión para mantener en marcha la economía.
Por el contrario, creía que los políticos no deberían dedicarse a la rebaja artificial de los tipos de interés, sino más bien evitar cualquier intento de gestionar la economía a través de la política monetaria.
Eliminando su interferencia con las empresas, el banco central proporciona espacio para respirar a los generadores de riqueza y por tanto pone los cimientos para una recuperación económica duradera.
El artículo original se encuentra aquí.
No hay comentarios:
Publicar un comentario