Historias imprescindibles de la bolsa y los mercados: la psicología de masas (II)
Uno de los poquísimos libros clásicos sobre psicología de masas fue escrito por el psicólogo francés Gustave Le Bon (1841-1931). 'Psicología de las masas' fue publicado en el año 1895
Como decíamos la semana anterior, la psicología de masas es uno de los campos más desconocidos de las ciencias sociales. Siempre me ha sorprendido un aspecto tan relevante en la política y especialmente en los procesos electorales, en religión, en sociología, en aspectos militares o en mercados financieros.
Uno de los poquísimos libros clásicos sobre psicología de masas fue escrito por el psicólogo francés Gustave Le Bon (1841-1931). Psicología de las masas fue publicado en el año 1895. Le Bon era también un sociólogo, antropólogo y físico aficionado. En este imprescindible libro relata los acontecimientos de la revolución francesa y especialmente el liderazgo de Napoleón, un superdotado en la conducción de masas según el autor.
Aquí os relato nuevos capítulos del libro:
La personalidad consciente se esfuma, los sentimientos y las ideas de todas las unidades se orientan en una misma dirección. Se forma un alma colectiva, indudablemente transitoria, pero que presenta características muy definidas. La colectividad se convierte entonces en aquello que, a falta de otra expresión mejor, designaré como masa organizada o, si se prefiere, masa psicológica. Forma un solo ser y está sometida a la ley de la unidad mental de las masas. Mil sujetos reunidos al azar en una plaza pública, sin ninguna finalidad determinada, no constituyen en absoluto una masa psicológica. Millares de sujetos separados entre si, en un determinado momento y bajo la influencia de ciertas emociones violentas (un gran acontecimiento nacional, por ejemplo) pueden adquirir las características de una masa psicológica.
El alma de las masas no es fácil de describir; su organización varía, no solamente con arreglo a la raza y la composición de las colectividades, sino también según la naturaleza y el grado de las excitaciones a que está sometida.
En todo aquello que se refiere a sentimientos, los hombres mas eminentes no sobrepasan el nivel de los individuos corrientes
Esta alma colectiva les hace sentir, pensar y actuar de un modo completamente distinto de como lo haría cada uno de ellos por separado. Es fácil comprobar hasta qué punto difiere el individuo que forma parte de una masa respecto del sujeto aislado; pero es menos sencillo descubrir las causas de esta diferencia. Para llegar a entreverlas (...) hay que acudir a la psicología moderna (...). Tras las causas manifiestas se encuentran causas secretas ignoradas por nosotros. La mayoría de nuestros actos cotidianos son el efecto de móviles ocultos que se nos escapan.
En todo aquello que se refiere a sentimientos -religión, política, moral, afectos, antipatías, etc.-, los hombres más eminentes no sobrepasan, sino en raras ocasiones, el nivel de los individuos corrientes. Entre un célebre matemático y su zapatero puede existir un abismo en su rendimiento intelectual, pero desde el punto de vista del carácter y de las creencias, la diferencia es frecuentemente nula o muy reducida. En el alma colectiva se borran las aptitudes intelectuales de los hombres y, en consecuencia, su individualidad, y predominan las cualidades inconscientes. Esta puesta en común de cualidades corrientes nos explica por qué las masas no pueden realizar actos que exigen una elevada inteligencia. Las decisiones de interés general tomadas por una asamblea de hombres distinguidos, pero de diferentes especialidades, no son sensiblemente superiores a las que adoptaría una reunión de imbéciles. Las masas no acumulan la inteligencia, sino la mediocridad.
Diversas causas determinan la aparición de las especiales caracterizas de las masas:
1. El individuo integrado en una masa adquiere un sentimiento de potencia invencible que le permite ceder a instintos que, por sí solos, habría frenado forzosamente (...) Al ser una masa anónima, desaparece por completo el sentimiento de responsabilidad, que retiene siempre a los individuos.
2. El contagio mental: En una masa, todo sentimiento, todo acto es contagioso. Se trata de una actitud contraria a su naturaleza y que el hombre tan solo es capaz de asumir cuando forma parte de la masa.
3. Una tercera causa, de mucha mayor importancia (...) me refiero a la sugestibilidad, cuyo contagio antes mencionado, no es sino un efecto. El individuo, sumergido durante cierto tiempo en el seno de una masa actuante, cae muy pronto en una situación particular, que se aproxima mucho al estado de fascinación del hipnotizado en manos del hipnotizado.
Por el mero hecho de formar parte de una masa, el hombre desciende varios peldaños en la escala de la civilización
El individuo ya no es consciente de sus actos. Las unidades de una masa que posean una personalidad lo bastante fuerte como para resistir una sugestión son muy pocas numerosas y las arrastra la corriente. Podrán intentar, a lo sumo, una desviación mediante una sugestión diferente. En ocasiones una palabra acertada, una imagen intencionadamente evocada, han apartado a las masas de los actos más sanguinarios.
Por el mero hecho de formar parte de una masa, el hombre desciende varios peldaños en la escala de la civilización. Aislado era quizás un individuo cultivado, en la masa es un instintivo y en consecuencia un bárbaro. Tiene la espontaneidad, la violencia, la ferocidad y también los entusiasmos y los heroísmos de los seres primitivos a los que se aproxima más aún por su facilidad para dejarse impresionar por palabras, por imágenes y para permitir que le conduzcan a actos que vulneran sus más evidentes intereses. El individuo que forma parte de una masa es un grano de arena, inmerso entre otros muchos que el viento agita a su capricho. La renuncia a todos sus privilegios, votada por la nobleza en un momento de entusiasmo durante la famosa noche del 4 de agosto de 1789, jamás habría sido aceptada por ninguno de sus miembros considerados aisladamente.
Conocer el arte de impresionar la imaginación de las masas equivale a conocer el arte de gobernarlas.
Factores que conforman las masas:
- La raza: La raza humana por sí sola es mucho más importante que todos los demás factores.
- Las tradiciones: Son las auténticas conductoras de los pueblos. Sin tradiciones, es decir, sin alma nacional, no es posible civilización alguna. La tarea fundamental de un pueblo debe consistir en guardar las instituciones del pasado e irlas modificando poco a poco. Difícil tarea. Los romanos en los tiempos antiguos y los ingleses en los modernos son casi los únicos que lo han conseguido.
- El tiempo: Tanto en los problemas sociales como en los biológicos uno de los más enérgicos factores es el tiempo. Representa el auténtico creador y el gran destructor.
- Las instituciones políticas y sociales: las instituciones en sí no son buenas ni malas.
- La instrucción y la educación: la instrucción tiene como resultado cierto mejorar a los hombres e incluso hacerlos iguales.
No solo hay liderazgos positivos, también era un druida Jenaro García de Gowex, con sus seguidores incondicionales que le seguían hasta la muerte
Os cito algunos ejemplos históricos y actuales de psicología de masas y los mercados financieros: todas las burbujas en la historia que han permitido locuras que solo una alma colectiva podía explicar cómo es cotizar un bulbo de tulipán al mismo nivel que el precio de una casa o la burbuja tecnológica del año 2000, donde internet y tecnología eran la pócima del éxito explicado por los druidas que todos los seguidores creyeron. A veces los líderes de las masas son individuos, Bill Gates o Jack Welch en su época o Steve Jobs o Elon Musk en la actual.
No solo hay liderazgos positivos, también era un druida Jenaro García de Gowex, con sus incondicionales que le seguían hasta la muerte, hasta el desplome final de sus acciones. Otras muchas veces lo que lleva a las masas a la irracionalidad son conceptos o imágenes (la construcción del ferrocarril en USA, donde casi todos los inversores se arruinaron, o la fiebre de oro de Alaska con pautas similares). La burbuja tecnológica fue uno de los últimos casos. Para finalizar, ¿estamos hoy en día en la época de la religión, de un alma colectiva en torno a los druidas que son los bancos centrales? En mi opinión sí y, como en toda la historia es una imagen poderosísima que hoy parece indestructible pero que como todas, en un futuro veremos cómo pasan del altar al infierno ante de los ojos hipnotizados de todos los inversores actuales que los creen indestructibles.
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