ROBERTO R. BALLESTEROS
La operación de venta del astillero Rodman cuenta con todos los ingredientes de un buen guión de cine: un espía chino, una prohibición del Departamento del Tesoro de EEUU, un venezolano mediador, yates de lujo, diamantes y mucho, mucho dinero de por medio. Hasta Luis Rodán y la Guardia Civil tienen un hueco.
Las negociaciones entre el Grupo Rodman y su posible comprador, China Sonangol, comenzaron hace nueve meses y la mitad de ellos lleva la empresa diciendo que el cierre de la compra es inminente. El representante de la compañía afroasiática, Sam Pa, aterrizó el pasado jueves en Vigo para volver a reunirse con el presidente del astillero, Manuel Rodríguez. Ambos han abordado la planificación de los pedidos que, gracias a los contactos del comprador, obtendrá presumiblemente Rodman tras el acuerdo, que incluye el mantener en su cargo a la actual cúpula directiva.
La operación -que según La Voz de Galicia ya ha comenzado a materializarsecon la compra de un 5% del astillero por parte de China Sonangol por cuatro millones de euros- supondría un claro impulso para la economía gallega. Al menos así lo entienden fuentes de Rodman, que creen que el traspaso de la propiedad conllevará el encargo de decenas de barcos por parte del nuevo socio mayoritario –que ya hizo un primer pedido de 50 unidades el pasado septiembre– y el consiguiente beneficio para la industria auxiliar de la región y, por lo tanto, también para el empleo.
Sin embargo, como en las historias de Hollywood, no todo lo que reluce es oro. El pretendiente de Rodman, además de aparentemente rico, resulta ser una figura cuanto menos inquietante. El Departamento del Tesoro de Estados Unidos lo tachó de persona non grata hace un año en un informe publicado por la entidad. Argumentaba que Sam Pa ha dado apoyo logístico y financiero al régimen deRobert Mugabe y facilitó la corrupción en Zimbawe a través del comercio con diamantes de sangre. Un reportaje de Financial Times incluso calificaba a míster Sam como un hombre del Gobierno chino vinculado con la inteligencia de Pekín.
El grupo Rodman está actualmente en horas bajas. Su principal astillero, Metalships, ha reducido su producción hasta niveles inasumibles y muy lejanos a los que logró a finales de los 80 y a lo largo de los 90. Su buena relación con el entonces director de la Guardia Civil, Luis Roldán –quien creó el Servicio Marítimo del instituto armado–, permitió que la práctica totalidad de los barcos de la benemérita fueran encargados a Rodman. Aunque la Guardia Civil ahora apuesta por otros fabricante, aún hoy alrededor de un 80% de las embarcaciones que continúan en activo en el instituto armado han sido construidas por el astillero gallego.
Hoy por hoy, Rodman cuenta con escasos encargos más allá de la fabricación del enorme yate que encargó Fernando Fernández Tapias, quien decidió venderlo a la entidad financiera Abanca, quien a su vez se lo traspasó al propio astillero. Fuentes de la compañía no descartan que esa adquisición pueda formar parte del preacuerdo asumido con Sam Pa.
La buena relación de Manuel Rodríguez con la política se extiende hasta hoy. No en vano el dueño del grupo ha nombrado recientemente a la exministra socialista Elena Espinosa vicepresidenta del conglomerado.
Fuentes conocedoras de la negociación aseguran que el presidente de la Xunta de Galicia, Alberto Núñez Feijóo, está siguiendo muy de cerca la operación, tanto por su interés en las repercusiones que ésta pueda tener sobre el empleo como por las posibles inversiones posteriores. El jefe del Ejecutivo regional incluso se ha reunido con Sam Pa en varias ocasiones para tratar sobre las posibilidades de inversión.
Las mismas fuentes afirman además que las operaciones que habitualmente realiza Sam Pa no son solo de carácter económico, sino también político y estratégico; es decir, del mismo cariz que las llevadas a cabo en África a las que hace referencia el Departamento del Tesoro estadounidense.
El delegado de Sam Pa en España, Ricardo Albacete, lleva meses entrevistándose con empresarios de la tierra con el fin de determinar en qué otros sectores más puede invertir el grupo chino.
Tan solo tres directivos de Rodman, además del dueño, conocen todos los detalles de una negociación: la vicepresidenta, Elena Espinosa, el director general, Alberto Iglesias, y el hijo del propietario, Óscar Rodríguez.
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