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domingo, 3 de mayo de 2015

La predicción fue acertada, pero ¿cuál es la fecha de caducidad?

La predicción que hice algunos años sobre un proceso de "japonetización" de la economía occidental se ha acabado cumpliendo, ahora toca ver cuánto puede durar.

Foto: La predicción fue acertada, pero ¿cuál es la fecha de caducidad?


Voy a usar como referencia un artículo que escribí hace más de cuatro años titulado “La japonetización de la economía occidental”, pero no como autobombo –al menos no es esa mi intención– sino para ver cuál puede ser la fecha de caducidad de aquella predicción. En economía todo es cíclico y seguro que la tiene. Tratar de establecerla puede ser la piedra angular de cualquier estrategia de inversión a medio plazo.
La idea central de aquel artículo era que la economía Europea y, en menor medida, la norteamericana, podría entrar en una situación que no es de recesión –el crecimiento no es negativo - ni depresión, sino a una época de crecimiento muy bajo, con repuntes ocasionales, pero sin acabar de entrar en un crecimiento consistente. Y un escenario que llevaría aparejados muy bajos niveles de inflación o incluso deflación (IPC negativo).
En Europa el proceso ha ido claramente en la dirección prevista. Pero en el artículo decía que EEUU podría evitar lo que llamé “japonetización”  -inspirándome en el término económico “monetización”- y que ahora la gente denomina, de forma gramaticalmente más correcta, “japonización”.

Hasta ahora EEUU parecía inmune

El crecimiento del primer trimestre de 2015 ha sido del 0,2%, frente a un 2,2% del cuarto trimestre de 2014. Ciertamente, gran parte se puede atribuir al mal tiempo y a la huelga portuaria en la costa oeste, pero aun así da que pensar.
El dato más llamativo lo encontramos en la inversión en bienes de equipo, que cayó un 2,5%. Ciertamente, tuvo mucho que ver el parón en exploración petrolífera, pero mucho me temo que ese parón no es coyuntural. La estrategia de dumping de la OPEP está dando frutos, como no podría ser de otra manera cuando tienes un oligopolio de oferta. La industria de fracking norteamericana ha recibido el mensaje: “si siguen extrayendo crudo nosotros abriremos más el grifo y haremos que los precios bajen al nivel que haga falta para echarles del mercado”. Y claro, extraen menos. Y si baja la producción baja la inversión en un sector que estaba siendo muy importante para la inmunización de la economía USA frente a la japonización.
La otra vacuna es el talento para competir con las economías emergentes con ideas y marketing, no tratar de competir vía precio, donde no hay nada que hacer. Ahí tienen Apple, Facebook, etc. Pero llega la el BCE, llena todo de euros y claro, sube el dólar. Y se nota: el déficit comercial ha pasado de 471.000 millones a 522.000.
¿Y la inflación? El último dato de PCE es 0,1%. Sobran los comentarios.
Aun así, lo más probable es que estemos ante una pausa, pero de ahí a crecer al 4%, por ejemplo, hay una distancia. Y, sobre todo, el problema es si el resto de bueyes no tira del carro. En una economía tan interconectada globalmente como la actual, Norteamérica tiene complicado crecer teniendo como única base su consumo interno.
Europa ya sabemos cómo está. Ciertamente ha mejorado –y hemos sido muy “partidarios” como idea de inversión (ver “La hora de Europa II”)- pero nos daremos con un canto en los dientes si la Eurozona consigue salir del agujero y crecer por encima del 1,5% el año que viene.
Pero el principal inconveniente para que la economía global vuelva al crecimiento está en que me quedé corto con quienes esperaba mantendrían la llama encendida y harían que mi predicción de riesgo de “japonetización” occidental se quedara en eso, en un riesgo, no en una realidad. Y la “vacuna” eran los mercados emergentes. Especialmente China.
Pues de los BRIC (Brasil, Rusia, India y China), el único país que va a “tirar” del carro es India, y sin echar cohetes. Brasil y Rusia esperan crecimientos negativos. Y quien ha superado mis expectativas –a la baja-, aunque ha ayudado mucho a que se cumpliera la predicción, es China. Y no ya porque de crecer al 15% de entonces haya pasado al 7% actual, sino porque podría ser menos del 7% en el futuro. De hecho llama la atención que acaben de anunciar una medida de política monetaria que no han querido llamar QE –y ni oficial ni técnicamente lo es– pero tanto lo que busca como lo poco habitual de la medida la hacen muy parecida a nuestro proceso de estímulo monetario. La medida trata de animar el consumo, mejorar la situación financiera de sus comunidades autónomas y evitar la deflación (ver “¿Es posible que China entre en deflación?”) Cambie usted “comunidades autónomas” por “países de la unión con problemas presupuestarios” y ¿a qué les suena?
Así que ese es el escenario: los principales bancos centrales del mundo en modo estímulo. Como consecuencia, tanto en Europa como en Japón los tipos de interés de los bonos son ya negativos en muchos plazos, es decir, los prestamistas pagan por prestar, algo inaudito. China, el gran motor de la economía emergente, se las ve y se las desea por mantener un crecimiento del 7% que sería el equivalente al 3% en una economía desarrollada, y muy por debajo de lo que aportaba hace años. Y, pese a que el precio del petróleo se ha recuperado, la inflación europea es cero, la norteamericana se mueve en el entorno del 1% y la China igual, nivel de inflación que para China es tan o más bajo en términos relativos que el europeo.
Crecimiento débil, mínimo nivel de inflación, y todo no ya a nivel occidental, sino a nivel global. Está claro que el riesgo de “japonización” no ha desaparecido. Pero ¿caducará en breve y habremos ido hacia la japonetización pero sin entrar en ella o, por el contrario, una vez la predicción se ha hecho realidad, se materializará también el riesgo?
Es pronto para decirlo. No hay suficiente visibilidad. Lo que sí podemos y debemos hacer es parar, observar, analizar y adecuar nuestra estrategia a la situación que tenemos cinco años después.

Es un escenario “raro, raro, raro”

La experiencia nos dice que las situaciones extremas aconsejan, sino prudencia,al menos vigilancia. ¿Qué pasa si está cerca de la fecha de vencimiento? ¿Qué ocurre si todo ese estímulo monetario va, funciona y vuelve el crecimiento? Cambia todo el escenario y las burbujas que pudieran haberse creado en el proceso pueden explotar.

El primer perjudicado de la caducidad sería la renta fija

La idea central de aquel artículo desde el punto de vista de la inversión era que el camino hacia la japonetización lleva a una caída generalizada de los tipos de interés y, en consecuencia, subida espectacular del precio de los bonos (ver"¡Que error, que inmenso error!”). Se trataba simplemente de ver qué pasó en el propio Japón. Pero, por las mismas, si se frena el proceso ocurrirá justo lo contrario.

Una oportunidad en renta variable

La renta variable sufriría, pero no olvidemos que si cambia el viento es porque se evita el estancamiento y se vuelve al crecimiento. Eso al final es bueno para las acciones de las empresas (renta variable) –que, además, no lleva subiendo tanto tiempo como los bonos-. En otras palabras: un cambio de tendencia brusco en los bonos generaría una corrección importante en las acciones, pero, al contrario que con los bonos, sería una oportunidad para entrar a buen precio.

Lo que hay que mirar

Primero a la economía norteamericana. A su crecimiento y a sus posibles presiones inflacionistas. Si lo que estamos viviendo es una pausa o un contagio. A continuación a China, y muy especialmente al nivel de estímulo que aplican sus autoridades económicas y a los resultados del mismo. Y obviamente a Europa. Si estas tres zonas económicas salen de la espiral “japonizadora” ya sabremos la fecha de caducidad de mi predicción. Y si se une Japón, mucho más.
Por el contrario, como al menos no tiren del carro tres de los cinco bueyes (los mencionados más el resto de emergentes) los bonos no tendrían por qué cambiar de dirección, ya que los bancos centrales seguirían en modo estímulo y los tipos de interés muy bajos.
Es pronto para sacar conclusiones, pero quién sepa anticipar adecuadamente las cuestiones planteadas tendrá una gran ventaja en la carrera por la rentabilidad... o por evitar pérdidas, que es la primera regla de la gestión.
(*) La medida va de que a partir de ahora los bancos del país tendrán que aceptar como colateral –garantía– de préstamos comerciales los bonos de las comunidades autónomas chinas. El pequeño detalle es que, de ser calificados por una agencia independiente, serían menos que bono basura. Vamos, que las autoridades tienen que estar preocupadas para tomar una medida así.

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