El primer trimestre del año se ha saldado con importantes movimientos en el mercado de divisas. La asimetría en el ciclo económico que se manifiesta al comparar la posición de EE UU y del área euro se ha traducido en una fuerte apreciación del dólar, movimiento que se ha hecho extensivo a otros cruces, especialmente los de las divisas emergentes. El atisbo de debilidad cíclica en numerosas economías ha llevado a sus bancos centrales a realizar o, por lo menos, a señalizar reducciones en los tipos de interés de referencia y medidas de política monetaria heterodoxas, dejando a la Reserva Federal y al Banco de Inglaterra prácticamente solos en su posición de abordar subidas en los tipos de interés.
Surge en este momento la duda de si los movimientos observados hasta la fecha pueden prolongarse en el tiempo o si la Reserva Federal va a optar por una aproximación más moderada a las potenciales subidas de tipos de interés que pueda realizar en el futuro ante el riesgo de asistir a un fortalecimiento aún más pronunciado de su divisa.
Esta duda, en todo caso, es fiel reflejo de un entorno altamente complejo para la gestión del riesgo cambiario desde la perspectiva de la empresa no financiera, que obliga a contar con metodologías de cobertura que mitiguen el efecto que la volatilidad del tipo de cambio tiene sobre el balance y la cuenta de resultados.
Podemos destacar algunos aspectos comunes que pueden resultar de aplicación para la empresa no financiera con independencia de su sector. Por una parte, la mayor volatilidad de los tipos de cambio debe traducirse en un aumento de las primas de riesgo en las tasas de descuento empleadas en el estudio de rentabilidad exigida a nuevas inversiones en el extranjero, para proteger el valor de la inversión en el futuro y minorar la necesidad de abordar coberturas de balance.
Desde la perspectiva de la cobertura del valor de los flujos de caja en moneda extranjera, se pueden establecer umbrales graduales de cobertura que adapten los porcentajes protegidos a las condiciones de mercado. Esta progresividad redunda en una mayor flexibilidad para la dirección financiera en la gestión del negocio internacional y permite, además, capturar movimientos favorables del mercado.
Cuestión diferente es la cobertura del riesgo de balance asociado a las inversiones situadas en el exterior. El impacto de la liquidación de las coberturas en la tesorería de la empresa, frente al impacto de la conversión del valor de las inversiones, puramente contable salvo en el momento de su venta, hacen recomendable que estas coberturas se planteen únicamente ante la venta de estos activos.
Por último, es preciso hacer mención a la implicación contable de la contratación de coberturas que protegen el riesgo financiero. En un contexto como el actual resulta crucial que los precios de los instrumentos contratados reflejen de forma fiel las condiciones de mercado para evitar que el tratamiento contable de estas herramientas se traduzca en resultados no deseados, o ineficacias, que impacten en la cuenta de resultados de forma negativa.
Pablo Guijarro y Matías Lamas son profesores de Afi Escuela de Finanzas Aplicadas
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