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lunes, 16 de noviembre de 2015

La injusticia de los precios justos

 
 
Los precios en la economía son vehículos que trasladan información desde los consumidores hasta los empresarios y viceversa; son el insumo esencial para la toma de decisiones, planificación, ahorro, inversión, innovación y consumo.
 
Cuando el rol primordial del sistema de precios es interrumpido por el control estatal se generan distorsiones que afectan primeramente la naturaleza de transmisión de información del sistema de precios y las decisiones tomadas por los individuos y empresarios, interrumpiendo el proceso natural del mercado.
No existe tal cosa como un precio justo fijado arbitrariamente por el Estado, tal justicia solo se puede encontrar en el funcionamiento del mercado libre.
 
A través del precio el consumidor puede hacer elección de consumo tomando en cuenta diferentes factores que integren una matriz para la toma de decisión. Si en el mercado existen productos con características similares, condiciones físicas cercanas y alguna otra cualidad, se podrá tomar la decisión en base al producto que mejor satisfaga las necesidades, o incluso si el mismo producto se presenta en exactas características y condiciones podrá decidir por el de mejor precio, o aquel que combine calidad y precio.
 
Sí un empresario lleva una cantidad determinada de bienes al mercado a un cierto precio y mediante el sistema de libre competencia y se encuentra con que su producto no está siendo demandado porque tiene un precio más elevado al de su competencia, él tendrá que tomar una decisión, adecuar su estructura productiva a la competencia de precios en el mercado, ajustando sus costes en función del precio que desea lograr, determinando los precios así los costes y no al contrario como se suele pensar en el mainstream. Se ajustan los nuevos costes en función del precio esperado que se desea competir, y si en otro momento dado el empresario consigue una demanda que se interese por un producto con mayor calidad o incluso que incorpore avances tecnológicos podrá en su momento decidir incorporar mayores procesos al coste pues existe en efecto quien demande el producto al precio final y con tales características.
 
De este modo queda claro que es mediante la acción libre de los agentes, empresarios y consumidores que se obtiene mayor coordinación en la economía, los precios son el mecanismo de coordinación natural por excelencia; no solo permiten el respectivo ajuste de las necesidades y características de consumo y producción, sino que también sirven como promotores de procesos de innovación y desarrollo. Permiten además la vital coordinación intertemporal de la economía, permitiendo que se lleven a cabo procesos de inversión y producción para la demanda futura. Cuando los precios actúan libremente generan señales a los agentes que sirven para tomar decisiones importantes de ahorro, inversión, producción y consumo.
 
Cuando el proceso de coordinación que ejercen los precios es interrumpido por ley o mandato coercitivo se viola la función esencial de este mecanismo en la economía, y en adelante se generan distorsiones que deterioran el funcionamiento del sistema de precios y así el de la economía en su conjunto.
 En particular los regímenes socialistas procuran limitar el comportamiento de los precios libres, consideran que es al órgano central a quien le corresponde planificar cuáles serán los precios en la economía -tamaña labor que solo el mercado en su inigualable función puede lograr- acuden con frecuencia a controles de todo tipo para hacerse con la alquimia de lograr el precio justo.
 
El sistema de precios libres es una amenaza para el control, y mucho más para los sistemas de coordinación central de la economía; sistemas totalitarios, socialistas o comunistas. Tales sistemas piensan que la formación de precios en la economía proviene de un proceso de especulación empresarial que no obedece a una composición objetiva del valor del bien, por lo que deben afanadamente controlarlos.
 
Esencialmente el marxismo cree que el valor de los bienes debe estar dado por la cantidad de trabajo que llevan incorporado, y así los bienes que deben ser más intercambiables son los que más trabajo lleva añadido. Esta teoría ya ha sido refutada por Eugen Von Bohm Bawerk de la Escuela Austriaca de Economía en su critica a la teoría de la explotación. El valor está determinado por la apreciación subjetiva de los agentes en la economía, tal valoración está vinculada a la utilidad que para el sujeto tenga cada bien, el bien deseado es solo un medio que sirve para alcanzar un fin superior y el intercambio sucede porque un individuo valora más lo que el otro puede ofrecerle a cambio de lo que él entrega en dicha acción, y viceversa, tal como logro determinar Carl Menger con la teoría subjetiva del valor.
 
Un sujeto intercambia trigo por dinero porque el valora más el dinero que le van a entregar pues le servirá para comprar pieles para el invierno y el sujeto que intercambia el dinero por trigo valora más el trigo porque lo necesita para hacer pan y alimentarse. Sin esta valoración subjetiva sería imposible el intercambio.
 
En el momento que la libre acción de la economía se interrumpe y deja de funcionar el mecanismo de coordinación de precios se crean distorsiones. El control de precios impone niveles máximos de ganancias y niveles máximos de precios, irrumpe la estructura productiva de las empresa y genera conflictos en la composición del producto, no se pueden incorporar todos los factores a la elaboración del producto y no existe opción para acomodar la estructura productiva sin comprometer la estabilidad de la empresa, la actividad empresarial deja de ser un medio optimo para alcanzar un fin, cuando se extingue el beneficio de la actividad empresarial se pierde también el incentivo de producir, difícilmente un sujeto asumirá una función de intercambio a perdida.
 
Finalmente las empresas que se ajustan al mandato de precios justos terminan llevando menor cantidad de productos al mercado y de menor calidad, operan en condiciones sub-optimas y margenes de perdidas. Los consumidores evidenciaran la ausencia de calidad y cantidad en los mercados, la inexistencia del proceso natural de mercado evita que se tomen decisiones de consumo, ahorro, producción e inversión, desaparecen las opciones en el mercado, el malestar social es superior al beneficio que pueden generar las opciones de control.
 
Lo que antes era posible producir y llevar al mercado hoy no lo es, la cantidad y calidad de productos que llegan a los consumidores cae al disminuir la oferta agregada efectiva, ante igual o mayor número de demanda se hará presente un proceso de escasez que se agudizara en la medida que se recrudecen los controles.
 
Más control implica menos libertad de coordinación del mercado, menor posibilidad de producción, ahorro, inversión, innovación y desarrollo. La escasez se alimenta del control y tiende a agudizarse, los individuos no solo demandaran bienes para el consumo inmediato sino que también lo hacen para el aprovisionamiento, no tienen certeza alguna de que mañana puedan conseguir en el mercado el producto que necesitan.
 
No existe tal cosa como un precio justo fijado arbitrariamente por el Estado, tal justicia solo se puede encontrar en el funcionamiento del mercado libre.
 
Lo que se pretende hoy con el control absoluto de los medios de producción desde la elaboración, distribución y comercialización hasta la fijación de un precio máximo ya se ha pretendido antes, en la antigua URSS, Alemania Socialista y Cuba. El resultado no por casualidad es siempre el mismo, quiebra empresarial, distorsiones y escasez aguda y generalizada. El mal entendimiento de la economía y el funcionamiento de los procesos de mercado han llevado a cometer errores que han comprometido a naciones enteras. Con la ignorancia o no de la historia hoy en Venezuela se están cometiendo los mismos errores y se están padeciendo los mismos males.
 
 
Willians Ruiz
Director – Liberty & Capital FreeMarket Consulting
Director Ejecutivo – Instituto Ludwig von Mises Venezuela
Twitter: @williansruiz

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