El arma del petróleo ha muerto hace tiempo. Cada vez que ciertos países sacan el arma del petróleo como amenaza, la siguiente vez pierde efecto por varias razones
“It´s an eminence front that you put on” Pete Townshend
El lunes me comentaba un amigo de Caracas que el Gobierno de Maduro y el iraní contaban con un repunte del precio del crudo por los ataques terroristas del viernes y la respuesta contra ISIS. Y le dije lo que ya expliqué en La Madre de Todas las Batallas ('The Energy World Is Flat'). El arma del petróleo ha muerto hace tiempo.
A cierre de este artículo, el barril de West Texas cotizaba a 40,67 dólares y el Brent, a 43,57 dólares.
Piénsenlo desde este punto de vista. En los 25 años que tengo de experiencia en energía, recorriendo todo el mundo desde Oriente Medio a Latinoamérica y de Rusia a África, nunca se había dado una combinación de riesgos geopolíticos mayores que desde 2014, con Yemen, sanciones a Rusia, ataques en Irak, Nigeria, represión en Venezuela, etc… Y el petróleo no ha hecho más que caer.
Cada vez que ciertos países sacan el arma del petróleo como amenaza, la siguiente vez pierde efecto. Por varias razones.
Los productores convencionales siguen infraestimando las tecnologías disruptivas y la eficiencia. El 'fracking' solo en EEUU cuenta con más de 4.000 pozos perforados y no completados que pueden ponerse en marcha en cualquier momento y añadir 500.000-650.000 barriles al día. Es difícil para los productores convencionales entender que el 'fracking' es muy flexible y puede incrementar y reducir producción con enorme versatilidad.
Las renovables siguen comiendo terreno, llevando a que gran parte de los países de la OCDE estén cerca de contar con un mix autóctono de gas, carbón y renovables que hace la seguridad de suministro más sencilla y la dependencia real, mucho menor.
La eficiencia y los vehículos híbridos, eléctricos, de gas y de hidrógeno, ponen en peligro le hegemonía del petróleo como fuente de energía para transporte
La eficiencia y los vehículos híbridos, eléctricos, de gas y de hidrógeno ponen en peligro le hegemonía del petróleo como fuente de energía para transporte. Adam Sieminski, de la IEA, y Bloomberg confirmaban que la eficiencia ha llevado a que hoy usemos un 40% menos de energía primaria para generar una unidad de PIB a nivel global. Como ocurrió con el carbón como fuente principal de generación eléctrica, el destino del petróleo en el transporte solo tiene un final: reducirse drásticamente.
Pero existe otro efecto que suele ser ignorado por los analistas. Los países de la OPEP, ante conflictos geopolíticos, producen más, no menos. Hoy, la OPEP produce casi 600.000 barriles al día por encima de las cuotas asignadas y, con Irán e Irak creciendo en producción por encima de las estimaciones, la capacidad excedentaria supera ya los 2,8 millones de barriles al día. Sí, ante conflictos geopolíticos producen más, no menos.
Arabia Saudí, Kuwait, Emiratos y los países con menores costes y más eficientes no solo cuentan con volúmenes vendidos superiores, sino con la parte más importante de la capacidad ociosa de reserva.
Si añadimos a ello una Rusia que, contra los pronósticos de los agoreros, produce hoy a niveles récord, el mercado se encuentra mejor suministrado y más diversificado que nunca a la vez que la demanda tiene mejores alternativas.
Porque no olvidemos que el crecimiento de la demanda en 2015 está sorprendiendo al alza, con un aumento no visto en varios años, cercano a los 1,8 millones de barriles al día. Así que no, no es un problema de 'demanda' como dicen algunos.
Recuerdo un viaje a Bagdad en la época de Saddam Hussein, en que uno de los guardaespaldas que acompañaba al grupo en el que yo iba nos comentaba lo fuertes que eran porque el petróleo era su arma. Recuerdo el día que murió Chávez, que me pilló en Caracas, y les relaté en esta columna, cuando un alto cargo de PdVSA 'amenazaba' al mundo con petróleo a 200 dólares para acabar con el 'imperio'.
El arma del petróleo ha perdido su pólvora. Y los que necesitan altos precios para mantener gastos de burbuja lo saben, aunque no quieran admitirlo en público. Esa es la razón, entre otras, por la que producen más, no menos. Ganar cuota de mercado en un mercado cada vez mejor suministrado. Ganamos todos. Ellos, porque por fin empezarán a adaptar sus economías a la lógica, y nosotros, porque el mundo de la energía mejora cada día.
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