[Este artículo está extraído del capítulo 20 de La acción humana]
Una caída en el tipo de interés bruto del mercado afecta al cálculo del empresario en relación con las posibilidades de rentabilidad de los proyectos considerados. Junto con los precios de los factores materiales de producción, los salarios y el precio futuro anticipado del los productos, los tipos de interés son datos que entran en al cálculo planificador del empresario.
El resultado de este cálculo muestra al empresario sí merece la pena o no un proyecto concreto. Le muestra qué inversiones pueden hacerse bajo el estado concreto de relación en la valoración pública de los bienes futuros respecto de los actuales. Hace que actúe de acuerdo con esta valoración. Le impide embarcarse en proyectos cuya realización sería desaprobada por el público a causa de la longitud del plazo de espera que requieren. Le fuerza a emplear la existencia disponible de bienes de capital de forma que satisfagan mejor los deseos más urgentes de los consumidores.
Pero la caída en los tipos de interés falsifica el cálculo del empresario. Aunque la cantidad de bienes de capital disponibles no aumentó, el cálculo emplea cifras que sólo se utilizarían si se hubiera producido un aumento de este tipo. El resultado de dichos cálculos lleva pro tanto a error. Hace que algunos proyectos que parecen rentables y realizables, con un cálculo correcto basado en un tipo de interés no manipulado por la expansión crediticia se habrían mostrado como irrealizables. Los empresarios se embarcan en la ejecución de dichos proyectos. Se estimulan las actividades económicas. Empieza un auge, un boom.
La demanda adicional por parte de los empresarios en expansión tiende a aumentar los precios de los bines de los productores y los niveles salariales. Con el aumento salarial, el precio de los bienes de consumo también aumenta. Además, los empresarios contribuyendo su parte al aumento de los precios de los bienes de consumo pues asimismo están dispuestos a consumir más, engañados por las ganancias ilusorias que muestran sus cuentas.
El alza general de precios dispara el optimismo, Si sólo hubieran aumentado los precios de los bienes de los productores y no hubiera afectado a los bienes de consumo, a los emprendedores les hubiera resultado complicado. Habrían tenido dudas acerca de la solidez de sus planes, pues el aumento de los costes de producción hubiera afectado a sus cálculos. Pero se ven reafirmados por el hecho de que la demanda de bienes de consumo se intensifica y hace posible expandir las ventas a pesar de los precios en aumento. Así que confían en que la producción merecerá la pena, a pesar de los mayores costes que conlleva. Resuelven seguir adelante.
Por supuesto, con el fin de continuar con la producción a mayor escala producida por la expansión del crédito, todos los empresarios, los que expandieron sus actividades igual que quienes producen sólo dentro de los límites en que producían previamente, necesitan fondos adicionales, pues los costes de producción son ahora mayores. Si la expansión del crédito consiste meramente en una inyección única y no repetida de una cantidad definida de medios fiduciarios en el mercado del préstamo y luego cesa, el auge debe acabar enseguida.
Los empresarios no pueden producir los fondos que necesitan para la futura realización de sus planes. El tipo de interés bruto del mercado aumenta porque el aumento de la demanda de préstamos no se contrapesa con un aumento correspondiente en la cantidad de dinero disponible para prestar. Los precios de los materiales caen porque algunos empresarios vender inventarios y otros se abstienen de comprar. El tamaño de las actividades de negocio vuelva a encogerse. El auge termina porque ya no operan las fuerzas que lo trajeron.
La cantidad adicional de crédito circulante ha agotado su operatividad sobre precios y salarios. Los precios, los salarios y las distintas existencias líquidas de los distintos individuos se ajustan a la nueva relación monetaria: se dirigen hacia el estado final que corresponda a esta relación monetaria, sin verse alterados por posteriores inyecciones de medios fiduciarios adicionales. El tipo de interés original que se coordina en esta nueva estructura del mercado actúa con toda su fuerza sobre el tupo de interés bruto del mercado. El tipo bruto de mercado ya no está sujeto a las influencias perturbadoras ejercitadas por los cambios en la liquidez en la oferta de dinero (en sentido amplio).
La principal deficiencia de todos los intentos de explicar el auge (es decir, la tendencia general a expandir la producción y a que aumenten todos los precios) sin referencia a cambios en la oferta de dinero o medios fiduciarios, tiene que verse en el hecho de que no tienen en cuenta esta circunstancia. Un aumento general en los precios sólo puede ocurrir si hay una caída en la oferta de todos los productos o un aumento en la oferta de dinero (en sentido amplio).
Admitamos por un momento que las afirmaciones de estas explicaciones no monetarias del auge y del ciclo económico sean correctas. Los precios avanzan y las actividades económicas se expanden aunque no se haya producido un aumento en la oferta de dinero. Muy pronto debe aparecer una tendencia hacia la caída de precios, debe aumentar la demanda de crédito, deben subir tipos de interés brutos del mercado y el breve auge llega a su fin.
De hecho, toda doctrina del ciclo económico no monetaria asume tácitamente (o tendría que asumir lógicamente) que la expansión del crédito es un fenómeno asociado al auge. No puede resultar admitir que en ausencia de esa expansión del crédito no podría aparecer ningún auge y que el aumento en la oferta de dinero (en sentido amplio) es una condición necesaria del movimiento generalizado al alza de los precios. Así que a la vista de las afirmaciones de las explicaciones no monetarias de las variaciones cíclicas se reduce a la afirmación de que la expansión crediticia, aunque requisito indispensable para el auge, no es por sí misma suficiente para traerlo y hacen falta algunas condiciones añadidas para su aparición.
Aun así, incluso en este sentido restringido, las enseñanzas de las doctrinas no monetarias son vanas. Es evidente que toda expansión del crédito debe traer el auge como se describe más arriba. La tendencia a crear auges de la expansión del crédito sólo puede no aparecer si otros factores contrapesan simultáneamente su crecimiento.
Si, por ejemplo, mientras los bancos expanden el crédito, se espera que el gobierno grave completamente los beneficios “excesivos” de los empresarios o que acabe con la expansión del crédito tan pronto como el “estímulo” genere aumentos de precios, no puede desarrollarse un auge. Los empresarios se abstendrán de expandir sus negocios con la ayuda de créditos baratos ofrecidos por los bancos porque no pueden esperar aumentar sus ganancias. Es necesario mencionar este hecho porque explica el fracaso de las medidas de estímulo del New Deal y otros acontecimientos los años treinta.
El auge sólo puede durar mientras la expansión del crédito progrese a un ritmo cada vez más acelerado. El auge termina tan pronto como dejan de lanzarse la mercado del préstamo cantidades adicionales de medios fiduciarios. Pero no podría durar eternamente incluso si la inflación y la expansión del crédito fueran a continuar indefinidamente. Encontraría entonces las barreras que impiden la expansión ilimitada del crédito circulante. Llevaría a la quiebra del auge y de todo el sistema monetario.
La esencia de la teoría monetaria es el conocimiento de que los cambios inducidos en la existencias en la relación monetaria no afectan a los distintos precios, salarios y tipos de interés ni al mismo tiempo ni en el mismo grado. Si no existiera esta falta de simultaneidad, el dinero sería neutral: los cambios en la relación monetaria no afectaría a la estructura de los negocios, el volumen y dirección de la producción en las distintas ramas de la industria, el consumo y la riqueza e ingresos de los distintos estratos de la población.
Así que el tipo de interés bruto del mercado tampoco se vería afectado (ni temporal y definitivamente) por los cambios en la esfera del dinero y del crédito circulante. El hecho de que esos cambios puedan modificar el tipo de interés original lo causan los cambios que esta falta de simultaneidad produce en la riqueza e ingresos de los distintos individuos. El hecho de que, aparte de estos cambios en el tipo de interés original, el tipo bruto de mercado se vea afectado temporalmente es en sí mismo una manifestación de esta falta de simultaneidad.
Si la cantidad adicional de dinero entra en el sistema económico de forma que llega al mercado del crédito sólo en una fecha en que ya ha hecho aumentar los precios de los materiales y los salarios, estos efectos inmediatos temporales sobre el tipo de interés bruto del mercado serán o bien leves o no existirán en absoluto. El tipo de interés bruto del mercado es el más violentamente afectado cuanto antes llegue al mercado del crédito la oferta adicional de medios fiduciarios.
Cuando bajo las condiciones de expansión del crédito toda la cantidad de sustitutivos adicionales del dinero se presta a empresarios, se expande la producción. Los emprendedores se embarcan o bien en expansión lateral de la producción (es decir, la expansión de la producción sin alargar su periodo de fabricación en la industria individual) o en expansión longitudinal (es decir, el alargamiento del periodo de fabricación. En cualquier caso, las plantas adicionales requieren la inversión de factores de producción adicionales. Pero la cantidad de bienes de capital disponibles para invertir no ha aumentado. Tampoco la expansión del crédito produce una tendencia hacia una restricción en el consumo.
Es verdad que, como hemos apuntado antes al ocuparnos del ahorro forzoso, que en el posterior progreso de la expansión una parte de la población se verá obligada a restringir su consumo. Pero depende de las condiciones particulares de cada caso de expansión crediticia el si este ahorro forzoso de algunos grupos de gente compensará el aumento en el consumo por parte de otros y resulte así un aumento neto en la cantidad total de ahorro en todo el sistema de mercado. En cualquier caso, la consecuencia inmediata de la expansión del crédito es un aumento del consumo por parte de aquellos asalariados cuya remuneración haya aumentado a cuenta de la demanda intensificada de mano de obra mostrada por los empresarios en expansión.
Supongamos por un momento que el consumo incrementado de estos asalariados favoreció la inflación y que el ahorro forzoso de otros grupos perjudicados por ésta son iguales en cantidad que no se ha producido ningún cambio en la cantidad total de consumo. Entonces la situación es ésta: La producción se ha alterado de tal manera que la longitud del periodo de espera se ha extendido. Pero la demanda de bienes de consumo no ha caído para hacer que la oferta disponible aumente un periodo más largo. Por supuesto, de este hecho resulta un aumento en los precios de los bienes de consumo y así produce una tendencia hacia el ahorro forzoso.
Sin embargo, este aumento en los precios de los bienes de de consumo fortalece la tendencia de los negocios a expandirse. Los empresarios deducen del hecho de que los precios y la demanda estén aumentando que merece la pena invertir producir más. Continúan y sus actividades intensificadas llevan a un mayor aumento en los precios de los bienes de producción, en salarios y por tanto de nuevo en los precios de los bienes de consumo. Los negocios progresan mientras los bancos estén dispuestos a expandir cada vez más el crédito.
En vísperas de la expansión crediticia están en operación todos los procesos de producción que, en ese estado concreto de mercado, se consideran rentables. El sistema se ha estado moviendo hacia un estado en el que todos los que quieran ganar un salario tendrían empleo y todos los factores de producción no convertibles se emplearían hasta donde permitieran la demanda de los consumidores y la oferta disponible de factores materiales no específicos y de mano de obra. Una posterior expansión de la producción sólo es posible si la cantidad de bines de capital aumenta con ahorros adicionales, es decir, con excedentes producidos y no consumidos.
El distintivo característico del auge de la expansión del crédito es que esos bienes adicionales de capital no tienen que estar disponibles. Los bienes de capital necesarios para la expansión de las actividades de negocio deben desplazarse de otras líneas de producción.
Publicado el 14 de mayo de 2010. Traducido del inglés por Mariano Bas Uribe. El artículo original se encuentra aquí.
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