Recientemente, el Financial Times publicaba un artículo que contenía gráficos que mostraban la correlación entre gasto público y crecimiento del PIB real. Basándose en estas correlaciones, el autor del artículo, Matthew Klein, comenta: “No es un secreto que los recortes en el gasto (y los aumentos en impuestos) han retardado el crecimiento de Estados Unidos durante los últimos cuatro años”. Continúa argumentando que desde mediados de 2010 a mediados de 2011, la reducción en el gasto público en EE. UU. rebajo un 0,76% la tasa de crecimiento económico. Klein supone que esta ralentización en la tasa de crecimiento causó un PIB real actual que es un 1,2% inferior del que habría habido en ausencia de este ejercicio de “austeridad”. También señala que desde 2012 casi todo el efecto depresivo de la austeridad pública en el crecimiento del PIB real fue el resultado de la reducción en el gasto militar. Aunque parte de la reducción fue beneficiosa, opina Klein, “parte representa una herida autoinfligida”. En realidad puede representar una herida autoinfligida en el gobierno federal, pero en ese caso beneficia a la economía privada.
Es indudablemente cierto que una reducción en el gasto público real causa una reducción en el PIB real, tal y como se calcula oficialmente. Pero al contrario de lo que dice Mr. Klein, la reducción en el gasto público no retarda el crecimiento de la producción de bienes que satisfacen las demandas de consumo y, de hecho, es más probable que la acelere. Además, las rentas reales y los niveles de vida de productores/consumidores en el sector privado aumentan como resultado directo de la disminución del gasto público. La razón de esta aparente paradoja reside en el método convencional usado para calcular la producción real en la economía. Dejadme que lo explique con un ejemplo sencillo.
El problema al calcular el PIB
Supongamos una sencilla economía insular en la que el sector privado produce 1.000 manzanas al año. Supongamos también que el gobierno de la isla grava a los productores privados con 200 manzanas al año para sostener su ejército al invadir una isla vecina para neutralizar una “amenaza terrorista potencial”. Según la contabilidad nacional estándar, que está profundamente enraizada en la economía keynesiana, el PIB real se calcula como 1.200 manzanas: las 1.000 manzanas (antes e impuestos) o consumidas actualmente por los productores, invertidas para plantar nuevo manzanos para atender la producción futura o pagadas en impuestos, más las 200 manzanas gastadas en el ejército de la isla, que está produciendo atareadamente el “bien público” de la defensa nacional. En otras palabras, el PIB real de la isla incluye las 1.000 manzanas producidas voluntariamente por el sector privado más el “valor manzana” de la defensa nacional que se valora a su coste de producción, es decir, las 200 manzanas de ingresos fiscales obligatorios gastados en conquistar la isla adyacente.
Supongamos ahora que al año siguiente se ha completado la conquista y se ha pacificado la isla que supuestamente alojaba a los terroristas. El gobierno de nuestra isla decide recortar su ejército y reduce los impuestos en 100 manzanas. En igualdad de condiciones, el PIB real cae de 1.200 manzanas a 1.100 manzanas, ya que la defensa nacional ahora solo contribuye con el equivalente de a 100 manzanas de servicios públicos a las 1.000 manzanas producidas por el sector privado. Pero aquí está la trampa. Las manzanas se produjeron voluntariamente y por tanto está claro que se valoraban más que los recursos (trabajo y tiempo) empleados para producirlas. Por el contrario, no hay evidencia alguna de que los productores/consumidores privados valoraran los servicios militares proporcionados por el gobierno más que el coste de producirlos o siquiera que los valoraran en absoluto. La razón es que el gasto militar se financió con la extracción coactiva de recursos del sector privado, cuyos miembros no tenían alternativas y por tanto no expresaron ninguna valoración sobre el asunto.
No hay forma de calcular el valor real de los servicios financiados con impuestos
La misma conclusión vale para cualquier empresa financiada coactivamente, como la construcción pública de una enfermería en la isla. En ausencia de producción e intercambio voluntarios, no hay forma razonable de calcular el valor de bienes y servicios. Las inversiones y servicios públicos pueden tener algún valor para los consumidores privados, pero no hay método científico objetivo de estimar qué valor es. De hecho, suponiendo que el gobierno desperdicie al menos el 50% de los recursos gastado, el beneficio neto para los consumidores de producción pública sería cero.
Utilizar en su lugar el “Producto Privado Bruto”
Así que por estas y otras razones, la contabilización de la renta nacional sobre principios austriacos excluye los gastos públicos al calcular la producción total de la economía. Así que en nuestra isla la producción real de la economía o los que los austriacos, siguiendo a Murray Rothbard, llaman “Producto Privado Bruto” o “PPB” es igual solo a las 1.000 manzanas producidas por el sector privado y excluye los gastos públicos de 200 manzanas en la provisión de servicios militares (o una enfermería). Pero las 1.000 manzanas del PPB en realidad sobrevalora los recursos que quedan a disposición del sector privado, porque 200 manzanas son sacadas por la fuerza de actividades potencialmente valiosas de consumo e inversión privados que solo pueden juzgarse como desperdiciadas desde el punto de vista de los productores originales de esos recursos. En este sentido, las 200 manzanas pagadas en impuestos pueden verse como una “depredación” de la economía privada medida por el PPB.
Eliminando esta depredación, llegamos a lo que Rothbard llama “producto privado remanente en manos privadas” o PPR. PPR equivale a PPB menos la depredación total (es decir, el gasto público). En nuestra isla hipotética, el PPR es por tanto de 800 manzanas (= 1.000 manzanas – 200 manzanas). Así que el gasto público no debería sumarse a la producción privada, sino más bien restarse de ella para entender los niveles de vida de las personas privadas dedicadas a actividades económicas productivas.
Reducir impuestos y gastos aumenta el bienestar
Basándonos en el análisis anterior, cuando el gobierno de la isla recorta el gasto militar en 100 manzanas, suponiendo que no haya otros cambios, sí reduce el PIB de 1.200 a 1.100 manzanas. Sin embargo, desde la perspectiva austriaca, la producción real de bienes valiosos permanece constante en PPB = 1.000 manzanas, mientras que el bienestar económico de los productores mejora significativamente porque la depredación sobre la producción cae en 100 manzanas, haciendo que el PPR aumente de 800 a 900 manzanas. Pero esto no es todo. Una porción del recorte fiscal de 100 manzanas se dedicará a invertir en semillas de nuevos árboles, aumentando así las existencias de capital y acelerando el crecimiento económico a lo largo del tiempo.
Incluso a corto plazo, es probable que haya un crecimiento positivo del PPB debido a “efectos del lado de la oferta”. Por ejemplo, el recorte en los tipos fiscales marginales aumenta el coste de oportunidad del ocio y estimula a los productores a trabajar más horas. La fuerza laboral privada aumenta con el aflujo de antiguos soldados. Así que puede resultar que el PPB aumente de 1.000 a 1.75 manzanas (y consecuentemente, el PPR de 800 a 975 manzanas). En este escenario, el recorte de 100 manzanas de gasto público se compensará parcialmente por el aumento de 75 amanzanas en el producto privado, de forma que la estadística del PIB registraría una menos caída de la calculada previamente, de 1.200 a 1.175 manzanas. Sin embargo, a pesar de la bajada de la estadística sin sentido del PIB, el resultado sería beneficioso para la economía privada, ya que la producción de manzanas, las rentas reales y los niveles de vida de los productores de manzanas y la capacidad de producir manzanas en el futuro, todos mejoran.
Desde el punto de vista austriaco, por tanto, la vía de vuelta a un crecimiento económico inmediato sano y sostenible a corto plazo son los recortes masivos en impuestos y gastos en todas partes. Sí, esto es austeridad, pero solo para el gobierno. Recortar la depredación política sobre la economía privada produciría una cornucopia de beneficios actuales y futuros sobre los consumidores privados. Y estos beneficios son prácticamente sin coste, porque los recursos consumidos por el presupuesto público son casi todos un puro desperdicio desde el punto de vista de los productores privados de esos servicios.
Recortar drásticamente el hinchado presupuesto del gobierno de EE. UU. en, digamos, un 25% no solo curaría la farsa del problema del déficit, sino que, aún más importante, invertiría rápidamente la tendencia de la decadente clase media y estimularía poderosa y permanentemente la anémica tasa de crecimiento económico de EE. UU. a largo plazo. Pues el problema real no es el volumen del déficit federal per se, sino más bien la depredación de la producción privada bruta a la que contribuyó el déficit federal general. Así, un presupuesto del gobierno de EE. UU. de 4 billones de dólares y un déficit de 0,5 billones representan una depredación mucho mayor y son mucho más dañinos para la economía privada que un presupuesto de 3 billones financiados parcialmente con un déficit de 1 billón.
Publicado originalmente el 2 de enero de 2015. Traducido del inglés por Mariano Bas Uribe. El artículo original se encuentra aquí.
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