La caída real de los beneficios empresariales es muy superior a lo que dicen estrategas y analistas que buscan imponer nuevas métricas para maquillar la realidad. Hay que andarse con cuidado
La rueda debe seguir girando. 'The show must go on'. Y no importa si para ello hay que tergiversar, manipular o, simplemente, mentir.
Hay múltiples ejemplos en la economía financiera.
El último es la generalización en el uso de los ‘adjusted earnings’ o beneficios ajustados como mal de muchos, consuelo de tontos, a la hora de evaluar los resultados publicados por las firmas cotizadas alrededor del planeta. Puesto que los números no salen, vamos a dotar de peso específico a una métrica que permita dar la impresión de que sí, que la cosa va de cine y que no hay razón alguna para preocuparse.
De esta manera se detrae del beneficio neto de las compañías, los extraordinarios positivos o negativos que han podido afectar a las cuentas, así como el resultado de las divisiones vendidas o cerradas. Con ello se trataría de identificar lo que da de sí el negocio recurrente que, de acuerdo con los defensores de esta tesis, es el que importa.
Una aseveración que, sin embargo, es falsa.
Tendría sentido únicamente en el supuesto de que los números se vieran afectados por un tema puntual que los alterara de manera significativa. Pero si una firma está llevando a cabo un proceso de ajuste y reordenación, ese coste debe ser el tenido en cuenta a la hora de contemplar su valor real, al tener carácter plurianual. De otra manera, se está dotando a los resultados del mismo ‘survival bias’ que tanto se ha criticado a la hora de analizar las rentabilidades históricas de muchos activos financieros. Lo bueno es lo único que importa y queda. Pues mire, no.
Gran parte de las empresas que defienden el uso del ‘adjusted’ se encuentran en esta situación de restructuración. Lo curioso es que -oh, sorpresa- las más de las veces tal alteración viene acompañada de programas de recompras de sus propios títulos, cuya amortización permite manipular al alza el beneficio por acción. Otra manera, por cierto, de abaratar los múltiplos. O sea que, si lo excepcional perjudica, distinguimos y priorizamos la parte 'normalizada'. Pero si, por el contrario, ayuda, como ocurre con un cambio sustancial del número de valores en circulación, lo damos por irreprochable y pasamos por encima, sin distinción alguna que haga la comparativa homogénea. Todavía no ha llegado el día en que el BPA o EPS aparezca desglosado en ajustado por 'share buybacks' y ordinario.
No lo verán.
¿Hasta qué punto es eso relevante?
Cada vez más.
Lo mejor es poner un ejemplo tomado de Bloomberg a 12 de noviembre. Actualización de los resultados del tercer trimestre de 2015 del S&P500. Ya habían publicado por aquel entonces 459 de las 500 sociedades que integran ese índice.
Resultado neto Q3: 24 dólares frente a 27,81 dólares en 2014. Caída interanual del 13,70%.
Resultado ajustado Q3: 29,77 dólares frente a 30,54 dólares en 2014. Caída interanual del 2,52%.
Diferencial de caída: 11,18%.
La diferencia, como ven, es sustancial. E, insisto, el dato no viene ajustado por ninguna suerte de efecto denominador por adquisición de autocartera para eliminarla. Teniéndola en cuenta, el recorte interanual sería aún mayor. Es más, si nos fijamos, la diferencia entre ‘adjusted’ y real en 2014 era del 10%, tomando como base este último (27,81 vs. 30,54). En 2015 (24 vs. 29,77) sube ya casi al 25%, lo que empiezan a ser palabras más que mayores.
¿Cómo lo ven?
Imagino que alucinando, que es gerundio. Más en la medida en que, como les señalaba, el criterio de ‘limpieza’, me troncho, es el que tratan de imponer los actores de la industria para vendernos la burra del mercado ideal.
¿Cuál es la realidad? Morgan Stanley la recordaba esta misma semana cuando advertía a sus clientes de que el periodo comprendido entre julio y septiembre de este año ha vivido el menor crecimiento en los beneficios del MSCI Global Equities desde 2009. Es verdad que, afectado por cuestiones como dólar, materias primas y similares, pero 'life is life'. Nadie se queja cuando esos mismos factores hacen un Red Bull, dando alas a unas ganancias infladas.
Ándense, pues, con cautela y sean más escrupulosos que nunca con los números. Al igual que señalábamos el martes con relación a los fondos de inversión, no permitan que les den gato por liebre. En el pecado llevarán la penitencia.
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