por Juan Ramón Rallo
Aunque acabo de escribir sobre si el papel moneda inconvertible debe ser considerado un pasivo del banco central, creo que se puede explicar de una forma más sencilla y breve a cómo lo he hecho.
Todo activo que no sea el pasivo de alguien más (es decir, todo activo que no sea una deuda) sólo puede extinguirse generando una pérdida neta en el patrimonio de los agentes que integran una sociedad. Por ejemplo, si yo tengo 100 onzas de oro y las destruyo, mis fondos propios se reducirán correspondientemente sin que los fondos propios de nadie aumenten nominalmente.
¿Qué sucede con los activos que son el pasivo de otros agentes? Pues que la extinción del activo monetario o acarrea ganancias para otro agente (el deudor, que se ve eximido de pagar su deuda) o no implica variación alguna en los fondos propios de ningún agente (cuando se extingue por compensación). Este último caso es el más interesante.
Supongamos que el balance del banco central es el siguiente. Activo: 1.000 dólares de deuda pública; Pasivo: 900 dólares en billetes + 100 dólares en fondos propios. Si el Estado recauda impuestos por 900 dólares en billetes y los utiliza para amortizar su deuda pública en poder del banco central, el banco central verá minorar su activo en 900 dólares: 900 dólares de deuda pública se repagan y los 900 billetes se extinguen (imaginemos que el banco central los quema). Si los billetes del banco central no fueran un pasivo del banco central, estaríamos ante una destrucción de su activo (deuda pública) sin contrapartidas, con lo que debería anotarse unas pérdidas de 900 dólares y deberíamos concluir que el banco central está quebrado. Pero, en realidad, no lo estará porque la minoración del activo (de la deuda pública) irá de la mano de una reducción de su pasivo (billetes), con lo que los fondos propios no sufrirán cambio alguno. Tampoco habrá ganancias, por cierto, para el Estado. Verá minorar su deuda (en 900 dólares) a cambio de ver minorar su activo de tesorería (900 dólares en billetes).
En suma, que la destrucción de billetes del banco central no tenga por qué suponer pérdidas para nadie demuestra que necesariamente es un pasivo: si no lo fuera, su desaparición como activo debería acarrear pérdidas para alguien.
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