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jueves, 19 de noviembre de 2015

¿Es la inflación la guerra equivocada?

Uno de los mayores dogmas de la economía moderna es que la inflación debe tender, en el medio y largo plazo, al 2%. Pero ¿y si este fuese un dogma errado?

 
Foto: Foto: Corbis Images.
Foto: Corbis Images.
 
Uno de los principales objetivos de los grandes bancos centrales del mundo es mantener la inflación próxima al 2%. Pero ¿por qué el 2%? ¿Por qué no un 5%, o un 0%? Estaremos de acuerdo en que mantener la estabilidad de precios, evitando fenómenos hiperinflacionarios o marcadamente deflacionarios, sí parece necesario para promover la prosperidad económica. Por contra, un objetivo exacto, como es el 2%, parece totalmente arbitrario, y no es extraño que cada vez más voces se planteen su supresión. ¿Nos habremos equivocado al fijar un objetivo para la inflación?
 
De hecho, la Reserva Federal nunca hizo explícito un objetivo hasta el año 2012, ya bajo el mandato de Bernanke. Aunque se dice que ya anteriormente existía un determinado valor de referencia, conocido por los diversos miembros de la Fed pero oculto al gran público por petición expresa de Greenspan. Sea como fuere, el hecho es que los diversos bancos centrales del mundo han ido poco a poco, de forma explícita o implícita, adaptando su política monetaria a esta idea, extendiéndose por todo el planeta. ¿Cómo es posible que la regla del 2% nos condicione de una manera tan determinante sin contar con ningún sustento teórico?
 
En parte es porque es una premisa poco molesta. La práctica totalidad de economistas coinciden en fijar como objetivo buscar la estabilidad. A partir de ahí podemos debatir si estabilidad es un 5% o un 1%, ¿pero es realmente relevante? El 2% parece una meta razonable, ni alta ni baja, y por ello goza de consenso, el suficiente como para que a nadie le compense movilizar recursos para influenciarlo en un sentido u otro. No hay 'lobbies'. Por ello, mientras las cosas vayan bien, no parece probable que se abra un debate serio para valorar su modificación. ¿Para qué tocar algo que funciona? Es razonable, no molesta, cumple su cometido… ¿Resultado? 2% para todos los bancos centrales del planeta. Y tan contentos.
 
Si los bancos centrales se centran solo en crear inflación, en lugar de lograr la estabilidad alcanzarán el objetivo contrario: crear inestabilidad financiera
 
Pero, quizá por esta aparente irrelevancia, resulta tan atractivo para las mentes curiosas. Cada vez más economistas dudan del objetivo, y se preguntan hasta qué punto una cifra mal fijada puede afectarnos gravemente en el largo plazo. Una pequeña desviación no tendrá efecto alguno el primer año, tampoco el segundo… o el quinto. ¿Pero qué pasaría si reiteradamente estableciésemos un objetivo erróneo, por exceso o por defecto? Sin duda, eso sí afectaría de forma muy relevante a nuestra economía, y es que una pequeña desviación sostenida en el tiempo se convierte en gigante en el largo plazo gracias al interés compuesto.
 
Los mayores críticos contra el 2% son aquellos que simpatizan con una política monetaria más agresiva. Véase por ejemplo a Krugman, quien aboga por establecer objetivos superiores para que la demanda agregada aumente. Véase también el cada vez más difundido ‘NGDP targeting’, consistente en cambiar el objetivo de inflación por un objetivo de crecimiento nominal (en este caso, promovería la política monetaria agresiva en momentos de crisis, pero también podría ser más restrictiva en momentos de auge). Hay quien ve en Japón un potencial experimento de esto último.
 
Los argumentos a favor son claros. La principal diferencia entre aquellas economías que han caído en crisis y se han recuperado, y aquellas otras que se han estancado (por ejemplo Japón), es la inflación. Si la inflación vuelve a la normalidad, la economía se recupera, si no, no. De ahí que sea lógico que existan voces favorables a una mayor intervención, pues Occidente sufre una preocupante desinflación.
 
Ahora bien, debemos plantearnos si la clave de las anteriores recuperaciones fue la existencia de inflación, o si la existencia de inflación fue una señal de que la economía seguía viva y no había caído en el estancamiento. En otras palabras, si la economía sufre de problemas subyacentes (¿baja productividad, caída de población activa, exceso de deuda…?), primero tenemos que solucionar dichos problemas para que la inflación vuelva a la normalidad en vez de, simplemente, ser más agresivos monetariamente (pudiendo ser una solución o no).
 
Lo que obtendremos serán políticas monetarias violentas que lejos de llevarnos a la estabilidad nos desestabilizarán, creando burbujas financieras
 
Por ello, me parece muy interesante un nuevo enfoque aparecido en Project Syndicate de la mano de Stephen Roach ('The Wrong War for Central Banking' 27-10-15). El exMorgan Stanley afirma que si los bancos centrales se dedican simplemente a crear inflación, sin atender a los fundamentales económicos, en lugar de conseguir la estabilidad alcanzarán exactamente el objetivo contrario: crear inestabilidad financiera. En su opinión, nada tiene que ver el mundo de hoy con el de hace unos años, por lo que necesitamos un nuevo enfoque para la política de los bancos centrales diferente del anticuado 2%.
 
Estamos afectados, en su opinión, por una caída crónica de la demanda agregada, un exceso de oferta, y tendencias deflacionarias creadas por la tecnología y las mejoras logísticas. Esto contrasta con el mundo de las últimas décadas, en donde las tendencias eran inflacionarias y no deflacionarias. Por ello, el objetivo de inflación que garantizaría la estabilidad sería, hoy en dia, inferior al 2%. Si intentamos tener una inflación media igual que antaño con unos fundamentales deflacionarios, lo que obtendremos serán políticas monetarias violentas que lejos de llevarnos a la estabilidad nos desestabilizarán, creando poderosas burbujas financieras.
 
Años atrás, la inflación sí era un verdadero problema, hoy no, dejemos de preocuparnos por ella. O eso al menos es lo que propone Roach. Aunque en lugar de proponer una nueva inflación (o deflación) objetivo, la propuesta del economista va más allá, y propone que el gran papel de los bancos centrales sea velar por la estabilidad financiera. Suena simple, quizá naíf, pero tiene sentido.
 
En el pasado nos hemos preocupado por un hipotético exceso de consumo que nos condujese a la inflación. Sea por las políticas monetarias, por la regulación laboral, por la escasez de ciertos profesionales... lo cierto es que el mundo de hace unos años tenía tendencias inflacionarias. Pero ahora, por la globalización, por las políticas liberalizadoras o por la tecnología, ya no. Por la contra, donde sí se percibe un problema recurrente es en los mercados financieros. Es cierto que las burbujas siempre han existido y son parte de la condición humana, pero en la economía moderna parece que hemos entrado en un insano bucle de ‘eterna burbuja’ en donde para salir de una hinchamos otra.
 
¿Será la inflación la guerra equivocada? Cada día existen más interrogantes sobre la idoneidad del objetivo del 2%: para unos excesivo, para otros escaso, y otros simplemente se preguntan ¿por qué un 2%? En el caso de Roach, propone ir un paso más allá: olvidémonos de la inflación y centrémonos en la estabilidad, ese es el verdadero germen de la prosperidad. Y tiene su lógica. Claro que si no hay inflación, la deuda provocará dolor. Y ‘defaults’. Decía al principio del artículo que en este asunto no hay 'lobbies'… Quizá no como tal, pero sí muchos interesados en que la noria de la deuda siga girando.

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