Suiza realizará próximamente un referendo para decidir si elimina o no la reserva fraccionaria, quitando así a los bancos su poder para crear dinero. ¿Es la solución?
Suiza es un gran país por muchos motivos. Uno de ellos es que permite a los ciudadanos hacer un referendo a nivel nacional si existe una propuesta que reciba el apoyo, con su correspondiente firma validada, de 100.000 ciudadanos en el plazo de 18 meses. Así es como un grupo denominado ‘Vollgeld Initiative’ (conocido en el exterior como ‘Iniciativa del Dinero Soberano’) ha conseguido lo impensable: Suiza someterá a referendo próximamente que el país vuelva a un sistema con un coeficiente de caja del 100%.
¿Qué es el coeficiente de caja del 100%? Un sistema en el cual los bancos custodian el dinero de sus clientes en lugar de invertirlo, manteniendo en reservas líquidas los depósitos. Por ello, es imposible que se produzca la quiebra de ninguna entidad debido a retiradas masivas de efectivo (lo conocido comúnmente como ‘corrida bancaria’), ya que siempre existirán reservas líquidas por el 100% de los saldos. Esto supone en la práctica que los bancos se queden sin su poder para crear dinero, ya que serían o bien custodios o bien intermediarios puros.
Si bien el principal gancho de la iniciativa para que los ciudadanos se interesen por la medida no ha sido hablarles de seguridad ni de eliminar privilegios, sino de acabar con el sistema ‘dinero-deuda’ actual. Y es que, como comentaba Juan Gómez Bada en una interesante columna en este mismo medio, los bancos centrales deben decidir entre hacer frente a la deflación o al endeudamiento, ante la imposibilidad (con los mecanismos y sistema actuales) de aumentar la oferta monetaria sin provocar un aumento de la deuda.
Puede llegar un punto en el cual el endeudamiento sea excesivo para las posibilidades de la economía, creándose inestabilidad primero y una grave crisis
Esta cuestión es un auténtico sudoku para las autoridades monetarias. Si queremos inflación, debemos conseguir que exista más dinero en circulación, pero para que exista más dinero en circulación necesitamos que los bancos sigan creando dinero a través del crédito y por tanto aumentando la deuda de la economía. Puede llegar un punto en el cual el endeudamiento asumido sea excesivo para las posibilidades de la economía real, creándose inestabilidad primero y una grave crisis después (con un endeudamiento insostenible en relación a una ya de por sí dopada economía). ¿Habremos llegado a ese punto?
Sea como fuere, el hecho es que la iniciativa ‘Vollgeld’ pretende evitar el peor escenario limitando la creación de dinero a través del crédito bancario, y otorgándole la potestad de dicha creación al Estado. Así, si queremos más inflación, bastaría con aumentar el dinero en circulación de forma deliberada y automática (emitiéndose dinero a través del gasto público, de la reducción de impuestos, dándoselo directamente a los ciudadanos, recomprando deuda…), no repercutiéndose en el endeudamiento ni en la estabilidad financiera.
¿Estamos ante una idea loca y descabellada? Desde luego no tanto como muchos creen. De hecho, una idea similar fue defendida hace unos meses por M. Wolf en el 'Financial Times', y no estamos ante alguien precisamente tonto, sino ante uno de los economistas más escuchados del planeta.
Habitualmente, las principales argumentaciones en contra suelen ser dos: una es que la medida limitaría la creación de crédito, y el crédito es imprescindible en una economía desarrollada; y la otra es que daríamos al Estado la posibilidad de ser el nuevo desestabilizador imprimiendo más de lo necesario (al estilo de Venezuela o Zimbabue).
Disfrutamos del sistema en el cual es más probable que una buena idea sea financiada, pero con una debilidad: depende del endeudamiento para sobrevivir
Es cierto que el crédito se vería afectado. Pasaríamos de una banca que hace ‘de todo’ (capta depósitos, otorga préstamos, ofrece seguros, vajillas…) a otra más especializada: bien en custodiar el dinero (habría que pagar por la seguridad), o bien en sacarle rentabilidad (mediante inversión directa o mediante inversión en fondos; creándose nuevas categorías como hipotecas, emprendedores, pymes…). Habría más oportunidades de inversión, más rentabilidad potencial, más riesgo, un mayor desarrollo de los productos de inversión… y también un gran número de saldos de pasivo ociosos que, por tanto, provocarían una reducción del crédito. Si bien es probable que este también fuese de mejor calidad y suficiente para financiar una economía sana.
Por otra parte, hay quien acusa a la propuesta de ser potencialmente inflacionaria. Un Gobierno populista puede desestabilizar una economía, pero también un banco central no gestionado correctamente. La mala gestión no es argumento, ya que buena y mala gestión puede haberla en cualquier sistema. Hoy por hoy existen los suficientes instrumentos como para no temer una inflación descontrolada, aunque parece claro que la creación tendría que estar en manos de tecnócratas y no de populistas.
Sin embargo, un riesgo no contemplado habitualmente es que nos pasásemos de frenada y nos embarcásemos en el debate de la eliminación de los bancos centrales, patrón oro… En mi opinión, a pesar de lo interesantes que resultan las propuestas realizadas en las últimas décadas por la escuela austriaca (de la cual provienen principalmente estos comentarios), un sistema basado en el patrón oro y sin bancos centrales sí fracasaría. Y es que la masa monetaria no puede depender de tirar una moneda al aire escogiendo cualquier referencia al azar que marque su evolución, sino que debe evolucionar en función de las necesidades reales de la economía y de las preferencias de sus agentes financieros.
Algo deben olerse los bancos centrales cuando su labor en los últimos años ha sido introducir dinero a interés cero en el sistema
Es precisamente la cantidad de propuestas existentes (a favor o en contra de los bancos centrales, que los bancos comerciales creen o no dinero, que lo haga el Estado a través del gasto público o de la supresión de impuestos, o quizá dar dinero directamente a la ciudadanía, que exista o no un patrón, que la masa monetaria crezca o no linealmente, etc.) la que creo ha propiciado que no se preste atención a la más importante de todas ellas, que es el coeficiente de caja del 100% con dinero fiduciario.
Actualmente, disfrutamos de un sistema en el cual es más probable que una buena idea sea financiada, pero también de un sistema con una importante debilidad: es dependiente del endeudamiento para sobrevivir. Además, otorga un gran privilegio a la banca y no por la capacidad de crear dinero, sino por la garantía sobre sus depósitos, lo que le permite financiarse más barato que nadie y hacer negocio de una forma más sencilla. A cambio se le ha impuesto una regulación que, tras años de errores, se ha endurecido tanto que amenaza la rentabilidad del sector y por tanto potencia un posible oligopolio donde no necesariamente ganen los mejores sino los TBTF. ¿Es el camino que queremos?
Por la contra, un sistema con un coeficiente de caja del 100% fiduciario, y con tecnócratas controlando la masa monetaria, revertiría el beneficio del señoreaje en el pueblo: bien por mejores servicios, bien por menores impuestos, bien por tener más dinero directamente en nuestro bolsillo o reducir el endeudamiento público que tácitamente nos corresponde. No sé si es el camino, pero sin duda es sintomático que en Suiza se lo planteen. Quizás es que el sistema necesita cambios, quién sabe cuáles, pero algo deben olerse los bancos centrales cuando su labor en los últimos años ha sido introducir dinero a interés cero en el sistema. Lástima que no llegue a la economía real. Aunque algún día lo hará... ¿será con o sin reserva fraccionaria?
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