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sábado, 18 de abril de 2015

¿POR QUÉ ES TAN TEMIDA Y DENOSTADA LA DEFLACIÓN?

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Es abrir un telediario y salir el presentador y, con cara seria, avisarnos del peligro de deflación. Deflación que según ellos nos conduciría a una catástrofe económica sin precedentes.
Pero ¿Por qué la deflación nos llevaría a esa catástrofe sin precedentes? ¿Por qué en el mainstream de economistas, periodistas, políticos etc. la deflación es tan temida y denostada?
Primero definamos deflación. Por un lado deflación es (o era hasta que la RAE cambió el significado) la disminución de la cantidad de dinero en circulación. Por otro la deflación según se entiende ahora por (casi) todo el mundo es labajada continuada de los precios.
Nótese que en ambas definiciones la deflación tiene un límite. En efecto los precios y la cantidad de dinero en circulación no pueden bajar por debajo del 0. No existe algo así como una cantidad de dinero en circulación negativa ni tampoco precios negativos. La conclusión es que la deflación, incluso en su versión más negativa, nunca puede ser continuada mucho tiempo. En cambio en la inflación los precios pueden subir indefinidamente mientras se siga imprimiendo dinero y lo mismo cuesta imprimir un billete que diga que vale 5 euros que un que diga que vale 5 millones de euros… se trata de poner unos ceros más en el papel.
Pero volvamos al principio, ¿Por qué la deflación es tan temida y denostada?
 1.- El punto de vista de los deudores.
En general todos los que temen y denostan la deflación son portavoces de grupos que están fuertemente endeudados.
El sector público (desde políticos a profesores de universidad) vive en un mundo de deuda y de continuo endeudamiento. En ese mundo una bajada de precios supone un aumento inmediato de la deuda, mientras que la inflación es su amiga. Veamos esa manera de pensar en este artículo.
“…una inflación moderada del 5% o 7% puede incluso ayudar a mejorar el tema de la deuda que en seis años de crisis se ha reproducido. Una inflación moderada haría retroceder la deuda y permitiría mejorar la distribución del ingreso.”
Pero este “milagro” ¿No tiene alguna trampa?. Pues sí , y es bastante evidente: la inflación, en efecto, aminora o casi elimina las deudas… pero también acaba con los ahorros de la gente.
Si por “mejorar la distribución del ingreso” entendemos con transferir los ahorros de la gente a los deudores estamos en lo correcto… pero adviértase que cuando se habla de inflación nunca se mencionan los efectos que tiene esta sobre el ahorro.
Pero no sólo el sector público está endeudado, también lo están la mayoría de las empresas y muchísima gente con sus hipotecas o préstamos personales. Por tanto el mensaje de “creemos inflación” , y el contrapuesto de “miedo a la deflación”, encuentra un amplio respaldo entre la gente,  pues con mayor inflación esperan mayores ingresos y en consecuencia la disminución real de sus deudas (que permanecerían constantes).
 2.- El punto de vista de los keynesianos y socialistas.
Primero decir que la inmensa mayoría de los economistas, políticos, periodistas, profesores, artistas… (es decir de los que forman la opinión pública) son keynesianos o socialistas. De hecho excepto cuatro chiflados todo el mundo es keynesiano o socialista. Además cualquier liberal (hay muchas clases de liberales, y también hay muchas clases de gente que se dice liberal y no lo es) es escrupulosamente eliminado del debate público, acuérdense de lo que le pasó a Rallo en RTVE.
Bien,  pues el universo keynesiano y socialista necesita imperiosamente que la deflación no exista. ¿Pero por qué?
Imaginemos cualquier situación en la que se produzca una disminución de la cantidad de dinero (o para que nos entendamos mejor una disminución de las deudas de la gente) o un aumento de la productividad. Pues bien esas situaciones (en un sistema de mercado) producirán inmediatamente una grave crisis, con aumento del paro y la pobreza… a no ser que los precios bajen.
Estamos hablando de una verdad matemática incuestionable. En toda economía se cumple inevitablemente que la cantidad de dinero en circulación tiene que ser igual al precio de las mercancías que se compran y se venden. Yo, y en conjunto la sociedad, no podemos comprar bienes y servicios por mayor valor que la cantidad de dinero de la que efectivamente disponemos.
CANTIDAD DE DINERO EN CIRCULACIÓN = PRECIOS DE LAS MERCANCÍAS MULTIPLICADO POR CANTIDAD DE LAS MERCANCÍAS.
Imaginemos que yo disponía de 1.000 euros pero que de ellos 200 eran debido a deudas que iba contrayendo. Ahora no me endeudo y sólo dispongo de 800 euros, entonces mi poder de compra, mi demanda disminuirá. Si sumamos a toda la gente de una sociedad, si hay menos dinero en general, la demanda conjunta, la demanda agregada disminuirá.
Ahora bien si los precios no bajan (porque ya se sabe que la deflación es muy mala), la cantidad de bienes producidos disminuirá irremediablemente porque con los mismos precios (y dado que la gente tiene menos dinero) la gente no podrá comprar (demanda agregada) la misma cantidad de bienes que antes. Y si la gente gente no compra las empresas producirán menos o quebrarán y el paro aumentará… con la consecuencia de una aún menor demanda!!
Tanto el keynesianismo como el socialismo se basan en la verdad absoluta de que los mercados no se autorregulan y en consecuencia un menor endeudamiento (keynesianos) o una mayor productividad (socialistas) llevará inexorablemente a unas crisis catastróficas y recurrentes  que sólo se acabarán con una mayor o menor intervención del Estado.
Los keynesianos por ejemplo explican que la intervención del Estado es necesaria para “proteger la economía de mercado”, que si no se autodestruiría.
Los socialistas dicen que las recurrentes crisis y el mayor número de parados llevarán al sistema de mercado a su autodestrucción dejando vía libre al control por el proletariado de los medios de producción.
El problema de keynesianos y socialistas es que si introducimos la deflación en la ecuación… los mercados sí se autorregulan (bueno todo lo que se puede autorregular un sistema bastante imperfecto como es la economía de mercado).
Pero en cualquier caso con deflación el sistema de mercado tiene a autorregularse y las crisis endémicas y catastróficas que nos anuncian keynesianos y socialistas no suceden o duran muy poco.
Es por eso que todo el establishment (economistas, periodistas, artistas, políticos…) trata de amedrentarnos con las consecuencias de una posible deflación… (que causaría que sus teorías económicas se vinieran abajo estrepitosamente).
 3.- Cómo la deflación arregla las crisis de demanda.
Voy a poner, en primer lugar, el caso concreto de la economía española.
El nivel de endeudamiento del conjunto de la economía española (Estado, empresas y particulares) alcanzó su techo en 2010. Desde entonces se ha producido una ligera disminución… pero sobre todo los brutales aumentos de deuda que se producían se han acabado (hablamos en conjunto puesto que mientras que el Estado, desde que comenzó la crisis se ha endeudado en más de 600.000 M€, las empresas y particulares han disminuido su endeudamiento en una cantidad similar).
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Esa disminución del endeudamiento (fundamentalmente empresas y particulares que se endeudaban para construir o comprar viviendas) provocó que el sector de la construcción bajase en un 80 %. Y de ahí las consecuencias: disminución de la demanda (de viviendas), cierre de empresas, aumento del paro, disminución de la recaudación fiscal, aumento del déficit público.
Ahora imaginemos que en España tuviéramos algo parecido a una economía de mercado. El resultado inmediato sería la deflación. Las empresas ante la menor demanda habrían intentado bajar sus costes (entre ellos los salarios), sus beneficios, y, aunque no todas podrían hacerlo en la misma medida, habrían rebajado sus precios.
Y esa bajada de precios, que se haría para mantener las ventas, la producción, en definitiva la riqueza,  es lo que  han hecho todas las empresas, en mayor o menor medida dentro de lo que les ha permitido la ley.
Un argumento recurrente de los keynesianos y socialistas es que si se bajan los salarios bajará la demanda y la crisis se agravará aún más. Pero si los precios bajan la capacidad de compra de la gente no se verá afectada porque compensará la bajada de salarios. Es irónico y a la vez clarificador quekeynesianos  y socialistan nos presenten como algo malo la bajada de precios… que podría compensar la disminución de salarios haciendo que la gente mantenga su poder adquisitivo. No les interesa que los mercados se puedan autorregular.
Otro argumento de keynesianos y socialistas que si bien la deflación puede ayudar a mantener el poder adquisitivo de la gente también aumenta la carga de sus deudas y que en cualquier caso la deflación no creará empleo que es al fin y al cabo el mayor problema de la crisis.
Es evidente que si bajan los salarios el peso de las deudas de la gente aumentará y que su demanda disminuirá, aunque se produzca una deflación en las mercancías. Dicho de otro modo los precios pueden bajar, pero  lo que pagan por el piso que compraron no va a bajar y por tanto nunca se va a ver compensada (con la deflación) toda la perdida de poder adquisitivo de la bajada salarial… por lo menos al principio.
Pero esta visión deja de lado el factor del déficit y la deuda pública (y sus intereses), en efecto aunque la deuda particular de la gente aumente en términos reales con la deflación, la no deflación (y por tanto el aumento del paro y del déficit público) puede aumentar (y de hecho lo está haciendo: la deuda pública ya es del 97 % del PIB) con lo que la deuda total de la gente puede aumentar mucho más con no deflación y crisis que con deflación y recuperación.
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Aunque no se vea, mucha gente está haciendo grandes sacrificios para pagar su piso comprado a precios de burbuja y sin embargo su deuda total (incluyendo la deuda pública) no baja nada o incluso aumenta.
Pero al final llegamos al punto que de verdad importa ¿Aumentará la deflación el empleo, volviendo a niveles de antes de la crisis?
Para keynesianos y socialistas no. Es más la deflación disminuirá aún más la demanda agregada, puesto que la gente esperará a que los precios bajen más y pospondrá sus decisiones de compra. La perspectiva de precios bajos disminuirá también las inversiones de las empresas puesto que no esperan beneficios. Y todo eso agravará el desempleo generando otro ciclo bajista.
No hay soluciones mágicas ni rápidas. España tiene que aceptar que el sector de la construcción no va a volver a ser lo que fue y que es necesario que la gente se dedique a otra cosa. Es lo que algunos llaman pomposamente “cambiar el modelo productivo”.
Tampoco se trata de que la gente cobre “sueldos chinos” (el sueldo medio en China es de 300 € vs. 1.800 € en España sería necesaria una deflación salarial del 83,5 %, y ni que decir tiene que mucho ,muchísimo antes, se acabaría con el paro porque seríamos increiblemente competitivos).
La gente olvida con pasmosa frecuencia que la demanda no solo proviene del consumo de los trabajadores españoles, sino también de las empresas y trabajadores extranjeros que consumen productos españoles (incluido por supuesto el turismo). Y que la demanda de esos consumidores aumentará con toda probabilidad al bajar los salarios y los precios de los productos españoles.

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 También olvida la demanda que de productos extranjeros hacen los españoles, que podría convertirse en demanda de productos españoles si fuésemos competitivos.
Sumando las dos cantidades nos da más del 60 % del PIB.

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 Todo esto se ha caricaturizado diciendo que “competir en precios bajando salarios es un atraso y no tiene futuro”. Bueno lo que es una estupidez es querer competir con precios y salarios alemanes, suizos o suecos cuando ni nuestra tecnología ni nuestra productividad se les acerca.
Existen muchos nichos de mercado  entre las tecnologías y productividades que desgraciadamente no tenemos todavía y los de países tercermundistas aún. Simplemente tenemos que buscar nuestro lugar en el mercado mundial.
Curiosamente cuando se bajan salarios por medio de la devaluación controlada de la moneda, imprimiendo dinero, por supuesto, nadie se queja de “salarios bajos”.
Lo de que la gente “pospondrá sus decisiones de compra ante la bajada de precios” es la típica afirmación que la realidad se empeña día a día en desmentir. Ordenadores, smartphones, lavadoras, televisores, muchos productos alimenticios, carburantes, viajes, ropa… son cosas que han estado bajando de precio desde siempre o que lo están haciendo desde hace unos años y ¿A quienes les han bajado las ventas, a los que han bajado los precios o a los que los han mantenido?
Por otro lado si la gente pospusiese sus compras ante una bajada de precios nadie pediría nunca un crédito. Los intereses pagados al banco serían el mayor precio por consumir ahora, es decir los precios en el futuro serán más baratos (no habría que pagar intereses), ¡La gente siempre pospondría sus compras hasta tener todo el dinero para pagar!
Sin embargo la absurda teoría del “retraso del consumo” tiene que ser mantenida contra viento y marea porque es la única manera de darle la vuelta a la Ley de la Oferta y la Demanda, y que una bajada de precios en vez de dar lugar a un aumento de la demanda de paso a una bajada de la demanda.
La única manera de que puedan cuadrar las teorías de keynesianos y socialistas es que la Ley de la Oferta y la Demanda funcione al revés y una bajada de precios baje la demanda y una subida de precios la aumente.
 4.- La solución keynesiana.
La solución keynesiana parte de la premisa de que “existe una capacidad ociosa de producción” y que bastaría con imprimir dinero y gastarlo para que la maquinaria productiva se pusiese en marcha, se acabase el paro y el déficit público, y todo a cambio de una pequeña inflación!! (que siempre estaría controlada).
La solución parece sencilla y genial… existe el pequeño problema de que siempre se ha puesto en marcha una política económica así ha fracasado. Ahora y en los 60 y 70, en USA y en Japón. Pero dado que los hechos son irrelevantes para los keynesianos voy a intentar explicar porqué imprimir dinero no soluciona la crisis.
Para empezar “capacidad ociosa de producción” no significa bienes y servicios ya producidos y eso es lo que van a reclamar las personas con más créditos.
Pero, ¡Un momento! ¿Cómo se ha llegado a tener esa “capacidad ociosa de producción”? La respuesta de los keynesianos y socialistas es: “subconsumo”, es decir o los salarios son muy bajos y no son suficientes para adquirir todo lo que se produce o falta crédito y la gente no puede comprar lo que quiere.
Sin embargo, el problema (la gente no compra porque no tiene suficiente dinero)  tiene fácil solución: ¡bajar los precios! y dado que con los paupérrimos salarios los márgenes de beneficio del empresario serán escandalosamente altos… aún así se obtendrán beneficios (que es lo que hace que las empresas continúen). El sistema de mercado nunca va a fracasar mientras las empresas ganen dinero.
La otra excusa es aún peor: la crisis no empezó porque los bancos dejaran de dar crédito, empezó porque ya todo el mundo se había endeudado (algunos mucho más allá de lo que podía pagar).
Las cosas son un poco más complicadas. Durante muchos años España se especializó en construir viviendas (en la mayoría de los casos de la misma manera (y productividad) a la que se construían 40 años antes)… que financiaba con préstamos del exterior y se vendían a unos precios escandalosamente altos,  (obsérvese como coincide el fin de la subida de precios de la vivienda con la disminución del endeudamiento exterior):

POSICION FINANCIERA ESPAÑA

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Ahora España tiene dos problemas: uno es no endeudarse más y el otro encontrar productos y mercados que sustituyan a las viviendas para volver a los niveles de renta y empleo precrisis.
Imprimir más dinero y dar más crédito, a no ser que queramos volver a construir 700.000 viviendas al año, no va a generar empleo porque no existe el capital para generar bienes y empleos.
Que sí, que podemos aumentar el gasto público y contratar a más profesores, y médicos e investigadores… lo malo es que luego esa gente tiene la manía de gastarse el dinero en un smartphone (importado), en ropa (importada), en un coche alemán… y eso como que no genera empleo en España.
Podemos darle el dinero a la gente para que cancele sus hipotecas, o cancelarlas directamente, y así la gente tendrá más dinero para gastar y aumentará el consumo y el empleo. La solución es bonita, pero nuevamente se esconden los malditos efectos indeseados. ¿Cómo se cubrirán los depósitos bancarios, los ahorros de la gente, que financiaron los créditos?, nada se imprime dinero. Y en cuanto a los bienes que  la gente va a comprar con el dinero extra ¿Dónde están? ¿Cómo se producirán?
Los keynesianos obvian, ¡Incluso niegan! el problema del capital.
Para ellos el proceso de:
Ahorro , inversión, producción y consumo (EN ESE ORDEN)
¡No existe o es irrelevante!
Los keynesianos creen en un proceso mágico (por medio de la oferta y la demanda agregadas) en el cual el capital ya existe, y no sólo existe sino que es capaz de producir cualquier bien, en cualquier cantidad, de manera inmediata.
Un ejemplo. Imaginemos que tenemos una empresa de construcción, que como capital tiene una grúa. La gente deja de comprar viviendas, pues bien, según los keynesianos, la grúa se reconvertiría inmediatamente en una fábrica de PS4™…
Pero no sólo eso: las consolas aparecerían inmediatamente en las tiendas para consumir.
Pues en esa serie de majaderías se basa la sabiduría económica de nuestras Universidades.
En cuanto a las deudas ¡Qué más da! Se imprime dinero, se crea inflación, se suben los impuestos… en definitiva se confisca de una u otra manera los ahorros, ¡el capital!, de la gente.
 5.- El ejemplo americano.
Ultimamente los keynesianos (Pedro Sanchez, PSOE, por ejemplo) nos presentan a USA como un ejemplo de éxito de sus políticas. Han superado la crisis, dicen,  y su tasa de desempleo es de poco más del 5 %.
Aunque se les olvidan algunos detalles.
Los dos millones de puestos de trabajo creados por el fracking.
Los 10 billones de dólares ($ 10.000.000.000.000) en que ha aumentado la deuda pública desde el inicio de la crisis, que ya anda por los 18 billones ($ 18.000.000.000.000) el 104 % del PIB.

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Los casi 60 billones ($ 60.000.000.000.000) de deuda (publica y privada de familias y empresas) de la economía yanki.
Y sobre todo los más tres billones de dólares impresos desde que empezó la crisis.

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Cuando todo esto estalle seguro que encontrarán magníficas excusas, seguro.

Epílogo.
La deflación es temida y denostada por los que han hecho del endeudamiento su forma de vida y no tienen ni la más mínima intención de pagar.
La deflación es temida y denostada por los que no quieren que la economía de mercado se autorregule (imperfectamente).
Imprimir dinero no crea riqueza porque no crea bienes ni servicios.
Para generar riqueza es necesario ahorrar para después invertir para después producir y finalmente consumir.
Puede que alguien piense, bah, que se jodan los ahorradores, los capitalistas, los ricos. Pero que nadie se olvide que sin ahorro no puede haber inversión.Y sin inversión no hay futuro.

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