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sábado, 11 de abril de 2015

La teoría subjetiva del valor

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En un artículo anterior, explicaba algunos de los principales problemas de una teoría del valor coste. En este ensayo, estableceré los fundamentos de la moderna aproximación subjetivista a la teoría del precio y demostraré que es una clara mejora respecto de la teoría del coste.

La aproximación austriaca empieza con las preferencias individuales

Aunque la “revolución marginalista de la década de 1870 implicaba tres descubrimientos independientes del concepto por parte de Léon Walras, William Stanley Jevons y el fundador de la Escuela Austriaca, Carl Menger, me voy a centrar en la teoría del precio como se desarrolló a manos de los austriacos. Además, presentaré una exposición moderna de la teoría, tal y como se mostraba en Man, Economy, and State, de Murray Rothbard.
Los antiguos austriacos, como Böhm-Bawerk, que realmente llevaron a cabo los detalles de la teoría, habrían puesto pequeños matices y (desde nuestra perspectiva) pueden incluso haber entrado en un callejón sin salida, que evita una exposición moderna. El presente ensayo sólo pretende reflejar lo básico de la moderna aproximación subjetivista, no una historia de su desarrollo.
El punto de partida de la teoría austriaca del precio considera que los individuos tienen rankings de unidades sucesivas de bienes (y servicios). La teoría austriaca no necesita suponer que los individuos asignen unidades cardinales de felicidad o “utilidad” a distintos bienes, sino que sencillamente pueden clasificarse de los más preferidos a los menos.
Si seguimos el ejemplo numérico de las páginas 107-110 de Man, Economy, and State, podemos ver  cómo explica un austriaco moderno la formación de precios del mercado. Consideremos dos hombres, Smith y Johnson. Smith posee actualmente una gran cantidad de barriles de pescado [barrels of fish], mientras que Johnson tiene un caballo [a horse]. Los siguientes diagramas muestran cómo clasifican subjetivamente los dos hombres distintas cantidades de peces y el caballo:


En los diagramas anteriores, un paréntesis indica que la persona no posee el producto en cuestión, pero puede imaginarse poseyéndolo y compararlo con los demás productos que realmente posee. Así vemos que Smith (a la izquierda) valora más 103 barriles de pescado que 102 barriles o 101 barriles. Lo cuarto mejor, respecto de Smith, sería tener un caballo (que actualmente no tiene). Luego, el siguiente resultado sería tener sólo 100 barriles de pescado y así sucesivamente.
Johnson, a la derecha, actualmente no tiene ningún pescado. Pero considera que tener 84 barriles sería lo mejor, luego tener sólo 83, luego 82 y luego 81. El quinto mejor resultado (de los escenarios que está considerando) sería tener sólo un caballo, que ya posee actualmente. Luego la siguiente mejor cosa sería no tener su caballo y en su lugar tener 80 barriles de pescado, etc.
Una vez que sabemos cómo leer la gráficas de Rothbard, vemos de inmediato que hay una “ganancia del comercio” a explotar aquí. Como el valor económico es subjetivo, es posible que los hombres intercambien parte de su propiedad y ambos se vayan con la cosa “más valiosa”. Esto no sería posible para propiedades objetivas, intrínsecas, de las cosas. Por ejemplo, sería imposible que ambos hombres se fueran con el objeto más pesado tras un intercambio. Pero el valor está en los ojos del poseedor y por tanto los intercambios voluntarios son actividades en las que ganan ambos, entregando algo de menor valor a cambio de algo de mayor valor.

Determinando el precio (de equilibrio)

A partir de una sencilla inspección de los rankings de preferencias de Smith y Johnson, Rothbard dice que no podemos saber con precisión el tipo de intercambio o “precio” de un caballo en términos de pescado. Lo que podemos decir es que Smith estaría dispuesto a intercambiar como mucho 100 barriles de pescado por un caballo, mientras que Johnson pediría al menos 81 barriles de pescado para entregar su caballo. Por tanto, si los hombres comercian, el análisis económico nos dice que el precio de un caballo caerá en algún punto en el rango de 81 a 100 barriles de pescado. (Serían necesarias otras consideraciones, como la habilidad relativa de negociación de los hombres, para predecir el precio real).
La zona de indeterminación puede estrecharse, sin embargo, si introducimos más gente en el mercado y si hacemos una pequeña suposición acerca del proceso de negociación. Para demostrarlo, Rothbard introduce un tercer hombre, Brown, que (como Smith) empieza con pescados, pero sin caballo. Aquí están los rankings de preferencia de los tres hombres:





Como indica el diagrama, Brown solo estaría dispuesto a ofrecer como mucho 90 barriles de pescado por el caballo de Johnson, frente a Smith, que está dispuesto a ofrecer hasta 100 barriles.
Con la añadidura de Brown, en la práctica real es posible que Brown y Johnson comercien. Después de todo, ambos hombres se beneficiarían subjetivamente si Johnson diera a Brown su caballo a cambio de, digamos, 89 barriles de pescado.
Pero Rothbard argumenta que esto no constituiría un resultado de equilibrio, porque Smith habría protestado. Podría haber dicho a Johnson: “¡Eh! ¿Qué estás haciendo? ¿Por qué dar tu caballo a Brown por sólo 89 barriles cuando yo te daría encantado 90?”
Si definimos un precio de equilibrio como uno en que ninguno de los participantes del mercado tendría un incentivo para interrumpir de esa manera, entonces la aparición de Brown ha estrechado el rango de posibles precios de equilibrio. En equilibrio, Johnson seguiría intercambiando su caballo con Smith a cambio de algún pescado. Pero para impedir que Brown obstaculizara la transacción con una contraoferta, el rango de posibles precios sería ahora de 91 a 100 barriles de pescado. (Recuerden que el rango original era el más amplio de 81 a 100 barriles).
A medida que se añaden más participantes en el mercado, tanto en el lado del caballo como del pescado, la zona de posibles precios de equilibrio continúa encogiendo. Puede acabar en un punto único. Más adelante en su exposición, Rothbard muestra cómo el economista podría tomar los rankings de preferencias de todas las personas y construir las más familiares curvas de oferta y demanda, que se cruzan en su precio de equilibrio único.

La aproximación subjetivista es una teoría completa de la formación de precios

Fíjense en que el ejemplo de Rothbard era capaz de explicar el precio de un caballo (en pescado) sin ninguna referencia a otros precios de la economía. Éste era uno de principales defectos de la teoría del valor. Al decir (por ejemplo) que el precio de un coche “tendría que” ser de 10.000$ a causa de los costes de acero, caucho, vidrio y trabajo que se usan en su construcción, la teoría del valor coste estaba explicando simplemente un precio (de un coche) en relación con otros precios (del acero, caucho, vidrio, etc.). La teoría del coste no explicaba realmente los precios del mercado en términos de bloques de construcción más pequeños. Pero Rothbard consigue precisamente esto con su ejemplo del mercado de pescados y caballos.
Fíjense asimismo en que la aproximación de Rothbard puede funcionar para cualquier tipo de bien o servicio. No importa si los caballos se crían para su venta o se descubren “gratis” el día anterior. La aproximación subjetivista puede por tanto explicar el precio de los cuadros de Picasso y el de la mantequilla de cacahuete. Por el contrario, la teoría del valor coste como mucho podría explicar el precio (a largo plazo) de los bienes reproducibles.
Este punto es especialmente importante en tiempos modernos en lo que se refiere a los precios de los bienes digitales, como me apuntaba recientemente Jeff Tucker. Cosas como un libro electrónico tienen cierto coste fijo, pero un coste marginal que es virtualmente nulo. En otras palabras, una vez pagado al autor su contenido (y pagada la superestructura de la red de distribución), ya venda el editor 10 libros o 10 millones, los costes de producción son básicamente los mismos. En este tipo de situaciones, la aproximación subjetivista moderna a los precios es necesaria para que entender el mercado, a pesar de que a primera vista un libro electrónico es un bien reproducible y parecería caer bajo la jurisdicción de la teoría del coste.

La teoría subjetivista (marginalista) incorpora la verdad de la teoría del coste

La teoría subjetivista moderna incorpora lo verdadero de la teoría del coste. En otras palabras, las situaciones limitadas en que funcionaba la teoría del coste pueden asimismo comprenderse dentro de la teoría subjetivista. Para hacerlo, el economista sencillamente debe tener en cuenta el hecho de la utilidad marginal, lo que significa que la gente hace sus transacciones utilizando unidades concretas de bienes en lugar de clases enteras. (Para más información sobre utilidad marginal, vereste artículo).
Por ejemplo, la teoría del valor coste diría que si el precio de un bien cayera por debajo del precio de producirlo, entonces los productores se trasladarían a líneas alternativas y la caída de la oferta resultante aumentaría el precio. La aproximación subjetivista puede relatar la misma historia, porque los individuos dedicarían su primer caballo a fines más importantes que el tercer caballo. Así que la utilidad marginal del primer caballo es mayor que la del tercero y a medida que la cantidad de caballos disminuye su precio en el mercado tenderá a subir, utilizando la aproximación de Rothbard esquematizada antes. (Esto no es evidente en el ejemplo real anterior, que sólo utilizaba un caballo para hacer que las cosas fueran sencillas).

Conclusión

La aproximación subjetivista marginalista a la teoría del precio es superior a la más antigua teoría del coste. La aproximación moderna puede explicar de verdad los precios de mercado en términos de bloques de construcción más pequeños. La teoría subjetivista puede explicar todo lo que puede la teoría del coste, así como todos los demás escenarios.

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