Una imagen vale más que mil palabras y el cartel publicitario que ha colocado el Gobierno de Pekin a los pies del aeropuerto de Bangkok, uno de los más transitados del mundo, lo dice todo
MARÍA IGARTUA
El cartel publicitario que ha colocado el Gobierno de Pekín, a los pies del aeropuerto de Bangkok.
Una imagen vale más que mil palabras y el cartel publicitario que ha colocado el Gobierno de Pekin a los pies del aeropuerto de Bangkok, uno de los más transitados del mundo y que se encuentra entre los principales puntos de paso financiero de Asia, lo dice todo: “Renminbi: la nueva elección. La divisa mundial”.
La guerra de divisas, concepto que acuñó por primera vez en 2010 el ministro de Finanzas de Brasil, Guido Mantega, entra en un momento álgido. Más cuando uno de sus jugadores protagonistas, Estados Unidos, ha topado con larevalorización del dólar en medio del debate sobre la subida de tipos.
Eso mientras su principal rival, China, va poco a poco acercándose al objetivo que se planteó hace unos diez años y que pasa no sólo por cambiar su modelo de exportador neto a una economía de consumo, sino de convertir el renminbi –o yuan- en reserva mundial, disputando la hegemonía al billete verde.
Por lo pronto, ya han conseguido que la moneda china se convierta en el quinto medio de pago favorito tras escalar dos posiciones desde el séptimo lugar que ocupaba a comienzos de 2014. Paralelamente, el dólar ha pasado de dominar más del 72% de las reservas de divisas en el mundo al 62% de las mismas. Y bajando.
Y es que hay más de una manera de ganar una batalla. Puedes infligir un daño cada vez mayor a tu oponente, que es lo que buena parte de los países está haciendo con EEUU –en lo que va de año más de 20 bancos centrales han relajado sus políticas- o puedes ganarle terreno, que es en la estrategia en la que van los movimientos de China.
En este momento, la pregunta es qué hará EEUU. Las actas de la última reunión de la Reserva Federal que se han conocido esta semana ponen de manifiesto la división que existe dentro de la institución de cara a la próxima subida de tipos de interés. Y es que hasta para la primera potencia económica del mundo es difícil nadar a contracorriente de un mundo atrapado en programas de expansión cuantitativa, rebajas de tipos de interés y deflación.
“Llegados a este punto, sólo cabe pensar que la guerra de divisas va a continuar”, asegura John Hardy, director de estrategia de divisas de Saxo Bank. “Me temo que la Fed no va a ser capaz de normalizar su política más allá de actuar con cierta moderación, y no tardará en ir a la caza y captura del fortalecimiento del dólar”, asegura el experto.
En otras palabras, la Fed se verá obligada a participar de nuevo en el juego de la devaluación competitiva del resto de sus homólogos, o lo que es lo mismo, en la llamada guerra de divisas. “Y en ese momento, ya sea en los próximos seis meses o dos años, mucho me temo que habremos alcanzado un punto en el que nos daremos cuenta de que la política de los bancos centrales de los últimos 5 o 6 años ha sido un terrible error”, afirma Hardy. “Es más que probable que en algún momento veamos un espectacular estallido de los mercados de activos que sitúe a los bancos centrales en la línea de fuego”, concluye.
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