Los derivados fueron una de las grandes causas de la crisis financiera de 2008. La falta de regulación permitió unas prácticas que escondieron el enorme riesgo que subyacía en el mercado financiero y que provocó, entre otros, el colapso de la aseguradora AIG. Ahora, la propia respuesta de las autoridades a la crisis puede generar la próxima gran crisis, al menos según advierten desde Wall Street.
Porque los derivados no han desaparecido, ni mucho menos. Solo ha cambiado la forma en que se opera con ellos. Las autoridades de EEUU, Europa y Asia cambiaron la regulación, y ahora los bancos están obligados a poner más garantías ante un eventual impago en esos activos. El problema es que ha generado una vulnerabilidad precisamente en el lugar donde se depositan estas garantías: las cámaras de compensación.
Tras la crisis de 2008, los reguladores decidieron dar un papel más relevante a estas cámaras para hacer más seguro y transparente el mercado de swaps, con un volumen de 700 billones de dólares. El objetivo era que las pérdidas de un banco no pusieran en peligro a otros bancos, empresas y, en último lugar, al conjunto de la economía.
Las cámaras de contrapartida
Las cámaras de contrapartida son plataformas privadas en las que los operadores hacen efectivos la compraventa de derivados (y otros activos) ligados a tipos de interés, bonos y otro tipo de contratos financieros, y actúan como intermediarios para reducir el riesgo, registrar y supervisar las operaciones. Todos los mercados están asociados a alguna (en España es BME Clearing) y para participar en ella es necesario que las entidades sean miembros. En caso de que algún miembro quebrase, la cámara sería la encargada de liquidar las garantías aportadas.
Ahora, al ampliar su papel, estas cámaras de compensación generan sus propios riesgos. Por ello, Donald Tarullo, uno de los gobernadores de la Reserva Federal, ha hecho caso a las grandes firmas de Wall Street, quienes han dado la voz de alarma, y está tratando de identificar estos riesgos y evitar así una nueva crisis financiera, según publica Bloomberg citando a fuentes cercanas las reuniones.
El principal problema que se puede haber generado es que el riesgo se ha concentrado en estas cámaras, y el colapso de una de ellas podría provocar pérdidas ilimitadas en la banca. "Se ha concentrado el punto de fallo", explica Thomas Hoenig, vicepresidente de la FDIC, fondo de garantía de depósitos de EEUU y ex miembro de la Reserva Federal.
Las entidades privadas también se muestran preocupadas. Barbara Novick, vicepresidenta y cofundadora de BlackRock, la mayor gestora de activos del mundo, no duda en señalar que la capacidad de las cámaras de compensación de aguantar una nueva crisis es "el riesgo sistémico nº1". Mientras, desde JP Morgan, la directora de regulación, Sandie O´Connor, cree que debe haber suficientes salvaguardias y recursos para minimizar la amenaza de colapso de una de estas entidades de contrapartida.
La clave del riesgo está en el propio funcionamiento del sistema. Los bancos depositan garantías en estas cámaras para protegerse de un futuro impago, y las propias cámaras también contribuyen con capital propio. En un momento de crisis o una contracción del crédito como la vivida en 2007, las cámaras podrían exigir a los bancos las garantías aportadas, generando pérdidas difíciles de calcular en el sistema financiero.
Y es que aunque las cámaras de compensación reducen mucho el riesgo que tienen las propias entidades, el problema podría radicar en que ese mismo riesgo se haya trasladado de los operadores a las cámaras.
El lobby de Wall Street
En principio, parece complicado que los reguladores globales den marcha atrás en el uso obligatorio de cámaras de compensación, pero sí que podrían introducir nuevas políticas para minimizar el riesgo. De hecho, Wall Street lleva presionando a diversos reguladores durante al menos dos años para cambiar las normas. Las cámaras de compensación, por su parte, aseguran que las entidades financieras están utilizando argumentos interesados.
CME e ICE, dueños de dos de las mayores cámaras, escribieron recientemente al Gobierno de EEUU para defenderse. Estas plataformas, recordaban en una carta remitida a Jack Lew, secretario del Tesoro, "no son instituciones que toman riesgo", por lo que no tiene sentido plantearles exigencias de capital para protegerse de un hipotético default. En Europa, la más importante es LCH.Clearnet.
Con todo, los riesgos no son del todo abstractos. Hace dos años, el default de una entidad coreana forzó al mercado local a crear un fondo de emergencia, lo que provocó pérdidas en el resto de miembros de la cámara de compensación.
De momento, la Fed ha incrementado el escrutinio desde finales del año pasado, con nuevos funcionarios dedicados a la supervisión de estas plataformas. Además, se están estudiando nuevas medidas para controlar el riesgo de los bancos. Tarullo ha reconocido que es difícil determinar el riesgo para un banco si no puede evaluar las pérdidas que le supondría la quiebra de una cámara, por lo que "merece la pena considerar" si éstas tienen suficientes fondos para afrontar problemas.
Y, de paso, evitar que la próxima crisis financiera sea tan devastadora como la última. Los derivados, las "armas de destrucción masiva" en palabras de Warren Buffett, siguen siendo un gran riesgo para la estabilidad financiera.
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