Últimamente mucho se ha escrito, inclusive por mí, acerca del inminente rechazo del dólar como reserva primaria de los bancos centrales más importantes del mundo.
Mi predicción se basa en dos cosas: una, que la Reserva Federal está controlada por políticos inflacionistas cuyo principal objetivo es monetizar los enormes déficits presupuestarios anuales del gobierno federal y, dos, que el resto del mundo está harto de mantener siempre más dólares fiduciarios con poder adquisitivo decreciente. En el primer caso, mientras la Fed pueda seguir imprimiendo dólares que se acaben usando para comprar deuda pública federal, no hay razón para cesar en la monetización de dicha deuda federal o para que el propio gobierno federal equilibre su presupuesto.
En el segundo caso, es en interés propio del resto del mundo encontrar una alternativa a ser robados por la pérdida del poder adquisitivo del dólar. En resumen, si la Fed no deja de devaluar su moneda, continuará erosionándose su estatus como divisa de reserva.
Si la Fed quiere que el dólar siga siendo la divisa de reserva mundialmente elegida, debe aumentar los tipos de interés en lugar de crear más dinero y el gobierno debe recortar su gasto para evitar aumentar los impuestos. Si no escoge ninguna de estas alternativas, o lo hace en incrementos tan pequeños que no supongan diferencia alguna, entonces me temo que los días del dólar como divisa de reserva principal del mundo están contados.
¿Qué es una divisa de reserva?
Los bancos centrales mantienen reservas para facilitar el comercio internacional. Individuos y empresas dentro de un área de divisa monopolizada (ya sea una nación individual o alguna región, como la Eurozona) deben intercambiar su divisa local por la de otra nación para importar bienes y servicios. Igualmente, individuos y empresas dentro de un área de divisa monopolizada deben convertir divisa extranjera en local para pagar a sus proveedores locales por producir bienes y servicios que se venden en el extranjero y por los cuales se paga divisa extranjera.
Hacen esto a través del banco central. Alternativamente, individuos y empresas pueden decidir realizar estos intercambios en una tercera divisa, una que sea aceptada en la mayoría del mundo. Desde el final de la Segunda Guerra Mundial, el dólar de EE. UU. ha desempeñado este papel, lo que significa que el mundo desea tener dólares (o activos denominados en dólares, como los bonos del Tesoro de EE. UU.), que circulan fuera de las fronteras de EE. UU. Con el tiempo, esto llevó a los mercados de eurodólares y petrodólares.
Pero decir simplemente que el mundo ha preferido tener dólares de EE. UU. no explica por quéprefirió hacerlo. Hemos perdido de vista el hecho de que hubo razones reales para los mercados de eurodólares y petrodólares, que trascendían alguna fe mística en el dólar y EE. UU. El mundo sencillamente había reconocido que el dólar era la divisa más comercializable para guardar, creo que tanto por razones geopolíticas (es decir, por el dominio militar de EE. UU.) como económicas (es decir, por el tamaño y éxito de la economía de EE. UU.). Pero ahora esas razones se están evaporando, creando espacio para alguna otra divisa mejor.
¿Hay alguna divisa de reserva mejor?
El mercado quiere una divisa que mantenga su poder adquisitivo y pueda intercambiarse por los bienes reales, servicios y activos más variados. Mientras las naciones emitan divisas fiduciarias, solo una nación con un gran mercado interno verá que su divisa es aceptada como una de las muchas divisas de reserva. Si nadie más acepta esa divisa, siempre será aceptada en la zona de divisa monopolizada del banco central que la emitió. Por ejemplo, es posible que los mercados de eurodólares y petrodólares pudieran desaparecer, obligando a los tenedores de dólares de EE. UU. a intercambiarlos por bienes y servicios en una parte del mundo que deba aceptar dólares.
El mercado estadounidense es enorme, ofreciendo múltiples alternativas; sin embargo, un mercado más pequeño, como Singapur o Rusia, tendría menos activos, bienes y servicios para intercambiar por el dólar de Singapur o el rublo ruso. Se ha escrito mucho últimamente de que Rusia, cuya economía es una décima parte del tamaño de la de EE. UU., quiere acabar con que llama el “privilegio especial” del dólar. Pero hay un límite natural sobre la demanda de rublos rusos por los bancos centrales, porque Rusia exporta principalmente materias primas y pocos bienes y servicios. Además, los derechos de propiedad de las empresas y otros activos rusos no se ven tan seguros en el mercado como los de los países occidentales. Al yuan chino le puede ir mejor que al rublo, porque China exporta muchos más bienes a occidente que Rusia, así que los tenedores de yuanes tendrían algo más de confianza en poder encontrar bienes comercializables a cambio de yuanes.
El respaldo del oro ayuda a la comercialidad de una divisa
Pero hay un paso que los países con mercados pequeños o con una dedicación cuestionable a la defensa de los derechos de propiedad podrían dar y que les permitiría hacer atractivas sus divisas de guardar de todas formas. Podrían ligar sus divisas al oro. El respaldo en oro proporciona dos garantías importantes a potenciales tenedores. Una, el oro no puede inflarse a golpe de teclado en una computadora del banco central; por tanto, la divisa no podría devaluarse (tan fácilmente) y mantendría su poder adquisitivo. Y, dos, el oro es aceptable por sí mismo en cualquier lugar del mundo. El tenedor de una divisa respaldada en oro puede ir más allá de intercambiar su divisa en la zona monopolizada de divisa del emisor: puede intercambiar la divisa por oro y gastarlo en activos reales, bienes y servicios en cualquier lugar del mundo.
El respaldo del oro solo funciona si…
Pero el riesgo para un tenedor de divisa respaldada por oro todavía no se ha eliminado completamente. Hay que superar dos obstáculos más. Uno, el tenedor tiene que saber que el emisor de la divisa respaldada por oro no está emitiendo en secreto divisa que no está respaldada por el metal, lo que Mises llama “medios fiduciarios”. En la Conferencia de Bretton Woods de 1944, EE. UU. prometió mantener una relación dólar-onza de oro de 39 a 1. El Fondo Monetario Internacional se creó en la misma Conferencia de Bretton Woods y se le encargó asegurar que EE. UU. cumpliera el acuerdo, pero no lo hizo.
EE. UU. emitió tanto medios (fiduciarios) sin respaldo que la Fed sufrió una corrida en sus reservas de oro cuando los socios comerciales de EE. UU. se apresuraron a convertir sus dólares de EE. UU. en oro al precio prometido. Por tanto, un emisor de una divisa respaldada en oro tiene que abrir sus libros a auditorías independientes periódicas y puntuales.
Pero ni siquiera las auditorías independientes bastan totalmente. La confianza completa en una divisa requiere que el tenedor sea capaz de tomar posesión del propio metal, sin incurrir en costes inadecuados. Por ejemplo, el oro podría estar en un lugar remoto o posiblemente peligroso, como Moscú o Teherán. Peor aún, el emisor de la divisa podría rechazar convertir su moneda en metal aunque haya cumplido su promesa de no emitir medios fiduciarios.
Por ejemplo, podría ser que a los emisores de rublos no se les permita tomar posesión del oro físico en Moscú, aunque auditores independientes hubieran establecido que el rublo no se había devaluado por parte del banco central ruso. Este riesgo podría mitigarse por parte del emisor de la divisa estableciendo centros de conversión de oro en muchos sitios accesibles en todo el mundo. Los centros de conversión prometerían entregar metálico a la vista para cualquier emisor dispuesto a contratar con ellos y con el emisor de divisa trasladando suficiente metal allí como para dar garantías al mercado.
El dinero fuerte no conlleva ningún privilegio especial para el emisor
El dinero fuerte (es decir, el que está respaldado al 100% por metálico y para el cual se han hecho provisiones para una redención segura y fiable) en realidad no conlleva ningún privilegio especial para el emisor, sino, más bien, una obligación. El “privilegio especial” que han expresado los críticos del dólar se refiere a la capacidad de la Fed de devaluar su divisa. Si no se le permitiera hacerlo, la Fed se convertiría sencillamente en otro participante en el mercado que produce un bien o servicio deseado por el mercado. En un entorno de moneda fuerte, si el mercado descubriera que la Fed ha devaluado la divisa, la demanda de dólares se erosionaría rápidamente.
La demanda de dólares del mercado caería y aumentaría la demanda de otras divisas más fuertes. Una vez se descubriera la emisión fraudulenta de medios fiduciarios (es decir, medios no respaldados al 100% en metálico), la demanda internacional de dólares podría no volver nunca, porque la reputación de honradez de la Fed se habría destruido.
Temo que la reputación del dólar ya se haya destruido. No es un secreto que la base monetaria en EE. UU. ha aumentado tremendamente, de 569.000 millones de dólares en marzo del 2000 a 4,08 billones en septiembre de 2014. En ese tiempo, el inventario de oro de la Fed ha permanecido igual en 261,5 millones de onzas. Este abuso del mercado ha abierto la puerta a otros. Si algún país pudiera convencer al mercado de que su divisa es fuerte, siguiendo los principios enunciados antes, aumentaría la demanda internacional de esa divisa, suplantando al dólar como divisa de reserva principal del mundo. Además, haría un favor a todos los participantes en el mercado internacional. Recordemos que proporcionar una divisa fuerte conlleva una obligación para el emisor de cumplir sus promesas; no conlleva un privilegio para engañar al mercado imprimiendo divisa sin respaldo.
Los beneficios que obtienen los emisores de dinero fuerte son todos secundarios. Por ejemplo, la libra británica representaba más que el hecho de que estuviera respaldada por metal redimible a la vista. La libra británica convertible representaba una nación que cumplía el estado de derecho, los tratos justos, la honradez y la prudencia. El derecho británico se exportó al mundo, así como su forma de gobierno, porque el mundo reconocía que estas instituciones eran parte de su éxito financiero y económico. Banqueros, juristas y empresarios británicos ganaron talla y riqueza real porque mantuvieron estos valores. La libra británica convertible era una comprobación diaria de confianza en todo lo británico. En otras palabras, Gran Bretaña daba ejemplo y el ejemplo era la libra británica.
Una cosa más
Hasta aquí hemos supuesto que solo los bancos centrales pueden emitir dinero que sea aceptado por comerciantes internacionales como divisa de reserva. Pero todavía hay un riesgo para tenedores incluso de una divisa completamente redimible respaldada por oro: el riesgo de la suspensión soberana de la redención en oro de todos (o la mayoría de) los grandes bancos. Esto es exactamente lo que ocurrió al inicio de la Primera Guerra Mundial. Independientemente de la razón para la suspensión de la convertibilidad en oro, un banco central estaría protegido ante la acción de los tribunales por su gobierno nacional. El gobierno nacional tiene el monopolio de la fuerza coactiva dentro de su área de soberanía, así que a los tenedores de la divisa se les podría negar allí la conversión, aunque puedan tener acceso a una redención parcial de oro guardado en lugares remotos. Sin embargo, un emisor privado de una divisa convertible respaldada en oro no tendría esa protección y los gobiernos nacionales tendrían pocos incentivos para proporcionarla. Los tribunales en muchos países podrían ligar los activos del emisor de divisa e incluso acusar penalmente de fraude a los directivos, un riesgo que los burócratas del banco central no tienen que afrontar. Por tanto, la divisa definitiva de reserva es la emitida por instituciones privadas, como bancos internacionales.
Conclusión
El mundo necesita dinero honrado basado en un derecho al que los hombres en todo el mundo puedan acudir en busca de justicia en la protección de su comercio, propiedad y riqueza. El dinero honrado y fuerte representa la dedicación de toda una sociedad al estado de derecho, los acuerdos justos, la prudencia y la fiabilidad. No hay secretos para un dinero fuerte, solo dedicación para proporcionar su redención inmediata y accesible. La divisa perfecta de reserva la proporcionarían las instituciones privadas que garanticen la convertibilidad en oro mediante contratos con agentes independientes en muchas áreas accesibles y seguras del mundo. La no redención en metálico por parte del emisor sería perseguible por violación del derecho mercantil y penal ordinario. Cuanto antes adopte el mundo estos principios, antes se recuperará del imprudente camino hacia la destrucción de la moneda al que se dirige hoy.
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