Ahora mismo, el gobierno griego se enfrenta a tres problemas importantes.
La resolución de la crisis griega se prolonga más de lo que cabía esperar en un principio, aunque ya se acerca a un momento crucial. Por un lado, se espera que el lunes 30 el gobierno griego presente una lista completa de reformas al Eurogrupo; pero, además, las dificultades de financiación del gobierno griego son cada vez mayores, por lo que la presión para llegar a un acuerdo aumenta.
El acuerdo del 20 de febrero entre el Eurogrupo y Grecia suponía mantener lo esencial del antiguo programa de rescate en términos de reformas, dando cierta flexibilidad al nuevo gobierno griego en términos presupuestarios y en el diseño de las medidas. El tema de la deuda quedaba, de momento, aparcado al renunciar Grecia a una restructuración.
Pero desde ese acuerdo apenas han avanzado las negociaciones. Ahora mismo, el gobierno griego se enfrenta a tres problemas importantes. Uno, la necesidad presentar una lista de reformas detallada, incluyendo la cuantificación de las medidas, que sea aceptable para el Eurogrupo. Las medidas presentadas hasta ahora o no estaban cuantificadas o eran insuficientes, ya que se centraban fundamentalmente en la lucha contra la corrupción, el fraude fiscal y en la eficiencia de la administración tributaria, que son compartidas por los socios europeos y no tienen coste político, pero que no bastan para mantener las cuentas públicas cerca del equilibrio.
Dos, la fuga de depósitos, que ha sido intensa desde que se anunciaron las elecciones, ha arreciado tras la victoria de Syriza y continúa aún (aunque se haya frenado algo en febrero). De momento, el sistema financiero griego se está financiando gracias a la provisión de liquidez (de emergencia) del banco central griego, autorizado a cuentagotas por el BCE. Pero la solución definitiva al problema pasa por una vuelta de la confianza.
Y tres, el agotamiento de fondos públicos. Al haber rechazado el nuevo gobierno la prolongación temporal del antiguo programa de rescate hasta que se negociase uno nuevo, se ha paralizado la última entrega de fondos por parte de las instituciones. Grecia no puede emitir más letras del Tesoro (ha alcanzado el techo acordado), tiene los mercados de deuda cerrados y está recurriendo a la liquidez de diversas entidades públicas para aguantar unas semanas más.
Los tres temas están muy relacionados. En el momento en que llegue a un acuerdo sobre las reformas el Eurogrupo aprobará el último tramo de ayuda del antiguo programa, lo que aliviará la financiación del Estado y frenará, sin duda, la salida depósitos. A partir de ahí, quedaría pendiente para antes del verano renegociar las condiciones de la deuda a largo plazo y, muy probablemente, un nuevo paquete de ayuda.
Da la impresión de que se podría haber llegado a este punto mucho más fácilmente si Grecia hubiese aceptado desde un primer momento finalizar el programa anterior, que era temporal y cuyas medidas podían ser atribuidas al gobierno anterior, sin derrochar por el camino esfuerzos diplomáticos y sin perder credibilidad. En cualquier caso, parece que muy pronto estará cerrado un episodio más de una crisis que se alarga demasiado.
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