Tener un ejército de tres millones de personas y cuyas armas crecen en cantidad y calidad cada día debería ser suficiente para que un país se estableciera como superpotencia global.
Sin duda, el poder militar de China se hace respetar por su magnitud, pero si bien disuade a quien pudiera tratar de invadir el territorio chino, no infringe miedo alguno ante la posibilidad de ser atacado por ese vasto ejército que apenas se puede mover. Es imposible mover a tantos cientos de miles de soldados, y el desarrollo naval y aéreo de China todavía está lejos del de otras potencias militares occidentales. Así pues, China es una potencia militar que no asusta en Occidente. No es probable que China ataque nunca a Estados Unidos, a Europa o a Japón. Al menos militarmente.
El poder de las finanzas
El arma de China es otra. Junto a la creciente importancia de los ciberataques, el principal arma que utiliza el gigante asiático para torpedear a sus adversarios occidentales es la economía, y más recientemente, las finanzas.
En un mundo globalizado, liberalizado y dependiente del flujo del capital, poseer dinero y capacidad de moverlo es un factor estratégico. Las potencias se diferencian del resto de Estados precisamente en eso: tienen dinero y capacidad de moverlo. Una de las características de los actores que dominan el orden mundial es que tienen la posibilidad de prestar dinero. El Banco Mundial, el Banco Central Europeo, el Fondo Monetario Internacional o la Reserva Federal de Estados Unidos son los organismos que controlan la economía global. Aun así, el país con más reservas de dólares del mundo es China.
Además, el hecho de aumentar sus reservas de oro y ser el mayor productor mundial de este preciado metal está otorgando más poder financiero a China, puesto que “quien tiene el oro pone las reglas”. El analista económico Bill Holter escribe para Global Research que cuando la bolsa china haga cotizar el oro más que las bolsas occidentales, las cajas fuertes de las economías occidentales quedarán vacías. “Seremos testigos no sólo del mayor desplazamiento de riqueza en la historia, sino también del mayor desplazamiento del poder, del poder financiero. China tomará el liderazgo y el poder, y hará difícil para cualquiera conseguir alcanzarle, posiblemente, durante varios centenares de años” añade en su análisis Holter.
Tres proyectos para cambiar el mundo financiero
Su capacidad económica y sus intereses geopolíticos han hecho que el gobierno de Xi Jinping de el paso definitivo para convertirse en el banquero mundial. Actualmente China lidera tres macro-proyectos financieros que pretenden hacer sombra al mismísimo Banco Mundial y establecer un nuevo orden económico global en el que el centro de gravedad esté en Asia-Pacífico. Estos proyectos que se están desarrollando sin que los medios de comunicación occidentales presten atención son el Asian Infrastructure Investment Bank (AIIB), el New Development Bank y el New Silk Road Fund. Tres iniciativas financieras que, de tener éxito, marcarán un antes y un después en la historia económica reciente.
Con el Asian Infrastructure Investment Bank, China pretende extender sus brazos por todo el mundo, integrando a todos los países posibles en un nuevo “Banco Mundial” que de líneas de financiamiento a los países miembros. Por otro lado, a través de la insólita iniciativa del New Silk Road Fund, el gobierno chino intenta recuperar el espíritu de la Ruta de la Seda y conectar comercialmente China con Europa a través de Asia Central y también a través del mar. Finalmente, el proyecto que más repercusión ha tenido en los medios es el New Development Bank, promovido por los famosos BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica).
New Development Bank – Nuevo Banco de Desarrollo
Inicialmente conocido como el Banco de Desarrollo de los BRICS, el Nuevo Banco de Desarrollo fue concebido en la V Cumbre del grupo BRICS como una alternativa al Banco Mundial, para financiar inversiones entre los países miembros de forma independiente de las líneas de financiamiento de los organismos financieros internacionales tradicionales, dominados por Estados Unidos y la Unión Europea. La idea con la que nació este banco era preocuparse por el desarrollo y no únicamente por el crecimiento económico.
La declaración conjunta emitida por los líderes del bloque BRICS tras la V Cumbre hacía referencia a la necesidad de invertir en proyectos de infraestructuras y desarrollo sostenible para sus integrantes:
ARTÍCULO RELACIONADO: La V Cumbre de los BRICS (Juan Pérez Ventura, Marzo 2013)
En Julio de 2014, durante la VI Cumbre de los BRICS, el Nuevo Banco de Desarrollo se estableció formalmente. El nuevo banco tendría un capital autorizado inicial de 100.000 millones de dólares y un capital inicial suscrito de 50.000 millones de dólares, aportados de forma equitativa por los estados fundadores. Se acordó que la sede del banco estaría en Shanghái y que la India tendría la presidencia de la institución.
Además se decidió también dotar con otros 100.000 millones de dólares un fondo de reserva llamado Acuerdo de Reservas de Contingencia (Contingency currenty pool) cuya finalidad sería el evitar presiones de liquidez en el corto plazo, promover la cooperación entre los BRICS, fortalecer la red de seguridad financiera global y complementar los arreglos internacionales existentes.
NOTICIA: Rusia ratifica la creación del Banco de los BRICS con un capital de 100.000 millones de dólares
Con este nuevo banco de importancia global, los BRICS han dejado de ser un mero grupo informal de discusiones para convertirse en un verdadero actor de peso en el escenario internacional. Según la revista Forbes, el Nuevo Banco de Desarrollo amenaza a la hegemonía del dólar estadounidense. En palabras del analista Pepe Escobar: “Una alternativa al Banco Mundial y al Fondo Monetario Internacional es absolutamente esencial. Esto es el inicio del fin del sistema de Bretton Woods y debe ser apoyado por otros países emergentes como los MIST (México, Indonesia, Corea del Sur y Turquía)”.
Para la Roslyn Fuller, la aparición en la escena internacional de un nuevo organismo financiero que dispute la hegemonía a las instituciones financieras tradicionales es consecuencia de estas últimas. Según Fuller, los malos hábitos de los organismos tradicionales como el Fondo Monetario Internacional o el Banco Mundial han promovido la creación de herramientas alternativas.
MÁS INFORMACIÓN: How the West created BRICS New Development Bank (Roslyn Fuller, Julio 2014)
The New Silk Road Fund
Otra de las alternativas que ha puesto recientemente China sobre la mesa es un interesante proyecto que pretende rescatar el espíritu de la histórica Ruta de la Seda. En Noviembre de 2014 el presidente Xi Jinping anunció finalmente que el New Silk Road Fund contará con una inversión inicial de 40.000 millones de dólares, y que será un Fondo para financiar proyectos en todo el área de influencia de la “Nueva Ruta de la Seda” planteada por China.
El mapa de la Ruta de la Seda tradicional se intenta plasmar con este nuevo proyecto, tal y como se aprecia en el mapa facilitado por la agencia de noticias estatal Xinhua. Los brazos de la “Nueva Ruta de la Seda” serán dos: uno continental, atravesando Asia Central y llegando hasta Amsterdam, y otro marítimo, dirigiéndose desde el Sudeste Asiático hacia la costa oriental de África y subiendo por el Mar Rojo y el Mediterráneo hasta Venecia.
ARTÍCULO RELACIONADO: La Ruta de la Seda: los inicios del comercio internacional (Juan Pérez Ventura, Febrero 2013)
Esta primera proyección del área de influencia del Fondo abarca un territorio de tres continentes y atraviesa el corazón de Europa, lo cual supone una clara estrategia geopolítica ante la otra superpotencia mundial. Debemos recordar que Estados Unidos está intentando acercarse más a Europa a través del Acuerdo Transatlántico para el Comercio y la Inversión (TTIP). Si finalmente Europa se decidiera por establecer contactos comerciales con China a través de la Nueva Ruta de la Seda sería una clara victoria del gigante asiático.
MÁS INFORMACIÓN: Silk Road Fund to aid long-term projects
En palabras del propio Xi Jinping, el objetivo de este nuevo Fondo financiero es “romper el cuello de botella que sufre la conectividad en Asia”. China plantea que el Silk Road Fund estará abierto y recibirá gustosamente a inversores extranjeros (de fuera de Asia). Según las últimas noticias, se sabe que el Fondo financiará proyectos en dos grandes áreas: el ‘China’s Silk Road Economic Belt’, que hace referencia al corredor continental que une China con Europa, y por otro lado el ’21st Century Maritime Silk Road’, que engloba las rutas marítimas que llegarán hasta el Mediterráneo desde la costa oriental china.
Aunque todavía no hay nada cerrado, se dice que los planes del Fondo incluyen proyectos de infraestructuras, principalmente carreteras, vías ferroviarias, parques industriales, infraestructuras energéticas, parques tecnológicos… Se espera que el número de proyectos alcance los cientos tan sólo en el China’s Silk Road Economic Belt, desarrollando infraestructuras en Kazahstán, Pakistán y otros países asiáticos.
Pero no todo es positivo para el bloque no-Occidental con el desarrollo de estos proyectos chinos. Muchos se preguntan si la New Silk Road podrá convivir con el proyecto ruso de la Unión Euroasiática. Si bien parece obvio que con este nuevo mega proyecto de China disminuirá la influencia de Rusia en Asia Central, los analistas chinos aseguran que Rusia podrá beneficiarse de las infraestructuras desarrolladas bajo el marco del Silk Road Fund y será bienvenida para participar en los proyectos financiados por el Fondo.
Asian Infrastructure Investment Bank (AIIB)
El tercer macro-proyecto que China ha liderado recientemente es el Asian Infrastructure Investment Bank (AIIB), que pretende luchar contra la hegemonía del Banco Mundial y del Asian Development Bank en la región, ambos controlados por Washington. Este nuevo banco se estableció formalmente en Octubre de 2014 con la firma de 21 países asiáticos, que apoyaron la iniciativa china.
El AIIB nació con un capital de 100.000 millones de dólares para desarrollar su actividad durante los primeros años. La principal función de este nuevo banco será la financiación de proyectos de infraestructura en los países miembros. En el continente asiático, el desarrollo de infraestructuras es una de las mayores necesidades de los países en vías de desarrollo, que no pueden asumir en solitario grandes obras.
Bangladesh, Brunei, Camboya, India, Indonesia, Kazakhstán, Kuwait, Laos, Malasia, Maldivas, Mongolia, Myanmar, Nepal, Omán, Pakistán, Filipinas, Qatar, Singapur, Sri Lanka, Tailandia, Uzbekistán y Vietnam entraron en el AIIB a finales de 2014. En 2015 se han ido uniendo progresivamente otros socios, como Tadjikistán, Arabia Saudí, Nueva Zelanda o Jordania.
MÁS INFORMACIÓN: Will China’s Asian Infrastructure Investment Bank succeed?
Pero además del éxito cosechado rápidamente entre los países asiáticos, el Asian Infrastructure Investment Bank ha llegado sorprendentemente hasta Occidente, en una serie de movimientos que pueden reconfigurar el orden económico global. El atractivo financiero que supone China trasciende su zona natural de influencia y llega hasta Europa.
A principios de Marzo de 2015, el ministro de Finanzas del Reino Unido anunciaba que su país se convertía en el primer socio occidental del AIIB. Los medios de comunicación no tardaron en señalar el enfado de Estados Unidos. Desde el Gobierno de David Cameron se excusaban: entrar en el AIIB respondía al interés nacional del Reino Unido.
NOTICIA: Joining China’s World Bank is in UK’s ‘national interest ‘ despite Washington anger (The Telegraph)
Apenas una semana después de la sorpresa que daba el Reino Unido, la geopolítica se tambaleaba mientras los medios europeos advertían que Alemania, Francia e Italia también iban a entrar en el Asian Infrastructure Investment Bank.
En un comunicado emitido por el Tesoro italiano y confirmado por los ministerios de finanzas alemán y francés, se indicaba que: “Francia, Alemania e Italia, en estrecha colaboración con los socios europeos e internacionales, tienen la intención de colaborar con los miembros fundadores del AIIB para construir una institución que siga los mejores principios y las mejores prácticas en materia de gobernanza y de políticas de salvaguarda, de sostenibilidad de la deuda y de contratos”.
NOTICIA: Los aliados europeos desafían a Estados Unidos uniéndose al banco asiático liderado por China
Elizabeth Economy escribe en Forbes que, ante esta situación de jaque mate de China, Estados Unidos tiene tres opciones: seguir intentando persuadir a sus socios occidentales para que se unan al AIIB, unirse al AIIB o dejar que el AIIB siga su desarrollo. La analista opina que unirse a este nuevo Banco no es una idea tan mala, ya que permitiría a Estados Unidos tener un asiento en una institución en la que posiblemente se cierren algunos de los acuerdos comerciales más importantes de los próximos años.
Se está especulando mucho sobre el número de países occidentales que “darán la espalda” a Estados Unidos y optarán por unirse al AIIB. Sobre la mesa están otros países europeos, pero también Corea del Sur o Australia, importantes socios de EEUU en Asia-Pacífico y que no tendrían mucho que perder si decidieran unirse al nuevo club liderado por China.
Cambios en la geopolítica mundial
Como hemos podido sospechar, la importancia de estos proyectos financieros van mucho más allá de la economía. Con estas iniciativas, China sigue el pulso que mantiene con Estados Unidos por la hegemonía en la economía global. Otros capítulos de este pulso entre titanes los hemos visto en el desarrollo de estrategias militares (el Collar de Perlas de China) o en el intento de monopolizar el comercio marítimo (los Canales de Centroamérica). En esta ocasión el terreno de juego son las finanzas, y China ha golpeado con fuerza.
En un reciente artículo nos preguntábamos si, ciertamente, estamos asistiendo a un cambio en el orden económico global o si más bien estamos regresando al orden económico histórico que ha predominado durante la mayor parte de los siglos de nuestra Historia. Como demuestran los datos del historiador económico Angus Maddison, antes del S.XIX la mayor parte del PIB global lo producían India y China. Esto dejó de ocurrir durante un par de siglos pero parece que hemos regresado a ese escenario.
Retomando las palabras del analista Bill Holter que destacábamos al principio, cuando China comience a hacer uso efectivo de su poder financiero “seremos testigos no sólo del mayor desplazamiento de riqueza en la historia, sino también del mayor desplazamiento del poder, del poder financiero. China tomará el liderazgo y el poder, y hará difícil para cualquiera conseguir alcanzarle, posiblemente, durante varios centenares de años.” ¿Volverá el orden económico global a ser como lo ha sido durante la mayor parte de la Historia?
ARTÍCULO RELACIONADO: El orden económico histórico a nivel global (Juan Pérez Ventura, Febrero 2015)
¿Vuelta a un mundo dividido en dos bloques?
Al terminar la Guerra Fría uno de los dos bloques que habían estado compitiendo por la hegemonía global desapareció. El bloque occidental ganó la silenciosa batalla por medio de un soft power que con el paso de los años ha conseguido perpetuar a Estados Unidos y a su modelo económico y político en la primacía del mundo. Ahora, ese modelo se agota y encuentra su némesis en un modelo propuesto por los países del Sur global, que reclaman mayor protagonismo.
Una escenificación de la existencia de dos bloques la vemos precisamente en Asia, con el claro antagonismo del Asian Development Bank, liderado por Japón y Estados Unidos, y el nuevo Asian Infrastructure Investment Bank, liderado por China. Dos instituciones con objetivos similares pero dirigidas a bloques diferentes. Dos esferas de influencia distintas que compiten por arrebatarse espacio mutuamente. ¿Quién ganará el pulso de las finanzas asiáticas, Occidente o China?
China y otros países de la Periferia llevan años pidiendo reformas en las instituciones multilaterales, para que se reduzca la cuota de poder occidental en favor de las economías emergentes. Pero la resistencia del Congreso de EE UU, dominado por los republicanos, ha bloqueado cualquier cambio en las instituciones internacionales. Esto ha generado frustración entre los países emergentes y ha acabado motivando las propuestas alternativas de China.
Jack Lew, secretario del Tesoro americano, ya ha advertido que esa inacción estadounidense “está causando que otros países, incluidos algunos de nuestros aliados, pongan en duda nuestro compromiso con el FMI y otras instituciones multilaterales. Nuestra credibilidad internacional y nuestra influencia están siendo amenazadas”.
¿Conseguirá responder Estados Unidos al jaque que China ha hecho en el tablero de ajedrez, o estamos asistiendo ya al relevo de quien ha sido la primera potencia mundial durante los últimos setenta años?
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