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viernes, 7 de noviembre de 2014


La mayor caída semanal contra el dólar desde 1999


El hundimiento del rublo y del petróleo

amenazan la estabilidad financiera de Rusia


El presidente de Rusia, Vladimir Putin


La secuencia es de las que impresionan. Y por partida doble, además, para enorme preocupación de Rusia. De un lado, el rublo, que camina hacia su mayor caída semanal contra el dólar desde 1999 y que ha perdido valor contra el billete verde y también contra el euro en las últimas nueve semanas de forma consecutiva. Y de otro, el petróleo, la principal fuente de ingresos para el Gobierno en ruso en tándem con el gas natural, que cotiza en mínimos desde 2010 y que lleva siete semanas seguidas cayendo. Si por separado ambas tendencias ya complicarían la situación financiera rusa, de forma combinada constituyen un auténtico cóctel molotov lanzado contra la estabilidad financiera del país. 
Inevitablemente, el desplome de la divisa, por su prolongación y profundidad, evoca la crisis rusa de 1998. Y algún dato ya conecta casi con aquel episodio. De hecho, en el conjunto de las cinco últimas jornadas el rublo se deprecia más de un 8% contra el dólar, su mayor descenso semanal desde 1999. Ampliando la perspectiva a las últimas nueves semanas, el desplome alcanza el 25%. Y todo ello acerca al dólar a los 50 rublos, algo que nunca antes ha ocurrido; por ahora, alcanza los 47,3 rublos. 
Contra el euro, en la última semana pierde un 7,5%, descenso que en el conjunto de las nueve últimas semanas alcanza el 18%. Y al igual que el dólar, esta racha impulsa al euro hasta sus máximos históricos contra el rublo. En su caso, cada vez más cerca de los 60 rublos -58,8-. 
El problema de este desplome radica en las distintas implicaciones que tiene para Rusia. Primero, porque agrava las tensiones inflacionistas. En octubre, la inflación interanual repuntó hasta el 8,3%, el nivel más alto desde 2011.
Segundo, poque precisamente por la presión de los precios y por la caída del rublo, el Banco de Rusia se siente obligado a actuar, con subidas de los tipos de interés, aunque en paralelo la economía rusa se sigue enfriando. Para este año, el Fondo Monetario Internacional (FMI) pronostica que la economía rusa solo crecerá un 0,2% y para 2015, un 0,5%. 
Y tercero, porque como el banco central ruso sigue manteniendo al rublo dentro de un corsé -no puede moverse libremente, sino que lo maneja dentro de un corredor-, se ve obligado a intervenir en el mercado para mantenerlo en el interior de los objetivos fijados. Y eso conlleva que debe emplear las reservas en divisa extranjera del país para lograrlo, algo que, lógicamente, está provocando que mengüen por momentos. Durante la última semana bajaron en 10.500 millones de dólares, cifra que en el conjunto del año roza ya los 85.000 millones. En total, su despensa ha mermado hasta los 428.600 millones de dólares, el volumen más bajo desde 2010.   
Precisamente para evitar la prolongación de esta sangría, el banco central ruso ha deslizado esta semana que trabaja en la posibilidad de que el tipo de cambio del rublo se fije ya libremente en el mercado. En ese caso, ya no tendría que intervenir -y consumir reservas- para mantener al rublo dentro de una horquilla. El problema reside en la volatilidad que la transición de un sistema a otro puede incorporar al cambio del rublo. 
Todo ello con el conflicto en Ucrania, y las sanciones consiguientes, como telón de fondo y añadiendo más fuentes de incertidumbre no solo sobre la situación política del país, sino también sobre la económica y financiera. Como consecuencia, la bolsa rusa también refleja está incertidumbre. En lo que va de año, el índice RTS acumula una caídas del 29,5% 

...Y TAMBIÉN EL CRUDO

En paralelo, la caída del crudo incrementa la vulnerabilidad financiera rusa. Más que nada, porque el petróleo y el gas aportan, en conjunto, la mitad de los ingresos de Rusia. Por tanto, aunque la caída del oro negro al menos amortigua el impacto inflacionista de un rublo más débil, también abre un boquete en la economía rusa.  

Y el agujero es cada vez más preocupante porque el descenso del crudo tampoco cesa. El barril Brent, de referencia en Europa, se abarata esta semana casi un 4%, hasta los 82,5 dólares, y acumula siete semanas seguidas de retrocesos, en las que se ha dejado un 16%. En el caso del barril estadounidense WTI, en la semana pierde un 3%, hasta los 77,9 dólares, y en las seis últimas, cerca de un 17%. Con estas caídas, el primero ya cotiza en mínimos desde 2011 y el segundo, desde 2010. 

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