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martes, 25 de noviembre de 2014



Para más empleo y estabilidad, liberalizar la economía

14 Abril, 2014

El titular en la edición impresa del Denver Post de una noticia de Associated Press sobre el nombramiento de Janet Yellen destaca una cita del presidente Obama: “Ella entiende el coste humano cuando la gente no puede encontrar un empleo”. Esta declaración acerca de la entonces nueva presidenta de la Fed, que destaca el compromiso de base keynesiana de Yellen con el aspecto del desempleo del mandato dual de la Fed, explica por qué algunos economistas temían que no importara lo mala que hubiera sido la política durante el mandato de Bernanke, probablemente sería peor en lugar de mejor desde una perspectiva monetaria sólida durante el reinado de Yellen. Su empatía para los desempleados estaba claramente presente en sus comentarios tras su primera reunión política que fue reportada por el Wall Street Journal “fue una notable afirmación de su compromiso con los tipos bajos hasta que la economía sea mucho más fuerte”. Ella destacaba: “La recuperación sigue sintiéndose como una recesión para muchos estadounidenses y también parece así en algunas estadísticas económicas”. Luego decide apoyar sus comentarios, no con la jerga y estadísticas económicas usuales, sino que “Mrs. Yellen por el contrario mostró un toque personal (…) salpicando sus comentarios con experiencias de tres personas que han luchado por conseguir un empleo a tiempo completo”.
Por desgracia, la fuerte compasión de Yellen porlos sufrimientos de los desempleados viene ligada a una defectuosa comprensión de la cause del desempleo. Con la ascensión de Yellen a la presidencia de la Fed, el Wall Street Journal aprecia que “los keynesianos de Tobin están de vuelta al mando en la Reserva Federal”. La última vez que las ideas basadas en la curva de Phillips de este grupo dominaron la Fed, generaron la estanflación de la década de 1970. Mostrando una falta de comprensión histórica, los animadores simpatizantes, como Justin Wolfers, ven el compromiso de Yellen con el mandato dual como un plus.
El nombramiento de Yellen debería verse como una inversión en el mandato dual de la Fed, que destaca el papel del banco central en controlar tanto el desempleo como la inflación. Los desempleados deberían alegrarse al tener una poderosa defensora para luchar contra la gente de la moneda fuerte que desea enviarles al vertedero económico.
Wolfers llega a argumentar que no seguir el consejo de la sabia Yellen ha hecho que la política de la Fed sea menos eficaz y que la “recuperación” sea más débil de lo que podría haber sido. Afirma: “Si Yellen hubiera estado al cargo de la Fed en los últimos años, habría millones de desempleados menos y estaríamos menos preocupados por el peligro de la deflación”.
Esta vuelta a la comprensión keynesiana del desempleo, acompañada como es demasiado habitual y acríticamente por una doctrina aún más falsa, la teoría de la depresión por infraconsumo de Foster-Catchings y su teoría de la prosperidad de los altos salarios,[1] es errónea. Lo mejor que se puede esperar de una política derivada de esta visión del mundo es que dejará a la economía intervenida renqueante en el futuro. Continuar la política puede generar un riesgo importante de conseguir un poco más de empleo ahora a cambio de un riesgo importante de mayor inestabilidad y un alto desempleo más tarde, como reconoce Kevin Warsh (“Finding Out Where Janet Yellen Stands”):
El riesgo más pronunciado de la QE no es un estallido de hiperinflación. Más bien, largos periodos de dinero gratuito y crédito subvencionado se asocian con importantes malas asignaciones de capital y malas inversiones, lo que no augura nada bueno para el crecimiento a largo plazo y la estabilidad financiera.
El fracaso, que es muy probable, en desarrollar el incremento masivo en el balance de la Fed, genera un riesgo de hiperinflación o una quiebra del auge.
Una política mejor y una genuina recuperación requieren, no una mala comprensión de los mercados laborales, sino una visión misesiana clásica de los mercados laborales.[2] Gallaway y Vedder explican (y proporcionan respaldo empírico):
Von Mises, y otros como él, tenían razón en rechazar la visión “progresista” de que no importa el nivel de los salarios monetarios [la visión de las teorías keynesiana y de Foster-Catchings]. Esto no solo es importante, sino que, junto con los niveles de precios y productividad, es la clave para entender patrones de variación en niveles agregadas de empleo y producción. Con la ayuda del análisis misesiano-clásico, fenómenos dispares como altas tasas de desempleo., bajas tasas de desempleo, alto desempleo acompañado por inflación (estanflación), bajo desempleo al unísono con inflación, recuperaciones económicas conseguidas y recuperaciones económicas frustradas, pueden entenderse de una forma inteligible. No hace falta una economía especial para cada situación. ¿Qué otro aparato teórico puede hacer la misma afirmación?
Hayek explica más de esta “verdadera teoría del desempleo”:
La verdadera explicación, aunque sea incomprobable, del extenso desempleo se atribuye a una discrepancia entre la distribución del trabajo (y otros factores de producción) entre sectores (y localidades) y la distribución de demanda entre sus productos. Esta discrepancia se causa por una distorsión del sistema de precios y salarios relativos. Y solo puede corregirse [cursivas añadidas] con un cambio en estas relaciones.[3]
Antes, en esa misma obra,[4] Hayek daba un aviso, repetido recientemente por Warsh (más arriba): “un nuevo impulso inflacionista puede tener éxito temporalmente y empeorar la posterior caída”.
Un primer paso para una política mejor se encuentra en la conclusión del importante, pero demasiado a menudo olvidado (no solo por los economistas ortodoxos, sino también por los austriacos) “The Fraud of Macroeconomic Stabilization Policy”, de Gallaway y Vedder:
Para poner en perspectiva estas conclusiones técnicas, apuntamos que la interpretación general de los fenómenos económicos a corto plazo aquí presentados es bastante consistente con la concepción austriaca de un mundo que trata de conseguir un estado subyacente de equilibrio, pero se ve recibiendo continuamente sacudidas exógenas de naturaleza impredecible. En consecuencia, empresarios y trabajadores deben ajustar continuamente su comportamiento para tener en cuenta estas circunstancias cambiantes. Lo más que pueden esperar de loa políticos es que, en el espíritu de Hipócrates aconsejando a futuros doctores, no hagan ningún daño. Dado que los fenómenos que afrontan los políticos a corto plazo son esencialmente impredecibles y dado que inclusos sus mejores esfuerzos son equivalentes al sangrado de los médicos medievales a sus pacientes, la política de estabilización macroeconómica más apropiada es dar a los empresarios y trabajadores antes mencionados libertad para ajustarse a sacudidas potencialmente descoordinadoras para la macroeconomía. Está claro que es inapropiada la propuesta de sabiduría convencional sugerida por Galbraith de que hay una inestabilidad endémica en una economía basada en el mercado que pueda resolverse solo por intervenciones política públicas. También está claro que la visión de Mises de la naturaleza de la macroeconomía se confirma en nuestras conclusiones. La idea de que una política económica deliberadamente contracíclica puede estabilizar la economía es una ficción. [cursivas añadidas][5]

[1] Ver Gallaway y Vedder “Wages, Prices, and Unemployment: Von Mises and the Progressives”,Review of Austrian Economics 1, nº 1 (1987).
[2] Ibíd., pp. 66-67. Salerno usa el marco en una crítica devastadora de Krugman.
[4] Ibíd., p. 3
[5] Impreso en Quarterly Journal of Austrian Economics 3, nº 3 (Otoño de 2000): 32.

Publicado el 10 de abril de 2014. Traducido del inglés por Mariano Bas Uribe. El artículo original se encuentra aquí.

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