Un riesgo para la recuperación
Eleconomista
El persistente abaratamiento del crudo sitúa el IPC español más cerca de lo deseable de incurrir finalmente en deflación.
La nueva tasa negativa que registró el indicador adelantado del IPC de noviembre suscita una vez más el debate sobre si hay o no deflación en España. Los expertos tienen claro que ese temido fenómeno no se produce todavía, en la medida en que lo que en mayor grado lastra los precios es un factor coyuntural: la histórica caída del petróleo. No en vano el oro negro acumula una depreciación del 40 por ciento desde julio y su cotización tocó ayer un nuevo mínimo (71 dólares por barril). Y aún caerá más, puesto que la OPEP todavía producirá en 2015 medio millón de barriles al día.
El objetivo, perseguido por Arabia Saudí, estriba en mantener un abaratamiento que haga demasiado caro el fracking que practica EEUU, al tiempo que el Emirato le roba cuota de mercado a uno de los productores que más sufre con un crudo tan barato: Rusia.
Por tanto, el efecto petróleo garantiza varios meses más de IPC negativo, que se sumará a los cinco ya encadenados este año.
Como apunta el ministro De Guindos, es indudable que el momento es propicio para reforzar el crecimiento, gracias a una factura energética barata y unos bajos precios que animan a consumir. Ahora bien, no conviene olvidar que la caída del IPC se muestra especialmente intensa en España, con tasas negativas, mientras países como Alemania se las arreglan para mantener pequeños avances (del 0,6 por ciento).
Es más, sorprende que una inflación inferior a cero no impulse el consumo privado, y que esta variable incluso se desacelere una décima, hasta el 0,8 por ciento, en el tercer trimestre.
La posibilidad de deflación en España sigue latente y la perspectiva de estar bordeándola durante meses siembra dudas sobre la recuperación.
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