Los economistas ortodoxos demuestran que Krugman se equivoca respecto de Hayek y Mises
Paul Krugman ha criticado recientemente a Friedman (y Phelps), la curva de Phillips y la teoría de la Tasa Natural de Desempleo (TND) en el proceso de argumentar que, debido a la reciente Gran Recesión, la consiguiente crisis financiera y el Gran Estancamiento de Bush-Obama-Fed, Friedman se ha desvanecido del frente político. Krugman hace esta afirmación a pesar del hecho de que hay en marcha un vigoroso debate sobrereglas frente a discreción con al menos cierta atención al modelo de pulsado de Friedman. Mientras calumnia las contribuciones de Friedman, Krugman se las arregla para dar una bofetada a los austriacos y afirma una renovada relevancia práctica para Keynes:
Lo que creo que es realmente interesante es la forma en que Friedman ha desaparecido prácticamente del discurso político. Keynes ha vuelto mucho, aunque este hecho enfade a algunos economistas; Hayek ha vuelto en cierto sentido, aunque uno tenga la sospecha de que muchos autoproclamados austriacos ponen poco sobre la mesa salvo la idea de que el dinero fiduciario es la fuente de todo mal (una postura profundamente anti-friedmanita). Pero Friedman está bastante ausente.
La hipótesis de Friedman-Phelps estaba en el centro del debate político real de las décadas de 1970 y 1980. La evidencia empírica desarrollada durante el debate sobre las implicaciones políticas del modelo TND desacreditó, al menos temporalmente, la política discrecional keynesiana activa como una herramienta eficaz para reducir el desempleo a largo plazo. Un resultado del debate: la política monetaria parecía mejorar, especialmente comparada con el lamentable historial de la Fed a finales de la década de 1920 y 1930 y desde mediados de la década de 1960 hasta finales de la de 1970. Los bancos centrales, al estilo Friedman, se centraban en políticas basadas en reglas y en objetivos de inflación en lo que muchos llaman, siguiendo a John B. Taylor, la Gran Moderación de principios de la década de 1980 a principios de la de 2000.
Krugman sí reconoce que la “estanflación (de la década de 1970) llevó a una gran revisión de la macroeconomía, en toda su extensión; incluso fervorosos keynesianos concedieron que Friedman/Phelps tenían razón (de hecho, puede que hayan concedido demasiado [cursivas añadidas]) y la curva vertical a largo plazo de Phillips se convirtió en parte de todos los libros de texto”.
Mis primeros trabajos sobre Hayek y Keynes (ver aquí y aquí) argumentaban que esta evolución era importante pero equivocada. La entonces actual investigación del ciclo económico y sus nuevas variantes podían beneficiarse de la reevaluación de los asuntos en el centro del debate Hayek-Keynes.
Dinero, banca, finanzas y estructura de capital eran, y siguen siendo, en su mayor parte ignorados en mucha de la nueva macroeconomía (post-Friedman-Phelps), incluyendo las nuevas aproximaciones keynesianas. En este aspecto, Hayek (y Mises) tenían entonces y tienen ahora más que ofrecer que Keynes.
Recientes trabajos de respetados economistas ortodoxos están empezando a reconocer que prestar atención a Hayek y Mises puede ser útil. Guillermo Calvo, de la Universidad de Columbia, en una publicación reciente ha llegado a argumentar: “la Escuela Austriaca del ciclo económico estaba en la vía correcta” y que la Escuela Austriaca ofrecía ideas valiosos y apuntaba que:
Hay una creciente literatura empírica que pretende demostrar que las crisis financieras están precedidas por auges del crédito, incluyendo a Mendoza y Terrones (2008), Schularik y Taylor (2012), Agosin y Huaita (2012) y Borio (2012).
Calvo añade: “Era un asunto esencial en la Escuela Austriaca de economía”.
Claudio Borio destaca lo que los austriacos hace mucho que dijeron que es un defecto clave en regímenes políticos de objetivo de inflación o de dinero estable como los que han adoptado o emulado muchos bancos centrales durante el periodo 1980-2008. Este defecto contribuyó a auges y declives sucesivos a finales de la década de 1990 y la de 2000:
Un régimen de política monetaria centrado estrictamente en controlar la inflación a corto plazo elimina la necesidad de hacer más rígida la política cuando tienen lugar auges financieros sobre el telón de fondo de una inflación baja y estable. E importantes desarrollos positivos en el lado de la oferta, como los asociados con la globalización del aspecto real de la economía, ofrecen mucho combustible para auges financieros.
Borio reconoce así que un momento para mitigar un declive (contrariamente a Keynes) está durante el auge:
En el caso de la política monetaria, es necesario adoptar estrategias que permitan a los bancos centrales ser más rígidos para apoyarse contra la aparición de desequilibrios financieros incluso si sigue hundida la inflación a corto plazo.
William R. White, otro economista que ha trabajado en el Banco de Pagos Internacionales (BPI) y ha estado influido por Hayek, ha llegado a conclusiones similares a las de Calvo, que argumenta que “la teoría de Hayek es muy sutil y demuestra que incluso en un banco central que siga una política monetaria estable puede no ser capaz de impedir los ciclos económicos y, ocasionalmente, los grandes episodios de auge y declive”.
En el entorno actual, muchos, incluyendo a Krugman, han reclamado un objetivo de inflación más alto o un objetivo de PIB nominal más alto para acelerar la lenta recuperación actual.
Por otro lado, la teoría austriaca del ciclo económico, como reconocen Borio y Calvo, proporciona un análisis de por qué esa política puede ser ineficaz y, aunque sea eficaz temporalmente a corto plazo, dañina si no destructiva a largo plazo. (Ver aquí y aquí para más).
Una política de dinero y crédito fáciles impide la necesaria reestructuración de la economía y una nueva creación de crédito empieza una nueva ronda de mala dirección de la producción que lleva a una “recesión inacabada”. Calvo expone:
Independientemente de lo que se piense del poder de la mezcla de Hayek y Mises como teoría positiva del ciclo económico, una idea de la teoría es que una vez que la sobreexpansión del crédito llega al sector real es imporbable que “se pueda volver a juntar a Humpty-Dumpty”.
Es bastante malo que hagan falta dañinos ciclos sucesivos de auge-declive para que la profesión en general empiece a volver a examinar las ideas austriacas, pero sí ilustra lo mentiroso que es Krugman cuando dice que los austriacos no tienen nada que poner sobre la mesa.
Publicado el 11 de septiembre de 2013. Traducido del inglés por Mariano Bas Uribe. El artículo original se encuentra aquí.
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