Detener la marcha keynesiana de la muerte
En un post previo del Círculo Bastiat, yo destacaba recomendaciones de Rothbard para reducir los déficits.
- “Aunque los déficits son a menudo inflacionistas y siempre perniciosos, remediarlos aumentando los impuestos equivale a curar una enfermedad disparando al paciente”.
- “Así que los déficits deberían eliminarse, pero solo recortando el gasto público”.
En “Escape From Spending Hell” (Wall Street Journal, 14 de marzo de 2013), Daniel Henninger explica el trabajo reciente sobre programas de austeridad del economista de Harvard, Alberto Alesina (con Carlo Favero y Francesco Giavazzi) que proporciona un fuerte respaldo histórico a lo que dice Rothbard.
Henninger resume como sigue el problema actual y las posibles opciones políticas:
Desde que Ronald Reagan legitimara la eficacia de los recortes de impuestos, los demócratas han tratado de desacreditar su idea y restaurar la teoría del New Deal del multiplicador keynesiano, que data de 1931. Sostiene que más gasto público reavivará una economía con problemas.Ningún presidente ha creído más en el milagro del multiplicador que Barack Obama. Durante cuatro años ha llevado al país a una especia de marcha keynesiana de la muerte, llevando el gasto federal al 25% del PIB y produciendo un crecimiento débil. Estamos viendo cuatro años más de mástil keynesiano, salvo que los republicanos puedan ofrecer una alternativa intelectualmente respetable.
Mr. Alesina ha identificado la alternativa. Su obra de la pasada década sobre cómo reavivar economías con problemas sugiere que la solución de gastar más de Obama es lo contrario de lo que EEUU debería estar haciendo.
La obra en la que se basa el comentario de Henninger es “The output effect of fiscal consolidations” (agosto de 2012 para la Oficina Nacional de Investigación Económica). Henninger argumenta que hay un consenso general sobre dos cosas:
- La economía de EEUU está saliendo de la recesión (depresión) más profunda desde la Gran Depresión, seguida por, añadiría yo, la recuperación más anémica desde la Depresión.
- El “nivel de la deuda [pública] es insostenible”.
¿Cuáles son los resultados relevantes destacados en el escrito? Del resumen:
Este trabajo estudia si las correcciones fiscales causan grandes pérdidas en producción. Creemos que esencialmente importa cómo se produce la corrección. Los ajustes basados en recortes en el gasto son mucho menos costosos en términos de pérdidas en producción que los basados en impuestos. Los ajustes basados en gasto se han asociado con recesiones suaves y de corta duración, en muchos casos con ninguna recesión en absoluto. Los ajustes basados en impuestos se han asociado con recesiones prolongadas y profundas. [Las cursivas son mías]
El pasado agosto, en “The Kindest Cuts”, Alesina resumía su investigación para el City Journal. Su conclusión: “Reducir el gasto reduce los déficits sin dañar la economía, no como las subidas de impuestos”. Alesina califica al debate como entre “halcones del déficit” (lado de la oferta) y sus oponentes (keynesianos de todo tipo). Los “halcones” ven el tamaño del gobierno (casi el 25% del PIB en EEUU) y la creciente deuda como el principal factor de retraso del crecimiento económico. Así: “No puede haber crecimiento sostenido, dicen los halcones del déficit, si no empezamos a equilibrar nuestras cuentas”. Los oponentes ven una economía estancada retenida por un gasto agregado insuficiente como el principal problema actual. Para ellos, “deberíamos acabar eliminando los déficits, pero ahora mismo, cuando las economías en todo el mundo están débiles, es el momento incorrecto”. Su solución: “Los gobiernos deberían por el contrario continuar generando déficits y ocultarlos con dinero tomado prestado [o una creación masiva de dinero], esperando a equilibrar sus déficits hasta que las economías se hagan más fuertes”.
Alesina, correctamente en mi opinión, apunta:
Sin embargo, el debate del déficit está a menudo equivocado, porque tiende a ignorar una enorme diferencia entre los dos tipos de reducción del déficit. La evidencia habla alto y claro: cuando los gobiernos reducen los déficits aumentando los impuestos, probablemente vayan a ser testigos de recesiones profundas y prolongadas. Pero cuando los gobiernos atacan los déficits recortando el gasto, los resultados son muy diferentes.
Yo añadiría que el debate del déficit está equivocado también de otra manera. Desvía la atención del problema real: el tamaño del gobierno respecto de la economía (ver “A Free and Prosperous Commonwealth”). El centrarse en el déficit como problema, hace que parezca que hay dos soluciones al problema, recortar gastos o aumentar impuestos. La investigación de Alesina demuestra por qué esta segunda opción, que parece una posible solución solo si nos centramos en los síntomas (déficits y deuda) y en el problema real que inhibe la innovación y el crecimiento: el tamaño relativo del sector público (ver Gwartney, Holcombe y Lawson, “The Scope of Government and the Wealth of Nations”).
Alesina explica cómo es distinto atacar los déficits recortando el gasto, de una manera que apoya los dos puntos principales de Rothbard antes indicados. ¿Por qué esperaría uno que aumentos en impuestos o reducciones en el gasto público impacten de manera diferente en la dirección de la economía? Si tu único punto de referencia es el keynesianismo estándar o cualquier otro modelo con un enfoque fuerte en la demanda agregada, no sería así. De hecho, un marco como ese llevaría a uno a creer que los aumentos de impuestos serían menos dañinos, ya que el multiplicador para un nivel dado de reducción del presupuesto es supuestamente más pequeño para el cambio en los impuestos que para el cambio en el gasto.[1] Los resultados empíricos dicen otra cosa, según Alesina:
El desafío económico evidente a nuestra idea es: ¿Qué mantiene a una economía frente a la recesión cuando baja el gasto público, un componente importante de la demanda agregada? Es decir, si la economía no entra en recesión, algún otro componente de la demanda agregada debe aumentar necesariamente para compensar el gasto público reducido, ¿y cuál es? La respuesta: la inversión privada. Nuestra investigación descubrió que la acumulación de capital del sector privado aumentaba después de las reducciones del déficit por recortes en el gasto, con empresas invirtiendo más en actividades productivas, por ejemplo, comprando maquinaria y abriendo nuevas fábricas. Después de las reducciones del déficit con aumentos de impuestos, cae la acumulación de capital.
El trabajo empírico de Alesina redescubre y apoya lo que redescubrieron previamente los economistas del lado de la oferta, “verdades conocidas hace tiempo por las economías clásica y austriaca”. La expansión del gobierno traslada recursos del sector productivo privado al sector público menos productivo y parasitario; la contracción del gobierno hace lo contrario. Las reducciones de impuestos estimularán el trabajo, el ahorro y la productividad y los aumentos en impuestos retardarán el trabajo, el ahorro y la productividad. Cuando se interpreta correctamente, producción es demanda (ver Steven Kates, “Los errores de los críticos de Keynes”). De ahí la diferente respuesta de una economía a las reducciones en el gasto respecto de los aumentos en los impuestos como herramientas de austeridad. La austeridad del sector público (reducción en el gasto) acaba contribuyendo a la prosperidad del sector privado. La austeridad del sector privado (aumento de impuestos) no es una vía sostenible a la prosperidad, pública o privada.
La investigación destacada antes sugiere que quienes argumentan que la reducción del déficit debería posponerse hasta tiempos más prósperos se equivocan. La reducción del déficit que se centra en el único método aprobado por Rothbard (reducir el gasto) es eficaz y apropiada, especialmente cuando viene “idealmente, acompañada por otras políticas de crecimiento”: otras reducciones de las intervenciones públicas en la economía. Rothbard (America’s Great Depression, xix-xx) iría más allá:
Si se recortan a la vez impuestos y gasto público, entonces el saludable resultado será rebajar la carga parasitaria de los impuestos y el gasto público en las actividades productivas del sector privado.
Por desgracia, episodios en los que se recorten tanto impuestos como gastos son extremadamente limitados. Cuando sí se produjeron, en la década de 1920 bajo Harding y Coolidge y en el periodo quesiguió inmediatamente a la Segunda Guerra Mundial, la observación histórica sugiere que Rothbard tiene razón.
Otra investigación reciente resumida en la parte III de “Pensamientos sobre macroeconomía basada en el capital” (así como en “Fiscal Stimulus or Fiscal Depressant?”, de Joe Salerno y “Which hurts more in the short run, tax hikes or spending cuts?”, de Garret Jones) también apoyan la política recomendada por Rothbard. Mi conclusión en ese post era:
En el actual entorno económico (una lenta recuperación de una economía deprimida, grandes déficits y deuda públicos y un tamaño del gobierno nacional respecto de la economía del 22-25%, claramente por encima de un nivel coherente con un crecimiento económico adecuado), la recomendación de Rothbard es una política de ganancia mutua. Pero con ser importante a largo plazo, la política austriaca trasladaría la economía al estilo de Gwartney et al. a un camino de crecimiento más sostenible, un camino con buenas posibilidades de proporcionar realmente prosperidad suficiente, no solo para reducir déficits, sino para pagar o eliminar definitivamente la carga de la deuda.
Mi primera conclusión se refuerza con Henninger, Alesina y Shlaes. Ojalá hubiera una voluntad política de hacer de nuevo lo correcto. Solo sería la tercera vez en casi 100 años. La sombra de Keynes por desgracia sigue oscureciendo el debate político en detrimento de la prosperidad a largo plazo.
[1] Ver Stone, Core Macroeconomics, 221-240. Ver “Fiscal Stimulus or Fiscal Depressant” de Salerno para un resumen de recientes dudas empíricas sobre “multiplicadores”.
Publicado el 27 de marzo de 2013. Traducido del inglés por Mariano Bas Uribe. El artículo original se encuentra aquí.
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