¿Inflación de costes?
En los últimos meses ha aparecido en varios lugares la teoría de que ahora sufrimos un “nuevo” tipo de inflación. Como la describe Robert C. Tyson, presidente del comité financiero de US Steel:
Nuestro nuevo tipo de inflación parece ser una inflación de costes que empuja al alza los precios, en lugar de una inflación de precios que tira de los costes mediante la competencia en la solicitud de materiales y mano de obra. Podrían pensar en un nuevo tipo de inflación de costes distinto del tipo convencional que tira de la demanda.
Yendo aún más allá, un estudio reciente de la National Industrial Conference Board declara:
Aunque la oferta monetaria ha sido mantenida por la política de la reserva federal, el negocio sigue la tendencia al alza. (…) Como los precios han continuado creciendo, la lección evidente de 1956 es que el dinero y su nivel de uso no son los únicos determinantes del precio. (…) Hoy, la pregunta crítica es hasta qué punto son adecuados los controles monetarios para ocuparse de las presiones de precios que aparecen de fuerzas no monetarias.
No hay prueba estadística
Me parece que estas teorías mezclan verdad con error. La Conference Board intenta demostrar estadísticamente su alegato. Pero como apuntó la Oficina de Estadísticas Laborales (BLS) de EEUU el 13 de mayo en un estudio de productividad, costes y precios:
donde las cifras indican que los precios y los costes laborales mostraban aproximadamente el mismo aumento o que unos u otros mostraban un mayor aumento durante un año o periodo de años concretos, esto debería considerarse como una explicación de qué “causó” el cambio. Un aumento en los costes laborales unitarios puede llevar a un aumento en el precio, pero al contrario un aumento en el precio puede generar una fuerte presión para el aumento en los salarios. (…) La respuesta a la cuestión de si los aumentos salariales hacen que aumenten los precios o viceversa no puede obtenerse sólo a partir de las cifras.
El informe de la BLS continúa declarando:
La paga por hora media [de los trabajadores] en dólares actuales aumentó mucho más que la productividad durante el periodo de posguerra [1947-56]. La primera aumentó en aproximadamente un 61%, la segunda en un 26%, llevando a un aumento en la remuneración del empleado por dólares de producto real de alrededor del 28%.
Esto suena a mal agüero, pero sólo porque está expresado de forma confusa. Cuatro párrafos más abajo, el informe indica: “El aumento de alrededor del 28% en la remuneración laboral por dólar del producto real fue casi idéntica al aumento de precios entre 1947 y 1956”.
En otras palabras, el término “productividad” en la primera cita debe significar productividad en términos reales, no en términos de valor en dólares. Multipliquemos el aumento del 26% en “productividad” por el 28% de aumento en el nivel de precios y obtendremos el mismo aumento del 61% como ingreso laboral por hora.
Previsiones
La Conference Board trata de probar que el aumento en la oferta monetaria no puede ser la causa del aumento de precios de los últimos dos años, porque la oferta monetaria no ha aumentado en este periodo. Pero esto olvida comparaciones más largas y supone erróneamente que los cambios en la oferta monetaria deben reflejarse exactamente proporcionalmente en precios sin retraso temporal ni previsiones.
La expansión de la oferta monetaria es al tiempo causa necesaria y suficiente de la inflación. Sin esa expansión, un aumento excesivo en los niveles salariales simplemente llevaría al desempleo.
Lamento tener que criticar dos por otro lado excelentes e informativos informes estadísticos. Y en la medida en que describen presiones políticas, los teóricos de la “inflación de costes” tiene razón: nuestros políticos ponen un poder irresponsable e irresistible en manos de líderes sindicales y luego les ruegan no utilizarlo. Eliminan las sanciones económicas naturales por imprudencia y luego piden moderación. Si la Reserva Federal intentara seriamente mantener el dinero y el crédito mientras los líderes sindicales se mantienen empujando al alza los niveles salariales, es a la Reserva Federal, no a los sindicatos, a la que deben echar la culpa los políticos por los consiguientes desempleo y recesión.
Mientras el clima político siga siendo así de poco sano, es imposible detener la inflación. Pero con conocimiento y coraje, la inflación puede detenerse de inmediato.
[Este artículo apareció originalmente como “Cost-Push Inflation?” en Newsweek, el 22 de julio de 1957]
Traducido del inglés por Mariano Bas Uribe. El artículo original se encuentra aquí.
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