ENTREVISTA
Ha-Joon Chang, profesor de Cambridge
CARLOS FRESNEDA
'La austeridad es la excusa para tener contentos a los mercados'
Ha-Joon Chang (Seúl, 1963) suele presentarse a sí mismo como hijo del "milagro coreano", interesado en «economía del desarrollo». El profesor heterodoxo de Cambridge -autor de 23 cosas que no te cuentan del capitalismo- publica Economía para el 99% de la población (Debate), empeñado en bajar a los economistas del púlpito y en reivindicar para los ciudadanos el papel de protagonistas en estos momentos críticos.
Usted sostiene que la Economía es la nueva Religión y que los economistas se han convertido en sacerdotes ¿Podemos llamarle hereje?
- Me hace gracia porque en Wikipedia me definen como «economista heterodoxo». No me importa que me llamen hereje: en muchas cosas no comulgo con la mayoría de los economistas, empezando por esa convicción de estar en posesión de la verdad absoluta. Recurro frecuentemente a la analogía religiosa porque lo que hacen muchos economistas me recuerda a lo que hacían los sacerdotes católicos en la Edad Media: se escondían tras el latín para que la gente no entendiera lo que decían. Lo mismo ocurre con la jerga de los expertos que han convertido el pensamiento económico en una especie de teología.
- La economía es una ciencia ¿Verdadero o falso?
- La economía nunca ha sido ni será una ciencia al estilo de la química o la física. En su origen, la nueva rama del saber se llamaba «economía política». El propio Adam Smith sabía que economía y política eran inseparables, y que ambas tienen una dimensión ética, muy relacionado con nuestros valores y creencias. Fue la escuela neoclásica la que suprimio el adjetivo de "política" y se empeñó en darle a la economía ese aura de ciencia pura que nunca ha tenido ni tendrá.
- Usted identifica hasta nueve grandes escuelas económicas ¿Por qué la neoclásica se ha convertido en la indiscutible y prevalente?
- Quizás porque ha sabido formular su teoría de una manera más precisa y han articulado mejor su mensaje. Todas las escuelas tienen sus puntos fuertes y sus debilidades. Pero en momentos históricos como éste no es de extrañar el auge de la escuela neoclásica, que ha sabido arrimarse al poder con la defensa del status quo y aceptar problemas como la desigualdad económica como algo inevitable.
- ¿Y cuál es su escuela favorita?
- Por desviación profesional, tengo una inclinación hacia las escuelas institucionalista y desarrollista. En mi libro defiendo la necesidad de abrirse a todas las escuelas y elegir lo mejor de cada una. Lo peor que podemos hacer es aceptar la verdad de una sola escuela y caer en la arrogancia. Eso hacen hoy los fundamentalistas del libre mercado, que parecen no aceptar la libertad más fundamental: la de pensamiento.
- ¿Austeridad y desigualdad son dos caras de la misma moneda?
- Están muy vinculadas, sí, y en cierto modo se retroalimentan. En el Reino Unido, la austeridad se usa como excusa para desmantelar el estado del bienestar. Ahora parece que el culpable de la crisis fue el gasto público, cuando el problema fue causado por los bancos, que fueron rescatados con dinero público y siguen funcionando como antes. El déficit fue un resultado de la crisis, no la causa. En España hubo años de superávit y de presupuestos equilibrados antes de la crisis. Y ahora se culpa al gasto público, y eso justifica la austeridad, que se usa como excusa para tener contentos a los mercados.
- Hay quienes hablan del «milagro económico» de España, y sin embargo el paro sigue rondando el 23% y la mitad de los jóvenes no tienen trabajo.
- En los años 50 y 60 el pleno empleo era el objetivo prioritario de los gobiernos, y ahora ya hemos visto cómo ha cambiado la cosa: hay otras prioridades. Lo increíble es que los políticos acepten esto como algo normal y que la gente tenga que sufrir las consecuencias de un sistema que pone los intereses financieros por delante de las necesidades básicas de la población. En países como España y Grecia va a haber un gravísimo problema con la juventud que no consigue engancharse al mercado laboral y a la que estamos negando una vida digna
- Usted hace una llamada al «ciudadano económico activo» ¿Cree que movimientos como los indignados y Occupy han agitado nuestra conciencia? ¿Existe una tendencia a volver a dejar la economía en manos de expertos?
- Yo creo que esos movimientos fueron lo único positivo que salió de la crisis, y en algunos países, como en Grecia con Syriza o en España con Podemos se han canalizado a través de partidos políticos. Pero es cierto que existe una tendencia a que todo siga funcionando igual que antes. A veces pienso que en el 2008 sonó la alarma, pero preferimos apagarla y seguir durmiendo.
- ¿La crisis de Grecia servirá para hacernos caer de la cama?
- En Grecia todo lo que se está haciendo es esconder el problema debajo de la alfombra para que vuelva a aflorar al cabo de dos años. A menos que haya una reducción sustancial de la deuda, Grecia no va a salir del agujero. ¿Qué vamos a hacer? ¿Echar a Grecia de la UE? Países como España y Portugal se preguntarían: «¿También nos van a echar si la cosas va mal?». Existe el riesgo de que la crisis de al traste con el proyecto europeo.
- ¿Hay vida después del capitalismo?
- Hoy por hoy no veo una alternativa. A lo mejor acaba surgiendo en 50 o 100 años. Parafraseando a Churchill, sigo pensando que el capitalismo es el peor sistema que existe, exceptuando todos los demás.
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