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domingo, 19 de julio de 2015

Mientras miramos a Grecia

Una de las habilidades que debe desarrollar un inversor es obligarse a no dar tanta importancia a los aspectos que más preocupan o mueven los mercados en ese momento y pensar en aquellos otros

 
 
Una de las habilidades que debe desarrollar un inversor es obligarse a no dar tanta importancia a los aspectos que más preocupan o mueven los mercados en ese momento y pensar en aquellos otros, que siendo igual de relevantes, afectarán a la cotización de los activos a medio y largo plazo. Esto es más fácil de decir que de hacer, pero conviene esforzarse.
 
En los últimos meses, además de las negociaciones con Grecia, algunos han mirado aún más lejos y se han encontrado con una brusca caída del 30% de la bolsa China en pocos días. Bajada que sigue a una subida aún mayor en los meses precedentes y que mantiene a los índices en positivo en 2015. No está mal que en ese país descubran los riesgos de la volatilidad de los mercados para que no realicen inversiones demasiado arriesgadas en el futuro. Por lo demás poco parece que cambie por allí.
 
Mientras la atención está puesta en los mercados financieros lejanos, me fijaré en la economía española y enumeraré los principales cambios que están afectando a la misma.
 
1. Rebajas fiscales que fomentan la actividad. Este mes se ha anunciado el adelanto de la bajada del IRPF prevista para 2016. A ello hay que sumar el efecto de la tarifa plana para autónomos en su cotización social y la progresiva disminución del impuesto de sociedades (30% en 2014, 28% en 2015 y 25% en 2016).
 
2. Crecimiento del empleo. Se partía de una elevada tasa de desempleo y queda mucho para recuperar los niveles previos a la crisis. No obstante, el avance experimentado hasta ahora está provocando un incremento del PIB y una recuperación de la confianza de los trabajadores y de los desempleados en sus posibilidades para progresar en su carrera profesional.
 
3. Cambio sociocultural respecto a la corrupción y la picaresca. Igual que en la última década nos hemos acercado al norte de Europa en aspectos culturales como la velocidad de circulación en carretera, durante la crisis hemos endurecido nuestra complacencia con respecto al corrupto o al defraudador de impuestos. Ya no se presume de tejemanejes o de tener dinero sin declarar en Suiza o en Andorra porque ahora eso no es considerado socialmente como admirable, sino todo lo contrario, como algo propio de un delincuente. Este progreso cultural, que nos acerca a las economías más desarrolladas de Europa, mejorará nuestra organización como sociedad, nos permitirá ser más competitivos y disminuirá la desigualdad en la distribución de la riqueza.
 
4. Cambio sociocultural respecto al emprendimiento. Hace unos años muy pocos ciudadanos querían emprender. Tenían más miedo al qué pensarán de mí si el proyecto no va bien y el emprendedor no era una figura tan bien vista socialmente como ahora. En el plano laboral también han mejorado, cada vez se valora más la iniciativa, la creatividad y la experiencia en la creación de empresas. Por otro lado, la gran mayoría de escuelas de negocio y universidades han aumentado los medios y presupuestos destinados a las actividades de fomento del emprendimiento. En consecuencia, cada vez hay menos jóvenes interesados en ser funcionarios y más cuyo objetivo es montar su propia empresa.
 
5. Mejora del acceso a la financiación para grandes, medianas y pequeñas compañías. La bajada de tipos, la disminución de la prima de riesgo española y el acceso de las entidades de crédito a los mercados de capitales ha hecho mejorar mucho el volumen y el tipo de interés de los créditos. Incluso los proyectos empresariales en sus fases más tempranas consiguen hoy capital y financiación de una manera más sencilla.
 
6. Moderación salarial. Es consecuencia de la elevada tasa de paro que todavía tenemos. Está provocando un fuerte aumento de la competitividad y de la contratación.
 
7. Caída de precios de los inmuebles y de sus alquileres. El menor precio que pagan hoy las empresas por el alquiler de sus oficinas, locales comerciales, fábricas y almacenes está contribuyendo también a mejorar la competitividad.
 
8. Inflación moderada y sin expectativas de deflación. En el nivel general de precios confluyen varias fuerzas deflacionistas relacionadas con la revolución tecnológica y varias fuerzas inflacionistas vinculadas a los estímulos monetarios. Mientras se mantenga el equilibrio estaremos en una buena situación.
 
9. Bajada del precio del petróleo. No se trata de una caída puntual sino estructural, como bien indica Daniel Lacalle. Para una economía claramente importadora de este recurso energético, el menor precio del mismo repercute directamente en un aumento de la renta disponible. No solo ahorraremos en el coste de la energía o del transporte, sino también en el precio de cualquier bien o servicio que necesite del trasporte o de la energía para ser fabricado o prestado.
 
10. Depreciación del euro. La puesta en marcha de las compras de activos por parte del BCE y las esperadas subidas de tipos en Estados Unidos y Reino Unido mantendrán al euro débil favoreciendo nuestras exportaciones y encareciendo las importaciones. Es cierto que gran parte de nuestras exportaciones se realizan a otros países del euro, pero si la bajada de la divisa común también hace mejorar sus economías, igualmente aumentará de manera indirecta la demanda de esos productos y servicios.
 
Si le preguntásemos a inversores, analistas y economistas si hay algo que no se haya nombrado y pueda influir significativamente en la economía española probablemente destaquen las elecciones generales de final de este año.
 
La verdad es que son unos comicios que generan mucha incertidumbre por la aparición de varios partidos nuevos que tendrán representación y porque gran parte de los ciudadanos aún no saben a quién votarán. En este entorno de gran volatilidad en el voto es difícil hacer predicciones y esto genera inquietud. Quizás la manera más científica de hacer una predicción es analizar las tendencias y comparar la situación actual con otros procesos democráticos pasados.
 
Lo que más preocupa a los mercados es que salga elegido un gobierno de extrema izquierda. Analizando las situaciones en otros países en que líderes de extrema derecha o extrema izquierda han llegado al gobierno, se puede observar que el denominador común en esas sociedades es la pésima situación económica y las fuertes tensiones sociales. Es cierto que España hemos pasado por momentos de gran dificultad en los últimos años pero la situación ha mejorado significativamente y la tendencia es que se continúe por la misma senda.
 
Por otro lado, las elecciones más parecidas a las generales son autonómicas. En 2015 ha habido elecciones en 10 de las 17 comunidades, varias de ellas de las más pobladas. A las mismas han concurrido los nuevos partidos y hemos comprobado las consecuencias:
 
1º) No ha habido ninguna mayoría absoluta.
2º) Se han llegado a acuerdos de gobierno en todas las comunidades. Las únicas dificultades las hemos visto en Andalucía, dónde la proximidad de las elecciones en los municipios y otras nueve comunidades autónomas han retrasado los pactos hasta después de esos comicios.
3º) No se ha formado ningún gobierno que ponga en riesgo la estabilidad de la comunidad y ningún presidente de comunidad autónoma pertenece a un partido de extrema izquierda o extrema derecha.
Por lo tanto, lo más probable es que de las elecciones generales salga un gobierno moderado, sin mayoría absoluta y que tenga que buscar pactos para la investidura y para cada ley que quiera sacar adelante. Salgan los unos o los otros y obtengan el apoyo de éstos o de aquellos, se harán menos leyes pero tendrán el apoyo de más partidos. Se volverán a poner de moda palabras como consenso, diálogo, talante y otras similares.
 
En conclusión, mientras la atención se centra en Grecia y China, quizás deberíamos ser más conscientes de que aquí el viento sopla a favor.
Juan Gómez Bada, asesor de Avantage Fund

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