¿Por qué el dinero del rescate no va "a manos del pueblo griego"?
Una crítica habitual al programa de ayuda al pequeño país
mediterráneo es que "el dinero no va a la gente, sino a pagar a los acreedores".
Diego Sánchez de la Cruz
Según se ha explicado, la práctica totalidad de los fondos que han sido movilizados se van a destinar a cumplir con distintos compromisos de pago que Grecia tiene pendientes con sus acreedores. A fecha de hoy, el país heleno tiene un atraso con el BCE que supera los 4.000 millones de euros, mientras que sus impagos al FMI suman más de 2.000 millones.
Los críticos con el programa de "rescate" subrayan ante esta situación que Grecia está "pagando deuda con más deuda" y critican que el dinero se vaya "a pagar a los acreedores en vez de a ayudar al pueblo griego".
"El 'rescate' es deuda sobre deuda"
En realidad, no hay nada extraño en que Grecia dedique el dinero recibido a pagar al BCE y al FMI. De hecho, en eso mismo consiste el acuerdo entre Atenas y sus acreedores: se trata de un gran acuerdo internacional diseñado para que el país heleno pueda cumplir de forma más relajada con sus compromisos de pago.Si Grecia no hubiese entrado en el programa de "rescate", su alternativa hubiese sido la bancarrota. Para evitar esta situación, los acreedores privados asumieron una "quita" de 100.000 millones de euros y los socios europeos impulsaron un programa que alargó los plazos de devolución de la deuda y redujo los tipos de interés de dichas obligaciones. De esta forma, se reestructuró el pasivo estatal heleno y se establecieron unas condiciones claramente beneficiosas.
La estructura del "rescate" es escalonada, por lo que Grecia no se beneficia de golpe de todo el dinero comprometido, sino que va recibiendo fondos conforme se acercan las fechas en las que debe cumplir con el calendario de pago a sus acreedores. Este esquema de plazos se diseña, a priori, para que los socios supervisen el cumplimiento de las medidas acordadas por las partes, aunque en la práctica se ha comprobado que el control ha sido insuficiente.
Es importante destacar, de hecho, que el incumplimiento de los compromisos de pago no es una cuestión menor. Por ejemplo, el "corralito" bancario que ha sufrido Grecia se explica porque el país heleno no devolvió al FMI los 1.500 millones que debía haber entregado el pasado 30 de junio. Este impago hizo que la deuda soberana de Atenas cayese en "quiebra técnica", obligando al BCE a cortar la línea urgente de liquidez (ELA) concedida a los bancos del país que gobierna Alexis Tsipras.
"El dinero no va a parar al pueblo"
En paralelo, no faltan quienes acusan a la troika de haber diseñado un acuerdo en el que el ciudadano griego es el gran perjudicado. Desde esta forma de interpretar las cosas se argumenta que "el dinero no va a parar al pueblo".Para entender por qué este planteamiento es incorrecto, podemos poner un ejemplo sencillo. Imaginemos que un vecino de nuestra comunidad se enfrenta a la imposibilidad de pagar su hipoteca. En un acto de solidaridad, el resto de vecinos se une y acuerda sufragar los siguientes pagos del vecino moroso al banco bajo el entendimiento de que, pasados unos años, éste les devolverá el dinero con un interés reducido. Evidentemente, el vecino que ha entrado en esta situación de dificultad no recibirá el dinero del "rescate" que le ha concedido su comunidad para gastárselo en su día a día, sino que tendrá que dedicarlo íntegramente a pagar al banco.
Algo parecido ocurre con el "rescate" a Grecia. Lo que acordó Atenas con Bruselas fue, simple y llanamente, un programa bajo el cual el gobierno griego recibe dinero para poder afrontar su enorme deuda sin caer en la bancarrota. Pretender que esos fondos deban terminar en manos de los ciudadanos griegos no se ajusta a la realidad, pues de lo contrario estaríamos ante una gran transferencia de rentas indefendible ante el Eurogrupo.
En cualquier caso, sí es importante subrayar que el nuevo programa de "rescate" incluye un programa de recapitalización bancaria que, sin duda, sí puede decirse que acaba "en manos del pueblo griego". Y es que las entidades financieras helenas van a recibir 25.000 millones de euros de los socios europeos, inyección sin la cual muchos ciudadanos helenos podrían perder todos sus ahorros.
Por último, también es cierto que el déficit presupuestario observado en 2011, 2012 y 2013 fue cubierto por el "rescate". Y también aquí los beneficiarios fueron los helenos, esta vez porque sus contribuyentes no tuvieron que sufragar con más impuestos el encaje de las cuentas públicas. La situación cambió en 2014, con el superávit primario registrado en Atenas, aunque este 2015 podría volver a darse un desfase similar al de los peores momentos de la crisis griega.
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