DANIEL VIAÑA
China, la recuperación mundial, los bancos centrales y la baja inflación hunden al metal
Numerosas estimaciones apuntan que podría perder los 1.000 dóalres, algo que no ocurre desde 2009
El oro acumula una caída de más del 15% desde mediados del pasado mes de enero y de cerca del 40% desde los niveles que marcó en la segunda mitad de 2011. Entonces, el precio de cada onza llegó a tocar los 1.900 dólares; hoy, cotiza por debajo de los 1.100 dólares y las previsiones más pesimistas apuntan que en los próximos seis meses puede llegar a caer de los 1.000 dólares, algo que no ocurre desde 2009.
En aquel momento, el oro inició una imparable subida que, en gran medida, tuvo su origen en la grave crisis que azotó a la mayor parte de las economías desarrolladas. Entonces, esta materia prima cumplió a la perfección con el mito y sirvió de valor refugio para el mercado. Al tomar posiciones en este metal, los inversores accedían a un activo que les ayudaría a esquivar las fuertes turbulencias y que, además, se apreciaría al mismo tiempo que las políticas expansivas de la Reserva Federal de Estados Unidos (Fed) elevaban la inflación y devaluaban el dólar. O al menos, eso decía la teoría.
Y a ello hay que sumar la gran demanda que existía en países como Rusia y China que, a pesar de la gran sobrecapacidad del sistema, actuaba como otro factor de impulso sobre el precio del oro. Además, en el caso concreto del país chino, buena parte del mercado estimaba que las reservas del Banco Central de China (PBOC) eran mucho más elevadas de lo que las estadísticas decían, lo que suponía otro aliciente alcista más para la materia prima.
Sin embargo, todo este escenario se ha ido desmoronando punto por punto, empezando por las reservas del PBOC ya que, tal y como se supo la semana pasada, no son, ni mucho menos, tan abundantes como se estimaba. Directamente ligado a ello está la caída en la demanda que ha registrado el país asiático ante la desaceleración de su economía, y como consecuencia de ambas circunstancias el oro ha recibido el último empujón en la tendencia bajista que comenzó a dibujar en el mismo momento en el que la economía mundial dio signos de recuperación.
El hecho de que no se cumpliese la teoría de los altos niveles de inflación derivados de las políticas de compras masivas de la Fed también ha contribuido a este escenario, así como que la Reserva Federal, según su propia presidenta Janet Yellen, vaya a subir los tipos de interés este mismo año ante la fortaleza de la economía de Estados Unidos.
Además, la fuerte caída del crudo ha provocado que se hayan dado situaciones cercanas a la deflación, lo que tampoco ha sido positivo para este metal que sirve como defensa ante este tipo de fenómenos, así como en contextos de crisis económicas, tal y como ya se ha apuntado.
Bancos centrales y sobreabundancia
Por supuesto, también está la actividad de los Bancos Centrales que, con el BCE a la cabeza, hacen que "los inversores sepan que las autoridades van a intervenir en defensa de la estabilidad financiera, amortiguando con ello cualquier riesgo que pueda surgir", tal y como apuntaba recientemente José Luis Martínez Campuzano, estratega jefe de Citi en España. Una buena muestra de ello es que, a pesar de los múltiples temores generados por Grecia desde que las negociaciones con las Instituciones se enquistaron, el precio de la onza de oro no ha frenado en absoluto su depreciación.
Por si fuera poco, todavía "persiste uno de los problemas estructurales del mercado del oro que es la sobreabundancia de oro papel sobre el físico", afirma el economista e investigador Javier Santacruz. "El exceso de oferta de oro en el mercado se debe a la gran cantidad de papel que en teoría es como si fuera oro pero que realmente no lo es porque carece de respaldo; en este momento, por cada onza de oro física hay circulando 98 papeles que dicen representar a esta onza", explica el también socio de China Capital, lo que genera "un problema importante a la hora de casar la oferta y la demanda y, por tanto, fuente estructural de caída de precios".
Ante este complicado escenario, previsiones como las de ABN AMRO apuntan que el oro va a seguir cayendo con fuerza y que al cierre del primer trimestre de 2016 rondará los 975 dólares. Más allá va Morgan Stanley que señala que el oro está "acabado" por el momento, desaconsejan a sus clientes invertir en esta materia prima y ven al metal áureo perdiendo brillo hasta los 800 dólares la onza. Otras, como las de Commerzbank o Citi, no son tan negativas y estiman que, en el medio plazo, podría recuperar los 1.200 dólares aunque a un ritmo muy contenido.
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