¿Será este el principio de una crisis financiera y económica
mayor? De ser así, las consecuencias para América Latina y el mundo serían
graves.
Mientras el default de la pequeña economía griega ocupaba la
atención global, las bolsas de valores de China, la segunda economía más
grande del mundo, se han desplomado. En menos de un mes, el valor de
estas ha caído alrededor de un tercio, por más de 3 billones de dólares.
¿Será este el principio de una crisis
financiera y económica
mayor? De ser así, las consecuencias para
América
Latina y el mundo serían graves. China
es uno de los principales socios comerciales de la región, y fuente importante
de inversiones en muchos países. Una crisis económica ahí desaceleraría la
economía mundial, cosa que impactaría todavía más en
toda la región.
No hay duda de que el desarrollo chino ha
sido espectacular durante décadas. Ha mantenido un
crecimiento económico anual
que promedia el 9-10%,
con lo que ha sacado a cientos de
millones de personas de la pobreza. Pero sigue siendo un país con baja libertad
económica. El éxito chino se debe a que se aplicaron ciertas reformas liberales
importantes en lo que fue un país sumamente pobre y reprimido. Bajo esas
condiciones, se puede lograr alto crecimiento por largo tiempo. Pero no de
manera indefinida.
Uno de los numerosos sectores no
liberalizados es el
financiero. China sufre de una alta
represión
financiera. Hay
controles de
capitales,
las tasas de interés no son determinadas por el mercado, la mayoría del capital
financiero viene del Estado, el tipo de
cambio es controlado y el Estado es
dueño de grandes y numerosas empresas, que a su vez reciben la mayoría del
crédito de los bancos
estatales que dominan el mercado. El mercado de capitales chino
tiene poco que ver con un mercado libre, y los ahorradores chinos están
atrapados en ese sistema.
El comportamiento del sector financiero, por lo tanto, refleja
decisiones políticas. La burbuja en el mercado de capitales, cuyo valor aumentó
un 149% desde el año pasado, es el resultado de la
decisión oficial de estimular la economía.
Ruchir
Sharma, de
Morgan
Stanley, explica que,
después de la crisis financiera global del 2008, los
estímulos financieros masivos del Gobierno chino primero aumentaron los precios
de bienes raíces, y luego de desinflarse ese sector el crédito se dirigió a las
bolsas. El banco central también ha contribuido a crear la burbuja. Ha bajado
las tasas de interés, lo cual alienta a que la gente que ahorra invierta en las
bolsas.
Al contrario de lo que pretendió el Gobierno chino, la economía se ha
desacelerado, con el agravante de que la deuda total se ha disparado a casi el
300% del PBI. Por desgracia, las políticas macroeconómicas chinas se parecen a
las de muchos países ricos, solo que son más exageradas y dentro de una
economía mucho menos libre.
Felizmente, el mercado de capitales no está tan desarrollado como
en otros países, por lo que su impacto en la economía es más limitado que en las
naciones desarrolladas. Y a finales de esta semana la caída de las bolsas se
detuvo, por el momento. Pero, dado que buena parte de
las inversiones en las bolsas se hicieron a
base
de endeudamiento, el
economista Manuel Hinds
advierte de que si se reanuda la caída
afectaría de mayor manera a los inversionistas y bancos chinos, posiblemente
causando una crisis internacional. En todo caso, quedan
expuestos una vez más los males de sobreponer los deseos políticos a las
decisiones financieras de los individuos.
© El Cato
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