El sector, sobre todo el solar, está aún lejos de demostrar su potencial. En las conferencias sobre sustitución energética desde hace tiempo se discute en detalle sobre los errores de acomodarse
“Hace calor, hace calor” Los Rodríguez
El pasado viernes tuve una reunión con uno de los mayores inversores globales en renovables. Discutíamos las posibilidades del sector y los riesgos. Siempre que comentamos sobre el futuro y la diferencia entre tecnologías verdes, me dice “es como hablar sobre si prefiero Betamax o VHS, ambas condenadas a evolucionar y adaptarse al mercado o desaparecer”.
Que quede claro. La revolución de las renovables es imparable, como explico en La Madre de Todas las Batallas, y que es un factor esencial del aplanamiento del mundo energético, del fin del cuento del cénit del petróleo y de la banda ancha energética que explico en dicho libro.
Pero el sector, sobre todo el solar, está aún lejos de demostrar su potencial. En las conferencias sobre sustitución energética que se llevan a cabo en todo el mundo desde hace tiempo se discute en detalle sobre los errores de acomodarse.
A 56 dólares barril y 3 dólares mmbtu para el gas natural ninguna tecnología renovable es competitiva. Aprender que el efecto aplanador también reduce el coste de las energías fósiles es esencial. Y que hay que competir. La admirable reducción de costes de las renovables y la revolución del fracking lleva a toda la cadena a competir a menor precio. Y cuando se termine el error de subvenciones, el consumidor se beneficiará. Este error ha llevado a Alemania a los precios más altos de la electricidad en dos décadas a pesar de la caída de los precios mayoristas a mínimos históricos.
El factor de carga, la utilización, sigue siendo extremadamente bajo. La media del viento es 30% y solar es del 15-25%, comparada con los ciclos combinados de gas, del 80% o la nuclear o hidráulica, del 90%.
Mientras el viento ha conseguido competir de manera más eficiente a nivel global y a nivel industrial, la solar fotovoltaica continua con retos importantes. Tiene una de las TRE (tasa de retorno energética) más altas de todas las tecnologías, lo cual cuestiona la sostenibilidad, al ser más intensiva en energía la construcción e instalación de paneles que lo producido en varios años. Eso sí, según un estudio de la Universidad de Stanford se puede mejorar si se consigue aumentar la carga, pero asumen que en el mejor de los casos sea recuperar la energía consumida en cinco años. Un coste superior, un nivel de carga inferior, unido al excesivo uso de superficie, que lleva a tener que utilizar mucho espacio para generar muy poca energía.
La tecnología solar fotovoltaica está, además, fuera de nuestras fronteras. Cuando hablan de “tecnología propia”, el sector parece olvidar que la enorme mayoría de los paneles que se utilizan en España son alemanes, chinos o norteamericanos, no españoles. De hecho, el gran problema de esta tecnología es que se usa más un modelo constructor/promotor que un modelo energético industrial.
…Y encima, cuando hace demasiado calor hasta un 30% de la capacidad instalada fotovoltaica se encuentra indisponible, según la patronal del sector, Unef. Podrán justificarlo como se quiera, pero cuando una tecnología es menos del 5% de la producción y casi el 20% de las primas, afirmar que registran su mejor funcionamiento a 25 grados centígrados, “entre abril y mayo”, no ayuda mucho a confiar en el potencial en países con altas temperaturas. Una reducción de eficiencia (producción) con 35 o 40 grados de entre el 20 y el 25% no hace muy feliz a un gobierno de Medio Oriente. Además de gastar miles de millones en subvenciones va a tener que garantizar el suministro eléctrico… ¡con gas natural!
Adelante. Mucho hay que innovar y mejorar para que la tecnología sea eficiente, no cubra superficies inasumibles y sobre todo para que su propio nombre “solar” no sea un impedimento. No es aceptable que caiga la producción un 27% según Red Eléctrica o que hoy el 30% de la potencia fotovoltaica instalada no esté disponible en condiciones de elevadas temperaturas y requiera tecnologías fósiles para respaldarla.
El material del que están construidos los paneles se satura a una temperatura ambiente concreta por no poder evacuar el calor propio de la producción (se llama efecto Joule) de tal manera que en plena punta de consumo por aire acondicionado, dan un 30% menos de rendimiento, a pleno sol, que es cuando más se necesita la potencia.
Las renovables son intermitentes y no-despachables, solo funcionan cuando hay recurso primario (viento, sol), por eso necesitan de potencia de respaldo fósil, hidráulica o nuclear, ya que los clientes consumen siempre.
De no disponer de tecnologías flexibles y firmes de producción (disponibles siempre, con y sin viento o sol, de día y de noche, con frío y con calor), tendríamos "alumbrones", es decir, luz de vez en cuando.
En una ola de calor infernal, con máximos de consumo por aire acondicionado, con menos solar, también se da el fenómeno de tener menos viento. Y además los aerogeneradores sufren por exceso de calor, al refrigerar mal.
Menos solar y menos viento con más calor… Y así sube el precio de la electricidad mayorista al tener que “tirar” de combustibles fósiles de emergencia.
De ahí la importancia extrema de un mix energético bien diversificado, y evitar la apuesta Betamax o VHS. Porque ninguno de ellos sobrevivieron.
Las dificultades técnicas se solucionarán a medio o largo plazo, no lo duden.
Las renovables seguirán evolucionando. Y mejorando. Pero no desde el inmovilismo del promotor. Sino desde soluciones reales que garanticen el suministro al menor coste.
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