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martes, 21 de julio de 2015

Un modelo autonómico eficiente

 Es normal que las comunidades autónomas que aportan más se pregunten a qué se destina su dinero cuando no se sale del agujero intervencionista ni se permite el cambio del patrón de crecimiento
 
Foto: El ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro. (EFE)
 
 
“There’s nothing going on but the rent, you have to have a J-O-B if you wanna stay with me”. Gwen Guthrie
 
Ayer se publicó el informe sobre las balanzas fiscales elaborado por el Ministerio de Hacienda. Según dicho informe, Madrid aporta 19.015 millones de euros más de lo que recibe. Es decir, un saldo fiscal negativo 2,5 veces superior al de Cataluña con 7.439 millones de euros. Los mayores saldos fiscales negativos corresponden a Madrid, Cataluña, Valencia (1.450 millones) y Baleares (1.330).
 
Por el lado contrario, el resto de comunidades autónomas presentan saldos fiscales positivos, es decir, reciben más de lo que aportan. Liderando la lista, Andalucía, con un saldo positivo de 8.531 millones de euros.
 
El anuncio de dichas balanzas fiscales busca probablemente contrarrestar los mensajes de falta de solidaridad y de expolio de unos y otros, pero a mí me parece que cabe resaltar:
  • Los que pagan son los mismos desde hace décadas.
  • Los que reciben, en especial los que más reciben, también son los mismos.
  • Esa “redistribución” no ha llevado a que esas comunidades autónomas de saldo positivo hayan cambiado y mejorado su en facilidad para crear empresas y empleo. Las comunidades autónomas campeonas en Europa en desempleo e intervencionismo son, no por casualidad, las mismas de hace décadas y las que más reciben del resto.
Un sistema autonómico como el español tiene un problema fundamental: la falta de responsabilidad crediticia
 
Decía Thomas Sowell que el asistencialismo hace confortable la pobreza e impide que se busque la forma de salir de ella. El modelo autonómico ha pasado, tras décadas de funcionamiento, a ser un modelo de incentivos perversos. Cuanto peor lo haces, más recibes.
 
Es normal, por tanto, que las comunidades autónomas que aportan más se pregunten a qué se destina su dinero cuando no se sale del agujero intervencionista ni se permite el cambio del patrón de crecimiento.
 
La respuesta fácil es decir que hay que acabar con las autonomías y centralizarlo todo, pero es una opción complicada y, además, no deseada por una mayoría.
 
Un sistema autonómico como el español, donde las comunidades tienen muchas más competencias reales que estados federales como Alemania, tiene un problema fundamental: la falta de responsabilidad crediticia. El rescate de las comunidades autónomas deficitarias en 2011-12 es responsable de gran parte del aumento de la deuda de España de esta legislatura. Si añadimos las facturas pendientes que se tuvieron que afrontar, nos acercamos a casi el 30% del incremento de endeudamiento de 2011 a 2014. No se ha generado ninguna responsabilidad política ni crediticia del agujero dejado por muchas. Hasta el punto de que en las últimas elecciones se ha vuelto a nombrar a algún presidente de comunidad autónoma que dejó hasta 1.000 millones de facturas sin pagar en su momento.
 
Un sistema federal o autonómico no puede sustentarse en la falta de responsabilidad crediticia ni en el rescate eterno
 
Si queremos un estado de las autonomías sostenible, tiene que terminarse el incentivo perverso de que se beneficie el que peor lo hace, que siempre reciban los mismos y no cambie nada, que se instaure un sistema clientelar e intervenido a costa de otras regiones.
 
Tras décadas recibiendo transferencias y fondos, apelar al victimismo (“es la capital”, “a los catalanes les regalaron la industria”, “los vascos son un paraíso fiscal” y cosas de esas) es, cuando menos, infantil. No solo ha habido tiempo y dinero para salir de la desventaja inicial –si existía–, sino que se ha contado con la mayor época de crédito e inversión financiera directa para acelerar el avance.
 
Un sistema federal o autonómico no puede sustentarse en la falta de responsabilidad crediticia ni en el rescate eterno. En EEUU, Texas no rescata a Detroit. Ni siquiera Michigan rescata a Detroit. En Alemania, los Lander tienen prohibido incurrir en déficit, mientras en nuestras autonomías hablan del “derecho al déficit” como si endeudarse fuera nuestra exigencia legitima.
 
Los errores de unos no se cubren desde el bolsillo de otros. Una cosa es la solidaridad y otra la donación
 
Siempre nos hablan de que las comunidades autónomas no gastan mucho porque el 70% va a sanidad y educación, sin hablar de las duplicidades e ineficiencias inaceptables que supone tener decenas de Administraciones paralelas, y sin comentar los desastrosos resultados en informe PISA y la multiplicación de gasto desde que se transfirieron esas competencias.
 
Responsabilidad crediticia implica que el Fondo de Liquidez Autonómica no se convierta en un premio para el alumno que suspende. Significa que los errores de unos no se cubren desde el bolsillo de otros. Una cosa es la solidaridad y otra la donación. Significa competencia fiscal, saber que si hundimos la autonomía con costes fijos burocráticos e impuestos confiscatorios otros atraerán a nuestras empresas y ciudadanos. Es, en definitiva, asegurarnos de que un modelo de relación abierta entre regiones sea sostenible y no se convierta en un incentivo a cavar el agujero tanto como el menos eficiente. Que sea progresar como el mejor, no justificar como el peor.
 
Yo estoy convencido de que la fiscalidad debe estar lo más cerca del ciudadano. Estoy convencido de que una comunidad autónoma tiene muchos elementos positivos, tanto en cercanía a los ciudadanos como en fuente de promoción de las características únicas y especiales de esa región. Para crear riqueza, empleo y oportunidades, no comités y observatorios. Porque entonces no estamos buscando un modelo territorial eficaz, sino la argentinización de España, llenar cada subdivisión territorial del máximo de entes burocráticos para que nada cambie.

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