Las entidades ponen el foco en hoteles, acero, renovables y construcción
La banca está decidida a dar un impulso importante en la limpieza de sus balances en los próximos meses con la puesta en marcha de una ola de refinanciación de deuda de las empresas asfixiadas. Según fuentes financieras, el llamado G-6 del sector -Santander, BBVA, Caixabank, Bankia, Sabadell y Popular- han tomado la determinación de dar oxígeno a las compañías que presenten problemas para afrontar sus créditos, aunque para ello tengan que dar por perdidos parte de los préstamos. La quita, señalan las mismas, podrían ser cuantiosas, pero siempre alcanzarían el mismo nivel de las provisiones ya realizadas por las entidades, con el fin de no provocar agujeros adicionales en sus cuentas.
Los planes que manejan serían similares a los diseñados para algunas inmobiliarias o algunas firmas que han presentado serias dificultades, entre ellas, Pescanova. A cambio de la refinanciación, que no siempre tendría porqué conllevar una quita en la deuda, la banca exigirá aumentos en el capital, bien dispuesto por ellas mismas, bien por socios nuevos, y sustituciones en los equipos de gestión.
La intención de la banca es facilitar el pago de los créditos a estos clientes sin perder más dinero de las dotaciones con el fin de aumentar, así, la rentabilidad, el gran caballo de batalla en estos momentos en que los márgenes operativos se están estrechando por la caída de los tipos de interés a mínimos históricos y por los todavía insuficientes volúmenes de actividad. Con las reestructuraciones, el volumen de ingresos se elevaría ya que las firmas beneficiadas no tendrían problemas para abonar las cuotas.
Reactivación económica
Las mismas fuentes destacan que los sectores que las entidades están analizando con especial énfasis para poner en marcha estas iniciativas son las energías renovables, la industria del acero y de la construcción, además de la hotelera.
Desde los propios bancos se indica que la reactivación económica y del consumo ayuda a que las sociedades beneficiadas por una quita o por una reducción en las cargas salgan adelante con una mayor facilidad y no tengan temor a una liquidación. La mejora de la coyuntura y el ajuste llevado a cabo en los últimos años por parte de las empresas está ayudando a que la morosidad haya iniciado hace meses una tendencia bajista en prácticamente todos los segmentos de actividad.
Los expertos creen que sería bueno que los bancos aceleraran este tipo de reestructuraciones de deuda. Uno de ellos, el responsable de la consultora Álvarez & Marsal en España y Portugal, Fernando de la Mora, la asignatura pendiente de las entidades es "la limpieza de los activos enfermos de sus balances", que en su mayor parte están en el segmento empresarial, después de haber saneado sustancialmente la parte inmobiliaria.
De la Mora considera que las refinanciaciones servirían para aupar la rentabilidad de las entidades en los próximos años si se realizan con profundidad cada uno de los proyectos para dejar a las compañías afectadas con una deuda sostenible en el largo y con unos niveles de solvencia elevados.
Los fondos de inversión, que en determinados casos tendrían créditos de las firmas con dificultades de pago, estarían perfectamente alineados con la banca para emprender reestructuraciones porque han adquirido estos activos con importantes descuentos sobre el nominal. Además, si los fondos se oponen a una reestructuración en una empresa en concreto sería difícil que se peso pudiera bloquear las negociaciones entre las partes de acuerdo con la nueva normativa.
El Gobierno intentó impulsar hace más de un año un proceso similar al que ahora va a aplicarse, en el marco del denominado Proyecto Fénix para rescatar compañías con sobre carga de deudas pero con viabilidad. Sólo se han unido GAM y Bodegas Chivite.
La banca mantiene en balance créditos a las empresas por un importe que roza los 650.000 millones, lo que supone un descenso del 33% con respecto al ejercicio 2009. Los préstamos morosos de este colectivo, incluyendo los servicios inmobiliarios -la más afectada por la crisis-, se situaba a finales de 2014 en el 18%. Al margen del ladrillo, la construcción es el sector más perjudicado por la recesión. Sus créditos de dudoso cobro sobrepasan el 33% del total, con un volumen de más de 15.000 millones.
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