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martes, 19 de abril de 2016

Confianza en el futuro


Ya han transcurrido más de tres meses de 2016 y aunque parece que el crecimiento económico español se ralentizará, hasta este momento, numerosos indicadores se obstinan en mostrar una saludable normalidad. Ni la tan mediatizada incertidumbre política ni la conocida debilidad del crecimiento económico mundial parecen estar afectando a las cifras que vamos obteniendo de los análisis pertinentes. Parece pues, que nuestra economía goza de una cierta fortaleza envidia de muchos y orgullo de otros.
Los cambios en las expectativas pueden influir en dos grandes agregados, el consumo y la inversión, moderando su crecimiento
Sin embargo, no es del todo cierto que algunos indicadores no estén ya mostrando un cambio de tendencia. De hecho, ciertos indicadores adelantados parecen avisarnos de la eventualidad de un menor crecimiento. Por ejemplo, la confianza de los consumidores se ha estabilizado en los primeros meses del año y parece estar en la antesala de un cambio de fase cíclica. Y esto no augura nada bueno. En esta entrada, no hace mucho, explicaba cómo parece que se forman los ciclos. Estos tienen mucho de expectativas. Si la gente, de repente, o no tan de repente, decide que debe ahorrar y dejar de consumir, lo hará. Los motivos no son claros, pero es lo que suele ocurrir una y otra vez en los ciclos para los cuales tenemos observación e información. También viene a ocurrir con las empresas. Los cambios en las expectativas pueden de este modo influir en dos grandes agregados, el consumo y la inversión, moderando su crecimiento y por ello el de la economía en su conjunto. Sin embargo, no parece que el papel que ambos agregados van a jugar en lo inmediato vaya a ser el mismo. Mientras parece que el consumo aguantará durante un tiempo más su dinámica actual, si acaso alguna décima menos de crecimiento, la inversión sí mostrará mayor debilidad, aunque tampoco de momento nada excepcional.

Respecto al consumo, su importancia en la reciente recuperación está fuera de duda. Es especialmente relevante el aumento del consumo de bienes duraderos desde que se iniciara la recuperación allá a finales de 2013. Las razones se conocen. No es el empleo el principal causante, aunque también, sino el cambio en las perspectivas económicas. Los bienes duraderos se caracterizan por generar utilidades de un modo muy disperso en el tiempo, por lo que su “utilidad” instantánea, la del momento, es muy baja. Comparen qué utilidad tiene abrir un frigorífico en pleno mes de agosto y comprobar que no hay esa bebida refrescante que tanto anhela. La utilidad de que el frigorífico esté ahí no nos compensa por la desutilidad de que no esté dicha bebida. Esto no quiere decir que estos bienes no generen su utilidad, sino que actúan en un segundo plano comparado con las utilidades más perentorias, como la que provoca la bebida refrescante en pleno mes de agosto.

Esto nos lleva a que el consumo de bienes duraderos evolucione mucho más acorde con el ciclo, o más bien, con las perspectivas del mismo. Sólo cuando una familia considera posible (factible) hacer frente al coste que implica financiar este tipo de bienes comparado con la utilidad que éste nos ofrece, se lanza a su compra. Como suele ser un bien muy asociado al tiempo y a la dilación del consumo, es su demanda la primera que crece, pero también la primera que cae cuando las cosas no parecen ir bien. Recomiendo este trabajo del Banco de España para conocer algo más sobre el comportamiento de estos bienes en el reciente ciclo económico español.
Indicadores de confianza del consumidor yde crédito suelen ser indicadores adelantados válidos para prever la evolución del ciclo
Irremediablemente el consumo de bienes duraderos está relacionado con el crédito. Su deseo suele venir acompañado con el deseo de financiar su compra. Es por ello que la demanda de crédito suele anteceder al ciclo económico y ajustarse a los cambios en las expectativas. De este modo, tanto indicadores de confianza del consumidor como de crédito suelen ser indicadores adelantados válidos para prever la evolución del ciclo en el corto plazo.

En la figura que les muestro a continuación se representa la tasa de crecimiento interanual del nuevo crédito al consumo para las familias españolas como la confianza de las mismas. En el gráfico de la izquierda se observa el crédito total, mientras que a la derecha el crédito al consumo financiado a más de cinco años. Como puede comprobarse, dichas series muestran con claridad las distintas fases del ciclo, aunque con cierta antelación (tanto confianza y crédito caen meses antes que la actividad, no expuesta en el gráfico pero de seguro en la mente del lector). Y lo que están mostrando es que para los primeros meses de 2016 la evolución se ha estabilizado, sin mostrar la tendencia creciente de 2014-2015 aunque, de momento, tampoco un ajuste claro a la baja. Sí se observa, sin embargo, y a pesar de que el último dato ha sido mejor de lo esperado, un menor crecimiento del crédito a largo plazo, a tasas muy inferiores que a principios de 2015, y que pueden estar augurando el tan “esperado” cambio de ciclo.


Sin embargo, y a la espera de que este cambio se confirme en los próximos meses, el consumo de las familias se mantendrá estable algunos más. Esto confirmaría a su vez que, para el primer trimestre, el consumo siga siendo el sostén del crecimiento español.

Sin embargo, los empresarios sí parecen estar acusando algo más el empeoramiento de las expectativas, aunque de nuevo muy moderadamente. Así, tanto la confianza y las expectativas de los empresarios muestran una tendencia algo menos positiva que la de los consumidores desde inicios de 2015, aunque el último dato de la segunda ha sido en cierto modo una sorpresa. Sin embargo, sí es clara la debilidad que la demanda de crédito por parte de las sociedades no financieras muestra desde hace ya algunos meses, aunque de nuevo, el dato de febrero muestra una recuperación que habría que esperar para conocer si se mantiene en los próximos meses, o si simplemente es una excepción en una tendencia descendente.

Para cerrar el cuadro de demanda interna nos faltaría describir cómo se espera la evolución a muy corto plazo del gasto público. Así, los recientes datos del déficit de 2015 nos llevaría a pensar, en condiciones normales, en posibles ajustes fiscales que menguarían su aportación al crecimiento del PIB. Sin embargo, la incertidumbre política nubla cualquier análisis que se pueda diseñar, impidiendo prever cómo va a evolucionar en un futuro inmediato. Sí es posible deducir, sin embargo, que experimentaremos un pequeño efecto corrección entre el segundo y tercer trimestre, al haber sido 2015 un año intensamente “electoral”, algo que 2016 no lo será a pesar de la más que probable repetición de las elecciones generales.

Se espera que la demanda externa se debilite si se confirman las predicciones sobre crecimiento internacional
Así pues, y resumiendo, en los próximos meses lo más probable es que la demanda interna muestre un cierto debilitamiento, si acaso especialmente a través de la inversión empresarial más que del consumo, aunque nada excepcional. Además, el gasto público no parece de momento que vaya a influir negativamente al crecimiento, salvo algunas centésimas o décima. Por lo tanto, la pregunta es, y volviendo al inicio de esta entrada, ¿de dónde va a provenir el principal ajuste en el crecimiento económico de España en este 2016? Evidentemente, y por descarte, del sector exterior, pues se espera que la demanda externa se debilite moderadamente si se confirman las predicciones sobre crecimiento internacional para lo que resta de año.

En resumen, el consumo de las familias parece sostener nuestro crecimiento para este año. Inversión y sector exterior mostrarán tendencias más débiles, especialmente la segunda, mientras que lo que ocurra con el sector público es una incógnita claramente asociada a la propia incertidumbre política. Incertidumbre que esperamos en pocos meses seremos capaces de despejar.

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